Hoy es 6 de octubre
Todos saben de la necesidad de vender que tiene el Valencia CF y a esta condena se aferran, lógicamente, con más fuerza. Y comprar… pues qué quieren que les diga: si el Valencia CF va a firmar a un jugador sube su precio exponencialmente solo por ser uno de los clubes más importantes de Europa, en prestigio, digo. Este es un precio que debemos pagar por estar en la élite futbolera, aunque, como ocurriera con los hidalgos del siglo XVII, nuestra condición económica sea más bien pobre.
VALÈNCIA. Vibrante este Mundial de Rusia 2018: excepto el partido inaugural todo parece abierto, sin dueño claro, sin caprichosas decisiones arbitrales, sin favoritos tan claros ya, sin… sin aliciente, la verdad ¿Y por qué digo esto? Pues no sé vosotros, pero yo antes me sentaba a ver este campeonato con la esperanza de descubrir un nuevo valor de mercado, ese “alguien” que el Valencia CF SAD pudiera fichar para completar su proyecto: alguna nota de ilusión, inesperada, sorprendente, ilusionadora. ¿Significa esto que no estoy ilusionado? No, significa que veo el Mundial con otros ojos, con otra perspectiva, quizá algo desencantada, eso sí.
Poco valencianismo respira este campeonato del mundo y me apena que así sea: una buena temporada (la pasada) no puede tampoco borrar de un plumazo los errores de ediciones anteriores y la nulidad de lo fichado en muchos de los casos. Sí, quizá es eso lo que siento cuando estoy viendo los partidos de las diferentes selecciones: detrás de cada escudo parece que anda errático el derroche valencianista de todos estos años pasados, casi como un alma en pena, como aquel fantasma que siempre queda en cada casa abandonada. Por eso, cuando veo a tal jugador o a tal otro y me pregunto cuánto hubiera costado frente a lo que me he gastado por jugadores que no están en esta gran cita futbolística, me viene un pequeño bajón. Pero no solo por eso: el fútbol es un deporte de equipo y tengo la sensación de que haber rodeado con medianías a jugadores como Parejo, Garay, Gayá, y alguno que otro más, también ha influido negativamente en su posible presencia en el Mundial, más allá de que cada uno es responsable único de sus actos y de sus rendimientos.
Veo a la selección de Serbia, de Croacia, de Islandia, de México y a tantas otras, y voy buscando a quién firmaría para hacer más grande a mi equipo. Supongo que a muchos españoles les ocurre esto con sus respectivos clubes, pero me queda la sensación de que aquello que antes podía pasar (firmar una figura emergente) ya no es tan viable. De momento, el Valencia CF juega en una segunda división económica que solo podrá superar si el proyecto es estable y también exitoso, pues no solo con estabilidad se consiguen las metas y los objetivos necesarios. Hay que saber fichar y saber vender: ya sabemos esta sentencia del mercado ¿Pero cómo se hace? Lo de fichar barato ya casi es imposible, y lo de vender caro… no siempre tendremos a un FC Barcelona de turno que nos alivie los números rojos de la cuenta del banco.
Todos saben de la necesidad de vender que tiene el Valencia CF y a esta condena se aferran, lógicamente, con más fuerza. Y comprar… pues qué quieren que les diga: si el Valencia CF va a firmar a un jugador sube su precio exponencialmente solo por ser uno de los clubes más importantes de Europa, en prestigio, digo. Este es un precio que debemos pagar por estar en la élite futbolera, aunque, como ocurriera con los hidalgos del siglo XVII, nuestra condición económica sea más bien pobre.
Por tanto, apuesto por que el Valencia CF guarde las apariencias, pero que no viva de ellas: este equipo necesita reconstruirse de arriba a abajo, y está en el camino de conseguirlo. Y necesita hacerlo para mantenerse unos años en las puertas del éxito, y así subir un peldaño más, ese que se exige, en todos los niveles, para subirse al tren de los grandes de Europa. Y eso se hace de muchos modos. El primero de ellos es la cordura en la estrategia de mercado, pues no nos podemos permitir el lujo de fallar en las contrataciones. Otro en la buena política de ventas, para generar recursos e ingresos sin mermar rendimiento. El tercero es la estructura del club, que es uno de los grandes valores que ahora mismo tiene nuestro equipo. Y, finalmente, hacer del Valencia CF un club tan grande como cercano para los aficionados: eliminar tantas barreras en los campos de Paterna, hacer más viable el contacto de los jugadores con los más jóvenes, porque un simple saludo de un jugador crea un nuevo aficionado de por vida, o dar más cobijo a los medios valencianos.
Y todo esto me viene a la cabeza viendo, en la televisión, cómo Suiza empata a Brasil basando su juego en la lucha, en la honestidad y en la humildad; y sí, sé que algunos estarán pensado cuánto costaría fichar a Berhami del Udinese o al serbio Milenkovic de la Fiorentina, a cambio de Abdenour, Aderllan Santos o Nani. Lo triste para el Valencia CF es que ellos también están viendo el Mundial desde casa y no sé si se preguntan lo mismo.