Quizá, estemos esperando a un Negredo que ya no existe y con ello no seamos capaces de ver al Negredo que tenemos, y poder aprovecharlo tal y como es, en lugar de por lo que fue...
VALENCIA. Una famosa web de estadísticas tiene una sección llamada 'matrix', que es una maravilla. En ella puedes comparar jugadores por rendimiento. Desmenuzarlos en mil datos y gráficos. El otro día me pasé una tarde tonta jugando con eso, confrontando jugadores del Valencia. Se vieron conclusiones muy heavys.
Tipos odiados por la grada tenían números infinitamente superiores a otros que cuentan con la aprobación popular. El caso más divertido fue el de Rodrigo y Negredo. El ex del Benfica calca, cuando no mejora, en datos de rendimiento al madrileño. No sé descifrar si esto es bueno o malo, y mucho menos para quién.
El fútbol, ya se sabe. Si no odias a uno para ensalzar a otro, no eres nadie. Y algo así estamos viendo ahora con el tema de los puntas. Cometiendo los mismos pecados que cometimos con los porteros; en tiempos donde teníamos debates sobre porteros. ¿Se acuerdan? El combo mortal se puede dar cuando se recuperen todos. Y entonces, uniremos los asuntos delanterísticos con los cancerberiles, creando un todo que nos lleve a descubrir los misterios del bosón de Higgs.
Los de ahora, se ve, están repitiendo lecciones del Alves-Guaita. Inmersos en cultivar trincheras mediáticas que les sustenten. Hace demasiado que en los entornos hay gente intentando comerles la cabeza, intoxicando. Estamos viendo las primeras consecuencias. Un chico que era un amor, todo humildad, empieza a esgrimir gestos más propios de divos, negándose a celebrar goles, y a pasearse con desdén por el campo emulando a un eterno cabreado. Intentando sustraer por la fuerza penaltis que por jerarquía no le corresponden. O salir a hablar gratuitamente cuando sus cifras goleadoras en el Valencia son peores que las de Hélder Postiga.
Como si el futbolista no fuera ya de por sí un manojo de ansiedades, les faltaba un entorno empeñado en anularlos con sus cosas. Ya se alzó en verdad ese mantra de que tiene que jugar Fulano, si Fulano está bien. Pero si no lo está, lejos de sentarlo, entonces tiene que jugar junto a Sotano. Porque Fulano tiene que ser titular bajo cualquier circunstancia. Salvo que se llame Rodrigo Moreno.
Hace mucho que a la crítica, y al público en general, le pareció importar un bledo los rendimientos y los méritos de cada uno. Se funciona a gustos, no a lógicas.
Por algo Alcácer y Negredo empiezan a tener cara de dama insatisfecha, que sospecha queridas por las esquinas y guarda su móvil encendido bajo la cama para ver si le pilla con otra. Nadie en esta ciudad está tratando el asunto con naturalidad.
Por ir concretando, si observamos sus números, y sólo nos ceñimos a lo meramente deportivo, no hay una sola razón objetiva que justifique que Negredo siga jugando (o que Alcácer siga siendo suplente). Negredo ha metido 8 goles en algo menos de 50 partidos en un Valencia que lleva anotados cerca de 90 tantos en año y tres meses. Jugó solo, acompañado, en 4-4-2 y en 3-5-2, con el mismo resultado.
De falta de oportunidades no se puede quejar. Tal vez lo único que pueda reprochar es no haber tenido un técnico con más tacto. Pero ya conocemos a Nuno, es así de bruto. Por algo tiene una bomba en las manos a punto de estallar.
Puede que tendamos a simplificar lo del vallecano, y en realidad sea un asunto más complejo que lo meramente futbolístico. Que tenga que ver con su psique, su vida personal, su lesión, su edad, su físico... que se le haya juntado todo y nadie esté sabiendo tratarlo.
Quizá, estemos esperando a un Negredo que ya no existe y con ello no seamos capaces de ver al Negredo que tenemos, y poder aprovecharlo tal y como es, en lugar de por lo que fue.