VALÈNCIA. Las ideas de Javi Gracia comienzan a plasmarse sobre el terreno de juego. El encuentro amistoso de este sábado frente al Castellón sirvió para dibujar las primeras nociones de lo que quiere el navarro de su equipo, aunque fue un partido condicionado, primero por el ritmo propio de una primera toma de contacto tras un mes desde la última cita oficial-, y después por el cúmulo de bajas que, por unas razones u otras, contó el Valencia en la tarde de ayer.
Hasta ocho futbolistas no pudieron ser de la partida: Soler, Kondogbia, Cheryshev -que regresó este viernes a los entrenamientos en solitario-, Diakhaby, Rodrigo, Lato, Jordi Escobar y Gameiro. Todos ellos ausentes en la sesión previa al encuentro. Y hay que sumar a Jason Remeseiro y Álex Blanco. El primero ya apareció en Paterna en su primera sesión y el segundo se somete mañana a la segunda prueba PCR antes de incorporarse.
Gracia tuvo que exponer sus ideas con ese panorama. Sin algunos de los futbolistas llamados a figurar como titulares -si el mercado no dice lo contrario-, aplicó el dibujo esperado. Un 4-4-2, con Racic y Esquerdo en la medular, y Kang In Lee de enganche, a la vera de Maxi Gómez. La idea inicial fue buscar velocidad y descaro en bandas largas, con Guedes y un Yunus Musah que fue mejorando con el paso de los minutos.
El peligro valencianista, sobre todo en la segunda mitad, llegó en gran parte por los costados. De hecho, fruto de una combinación entre Sobrino y Wass en el flanco derecho, llegó el gol de Vallejo rompiendo al centro del danés. Pero lo que destacó fue el modo de operar en sala de máquinas. Racic rayó a un buen nivel, aunque también tuvo sus fases durante los 90 minutos que completó.
El plan de Gracia no era el de darle al serbio y a Yunus todo el encuentro, pero como bien comentó al término del encuentro, no le quedó más remedio ante las bajas que acumulaba. Eso sí, apostó por Racic en el centro del campo y su figura sirvió como timón. Un timón que, en otra tesitura, puede ocupar otro futbolista, como Kondogbia o la pieza en el centro del campo que demanda el navarro.
Con Esquerdo como pareja de baile, Racic alternó funciones en la salida de balón. Bien actuando como pivote para dar salida a los centrales mientras el alicantino apoyaba en el lateral, o bien siendo ese avance en el costado o en adelante. Esquerdo, eso sí, y en comparación con el Valencia de hace meses, aglutinó más las funciones de Dani Parejo. En la segunda parte, por el contrario, ya con Koba como compañía, el joven serbio adelantó en ocasiones su posición.
En ataque, las nociones también fueron parecidas a un Valencia 'marceliniano'. En el primer tiempo, Maxi Gómez invitó a un ataque más posicional. Al uruguayo no le llegaron tampoco excesivos balones laterales para aparecer, más allá de dos chances al incio del encuentro. En la segunda, con un Yunus ya crecido al cobijo de un mandón Gayà -estrenando además brazalete de capitán-, y Sobrino y Vallejo en punta de lanza, el flanco de ataque valenciansita fue más alegre con el balón en los pies. El gaditano 'revolucionó' ese frente: estuvo activo, dinámico y peleón. Mientras, el de Daimiel no tuvo ni mucho menos una mala tarde: bajó a recibir en numerosas ocasiones y, en otras, trató de girar y generar a partir de tres cuartos. Una tarea que, salvando las evidentes distancias, recordó al rol de Rodrigo con Marcelino.