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la cantina

Levitar a un metro del agua

30/04/2021 - 

VALÈNCIA. Cuando empiezan a caerte los años encima acabas descubriendo que hay cosas que ya nunca podrás hacer. Como ese día que vas a la playa y ves a los chavales practicando el kite, que es ese deporte en el que navegas sobre una tabla impulsado por una cometa. Los ves salir del agua, entre exhaustos y felices, y dan envidia, la verdad. Casi todos lo hacen por gusto, pero algunos, unos pocos, lo hacen porque compiten con los mejores de España y el mundo. Y ese es el caso de Alex Climent.

Este regatista valenciano de 32 años lleva días machacándose entre Pinedo y El Saler, echándole horas en el mar, porque la semana que viene, del 7 al 9 de mayo, llega a València la Cutty Sark Formula Kite Spain Series (FKSS), un circuito que ya ha pasado por Palma y Palamós y que seguirá en València y, la siguiente semana, en Castellón. Alex terminó segundo el año pasado y está empeñado en recuperar el título que ya ganó en dos ocasiones, pero en su fuero interno toda su actividad, tanto los entrenamientos como las competiciones, se han convertido en un proceso que debe desembocar dentro de tres años en Marsella para luchar por una medalla olímpica en los Juegos de París 2024.

La tarta del día a día de este regatista de Alcàsser tiene demasiadas porciones. El día empieza con algo de aeróbico: una hora de carrera por la huerta o la montaña de Picassent, o tres horas de bici por El Saler, Cullera, Dos Aguas… Luego se va a trabajar en la empresa familiar de productos para hostelería de un solo uso y cuando acaba, a las dos, come algo y se marcha a la playa -últimamente al escenario de la Cutty Sark FKSS-. Si después de tres horas en el mar, aún le queda energía, acaba la jornada en el gimnasio o en casa para trabajar la fuerza. Y así prácticamente cada día.

Alex Climent, en realidad, era judoka. Y bueno. Pero a los 16 años se lesionó de una rodilla y, harto de hacerse daño en todo el cuerpo, decidió dejarlo. Ayudó que cuando iba al Mareny Blau a bañarse, miraba con envidia, como yo, pero con muchos años menos, con 16, a los cuatro ‘locos' que practicaban el kitesurf en 2006.

Un amigo suyo, Francisco, le ayudó a empezar y le dio cuatro nociones. En aquella época había muy pocos practicantes. No solo en València o en España sino en todo el mundo, salvo en Hawai y algunas zonas de Francia. Y tampoco existía la información que hay ahora en YouTube. Pero tiró de instinto y aprendió rápido. Le encantó salir de los recintos cerrados del judo para explayarse en mitad de la naturaleza con un deporte cargado de adrenalina. Y prosperó.

Fue dando los pasos naturales. Primero con el freestyle y luego con el kitesurf. “Me creó una adicción increíble”, recordaba ayer justo antes de salir al mar. Vivió con expectación el pulso con el RS:X -el windsurf convencional- por un espacio en los Juegos de Río y en 2015 dio el salto al kitefoil o hydrofoil, una evolución del deporte que le ha llevado a una tabla con un foil, un apéndice que les permite ir levitando sobre la tabla un metro por encima del agua.

Dice que se ha dado muchos golpes y que al final aprendes a caer para no hacerte daño con el agua, pero que tiene miedo del día que un regatista se dé contra un foil -mide 1,10 m-. Otro riesgo es la densidad de participantes y en València está previsto que haya casi 70 competidores -solo un tercio son españoles-, entre los que estarán el ruso Taradin, el vigente campeón del circuito, Florian Gruber, Martin Dolenc, Connor Bainbridge o el gran Theo de Ramecourt, el tricampeón de Francia que en 2019 ganó el Mundial y el Pro Tour. Y la organización todavía espera que se una -en Castellón se da por hecho, pero falta su confirmación para València- Axel Mazella, el actual número uno.

Los franceses Ramecourt y Mazella, además de nacionalidad, comparten juventud. Mientras que el valenciano Alex Climent tiene 32 años y llegaría a los Juegos con 35. Pero el número uno español tiene claro que puede llegar en plenitud a 2024. Los dos últimos años dejará su trabajo, se desplazará a Marsella o al lugar donde pueda entrenar con algún competidor extranjero con el que pueda seguir creciendo y se centrará única y exclusivamente en los Juegos Olímpicos, la gran cita deportiva de su vida.

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