VALÈNCIA. Hay que ver las vueltas que da la vida. Nunca sabes dónde te va a poner mañana. Hoy sopla el viento de un lado y mañana del contrario. Quien hoy mira por encima del hombro mañana puede necesitar de aquel a quien desprecia y viceversa quien se esté viendo en las peores mañana puede experimentar un cambio de vida y ver puertas abiertas puertas que hoy le cierran en las mismísimas narices. No hay mal que cien años dure, ni Cristo que lo aguante.
Que se lo digan a Bordalás, en el punto de mira tras los partidos de Vitoria y el Barça en casa y ahora jaleado por la Avenida de Suecia y con cánticos de la grada declarándole su amor. Vaya con cuidado, míster que los puñales cerca de usted los han escondido porque ahora no es popular cuestionarle, pero los volverán a desenfundar a la mínima -no hay más que volver a dar la orden pertinente-. Y además por estos pagos sabemos que ganar una Copa del Rey sirve para que determinados mediocres que le rodean se pongan celosos y hagan lo posible por borrarle de la ecuación.
O que se lo digan a Hugo Duro. Objeto de mofa y chanza en 2019 cuando la pelota que hubiera significado la eliminación del Valencia impactó en su espalda e inmortalizado por el relato del gran Miguel Angel Román, y ahora jugador idolatrado por la grada de Mestalla y alma mater de la fiesta el miércoles pasado en el balcón de Mestalla. Duro se ha ganado los elogios y el cariño de todos a base de correr más que nadie y marcar goles decisivos en la Copa del Rey. Encarna esa honradez que tanto premia el valencianismo.
O que se lo digan a Gabriel. A quien le insistieron en que se operase y pasara por el quirófano aunque ello significara decir adiós a la temporada. Cuando uno tiene convicciones fuertes en lo que está haciendo día a día y la conciencia tranquila, nada le puede convencer de que varíe su toma de decisiones. Gabriel dijo "no" al quirófano y se puso a trabajar más que nadie. Cuatro meses después volvía en Mallorca con un gol estratosférico y lideraba desde atrás al equipo para alcanzar la final de Copa.
O que se lo digan a Mamardashvili. Llegado para jugar en un filial de la quinta división del fútbol español y a un paso de ser el titular en la final de Copa. Desaparecido tras la derrota liguera en Sevilla y desplazado en la Copa por Jaume. El georgiano volvía una vuelta después y lo ha hecho a su mejor nivel. Decisivo en Bilbao, en Mallorca y en la vuelta de las semifinales, ha avivado el sano debate de si debe ser la apuesta del Valencia CF para lo que queda de temporada aunque vuelva Cillessen. Con tan sólo 21 años el futuro de este portero pinta mucho más que bien.
O incluso que se lo digan a Anil Murthy. Silbado y vilipendiado por la afición antes del partido ante el Athletic del miércoles y... igual de despreciado por la afición en el partido y en la fiesta posterior. Por eso no asomó por la balconada en el festejo. Y pese a que intenten lavar su figura y tapar sus tropelías quienes bucean en su entrepierna a cambio de determinadas recompensas, lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible (como decía el Guerra, el torero). O si lo prefieren se puede engañar a todos poco tiempo, a algunos pocos todo el tiempo, pero no es posible engañara a todos todo el tiempo (esta es de Abraham Lincoln).
Así que hay que disfrutar el momento y vivirlo a tope y con felicidad. Ya saben, hoy estás aquí y mañana... quién sabe.