VALÈNCIA. No te negaré, que el día que me enviaste la invitación a tu despedida me quedé bloqueado. Aunque el tiempo pasa y es "ley de vida", a veces se hace difícil asimilar, que este lunes, a mi también se me marcha algo contigo.
Hoy pones el cierre a una historia, que posiblemente, ni tú hubieras pensado escribir en letras tan grandes y tan doradas, tan cargadas estas del mayor de los quilates. Pero lo has conseguido con esfuerzo y dedicación, haciendo que, lo de levantarse y caerse una y otra vez, lo definas en su máxima expresión. Has logrado ser la definición perfecta de lo que es la expresión "never give up".
Recuerdo la forma en que nos "conocimos". Las tan denostadas, a veces, redes sociales, en esta ocasión fueron la mano extendida que nos unió y que ha perdurado hasta ahora y a buen seguro, en tu futuro fuera de la piscina siga haciéndolo.
Fue en aquel ya lejano preolímpico en Trieste, que a la postre, empezaría a marcar una carrera que te ha acabado de instaurar en el olimpo de las más grandes de tu deporte, el waterpolo.
Y de ahí a Londres, donde te colgabas esa inesperada medalla olímpica. La primera de tres (ahí es nada), con el colofón de la dorada en París del pasado verano. Nunca olvidaré aquella zona mixta en el centro acuático francés de La Defense. Aquellos ojos perdidos en el horizonte, aquella sensación de no saber aún lo que había sucedido, aquel sueño, que ahora sí, por fin, se hacía realidad y te hacía, si no lo eras ya, eterna.
LLegaría el mundial de Barcelona, con una medalla de oro al cuello, la que nadie sabría, que 11 años después, se convertiría en "una más" de las que han venido posteriormente.
Pocos saben que estuviste cerca de perderte la semifinal y la final. Pero estabas en las Picornell, tu casa, delante de tu gente, la cual te arropaba y animaba sin parar. No podías fallar, no podías defraudarles. Y no lo hiciste, todo lo contrario. Con la salud pasándote una mala pasada, esa fuerza interior que te acompaña desde siempre salió, para en el último cuarto ante Hungría, sacar lo mejor de ti y ser el muro que facilitaba el pase a un partido por el título, donde aquellos brazos estirados a lugares imposibles, facilitaban la conquista del mundo.
Entre medías, aquella tarta de golosinas de la que me encapriché, aquel paseo por el barrio gótico de tu ciudad, junto a tu Mati y tu Jenny y esa visita guiada al "Vaso de Oro", al cual he vuelto, pero sin tener el sabor que me disteis vosotras en aquella primera vez.
Laura Ester Ramos, esencia de unos padres, Felisa y Norberto, que le cargaron de esos valores necesarios para superarse día a día y ser mejor en la competición deportiva y en la más importante, la que te enfrenta continuamente la vida. Los que, como ella, trabajaron duro para dar a sus hijos un futuro (no me olvidaré de Mónica y Edu), que es ya un presente.
Budapest, Río de Janeiro, Tokyo ... Viajes donde he tenido el privilegio de ver crecer tu figura hasta transformarse en la leyenda actual, referente de las más pequeñas que quieren imitar y parecerse a ti.
El "pajarito" vuela de un nido, que a buen seguro, será difícil de volver a llenar.