EL ASTURIANO HA SOBREVIVIDO A CUATRO CIERRES TURBULENTOS

Los finales de mercado que impulsan a Marcelino

10/09/2019 - 

VALÈNCIA. “No sé si va conmigo, pero recuerdo muchos finales de mercado como este”. Así de claro fue Marcelino García Toral el pasado domingo en la rueda de prensa posterior a la victoria del Valencia frente al Mallorca en Mestalla. Y es que no es la primera vez que vive mercados de fichajes tan turbulentos como el que terminó hace una semana.

Entre ellos, el asturiano contó uno con “5 o 6 futbolistas fichados en los últimos cinco días”. Eso sí, le ocurrió “en un club recién ascendido, no en uno tan importante y de Champions como el Valencia”.

Marcelino se refería al mercado que iniciaba la temporada 2006/2007 con un Recreativo de Huelva que volvía a aterrizar en Primera División. Aquel verano fue especialmente movido en el Decano: el técnico apretaba a su directiva -encabezada entonces por Francisco Mendoza- porque no llegaban caras nuevas y la presión del entrenador terminó incluso por trasladarse a la calle.

Finalmente, los fichajes que demandaba terminaron firmando, aunque lo hicieron sobre la bocina. Efectivamente, el Recre contrató a seis futbolistas durante los últimos coletazos del mercado. En tres días, concretamente. El 29 de agosto firmó al meta francés Bertrand Laquait; el 30, a Sinama Pongolle, y el último día llegó la traca final: Beto, Pablo Amo, Javi Guerrero y Juanma Gómez ficharon a pocas horas de cerrar la persiana del mercado. Una jornada sin precedentes en el club onubense, que terminó formando una de las mejores plantillas de su historia.

En julio habían llegado futbolistas como Santi Cazorla, César Arzo, López Vallejo o Iago Bouzón, pero el actual técnico del Valencia no se dio por satisfecho hasta el último segundo. A la postre, y con una plantilla formada a base de la presión del asturiano, logró la mejor clasificación de la historia del Decano en La Liga (8º).

Esta fue la primera, pero no la última ventana de fichajes que un equipo de Marcelino cerró in extremis. Tres cursos después, en verano de 2009 tras haber ascendido al Zaragoza, llegó Ángel Lafita. Lo hizo el 31 de agosto, en el último segundo y acompañado de polémica. De hecho, no pudo ser presentado hasta finales de septiembre.

Fue el episodio de la batalla entre las directivas de Zaragoza y Deportivo de La Coruña en relación al pago de la opción de compra del futbolista. Se retrasó la oficialidad del fichaje hasta el punto de que La Liga tuvo que entrar en el asunto para darle la razón -aunque no definitiva- a los aragoneses.

Es decir, aquel verano Marcelino incorporó un fichaje no sólo sobre la bocina, sino tras un mes de la conclusión del mercado. Y en este caso la experiencia no le sentó nada bien deportivamente: fue cesado en diciembre.

Su siguiente desencuentro en el apartado incorporaciones sucedió en Villarreal, aunque en este caso el cóctel mezclaba importantes desavenencias internas con su propia plantilla. El entrenador de Villaviciosa había adquirido un poder significativo en el área deportiva del club amarillo y sus éxitos en el terreno de juego le otorgaban un crédito que terminó volviéndose en su contra.

Durante el verano de 2016 llegaron al submarino futbolistas como N’Diaye, que costó 7,5 millones y cerró la puerta a jóvenes como el propio Rodri, quien más tarde, ya sin Marcelino, se hizo con un puesto capital en la medular grogueta.

La política de fichajes provocó discrepancias entre cúpula y cuerpo técnico, a lo que se unió un fuerte enfrentamiento con Musacchio -que ya andaba con la mente en Milán- en un partido de pretemporada en Riazor. El asturiano pidió refuerzos en la zaga, el conflicto se extendió a otros peces gordos de la plantilla y, a seis días de jugar previa de Champions frente al Mónaco, Marcelino fue destituido.

Su última experiencia en mercados tardíos, además del recién cerrado, ocurrió precisamente en el Valencia. El verano de 2017 fue especialmente productivo en el área deportiva: Paulista, Murillo y Kondogbia llegaron en las dos últimas semanas de agosto, mientras que Guedes y Andreas Pereira hicieron lo propio el 1 de septiembre, al borde del cierre. De hecho, ninguno de estos cinco futbolistas había entrenado a las órdenes de Marcelino antes de la primera jornada de Liga, pero al término de la temporada se superaron las expectativas en cuanto a resultados.

Según el técnico valencianista, los finales abruptos de los mercados de fichajes son circunstancias que “suceden” y a las que los entrenadores “han de habituarse”. Hasta el momento, de las cuatro experiencias turbulentas que ha vivido, en dos ha terminado sobreviviendo e incluso superando con éxito los objetivos.