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Levante in Wonderland

9/02/2023 - 

VALÈNCIA. A pesar de que muchos lo creen, no estamos para chapotear en el lodo ni salpicar a los ojos cuando para el Levante pintan bastos. Es más bonito, créanme, retozar en un jardín de flores si está limpio y huele bien. Son tiempos tranquilos en Orriols, de calma antes de la tempestad y de disfrutar de la buena marcha del equipo que, a la postre, será decisora en la estabilidad económica del club. El ascenso inmediato es vital, mucho, condición sine qua non para demasiadas cosas. La estrategia global está en gran parte supeditada a regresar a Primera y la realidad es que incluso este Levante de récord podría quedar sin premio. “¿Por qué no puede ocurrir?”, pienso cuando me acuerdo de lo que le sucedió al Eibar el año pasado. “No le pasará al Levante”, me autoconvenzo cuando me pongo en plan positivo. O sea, cuando el equipo va segundo o cuando renueva Pablo Martínez. Cuando todo va bien, vamos.

Es lo que está pasando en el Ciutat. Exactamente eso, que hoy casi todo va sobre ruedas. Ya llegarán otros dolores de cabeza y algunos debates encarnizados. Puntos de choque hay para aburrir: vendrán los juegos del hambre del mercado -con o sin ascenso-, vendrán las ventas, vendrán más cuentas. La gestión que ha llevado al Levante hasta aquí fue más que tambaleante, peligrosa, pero ahora el club vive en el País de las Maravillas. Por suerte unas veces y otras por desgracia, el fútbol tiene demasiado que ver con el palo y la zanahoria. Si la pelota entra, todo se ve desde otro prisma. El Levante de hoy es el ejemplo más claro: el ‘Quico, vete ya’ más estruendoso jamás oído en un estadio se ha entonado esta misma temporada. Hace solo unos meses. Conviene recordarlo.

Y no me malinterpreten, no critico aquella tensión. Fue lógica y necesaria, y lo será la próxima vez que la vivamos si es que -Dios no lo quiera- se tuerce el camino y acabamos bajando de la nube. Tampoco reprocho la paz que hoy reina. Al contrario, la celebro. Simplemente no deja de fascinarme lo caprichoso que es este deporte. Lo que sí creo es que, sin que sirva de precedente ni mucho menos de indulto en futuras gestiones, debemos valorar el momento y tirar de ‘Carpe Diem’. Porque, si les digo la verdad, a pesar de haber atravesado el desastre de la ‘era Nafti’, el pasado 13 de mayo no se me hubiese ocurrido mejor forma de llegar a febrero. El Levante tiene un entrenador y un director deportivo con un plan. Elogiémoslo. No todos pueden.

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