VALÈNCIA. Una joven promesa del Valencia CF marchó a un torneo de verano en perfecto estado de salud y regresó, varios días después, al borde de un trágico final. El escabroso suceso, que tuvo a un canterano de 12 años en estado crítico tras regresar de un torneo disputado en Egipto, pasa al terreno de lo legal después de que sus padres se hayan querellado contra la Academia VCF y varios de sus responsables por un presunto delito de lesiones por una supuesta imprudencia grave.
Según informa El Confidencial, la Audiencia Nacional ha abierto diligencias contra el director de la Academia del Valencia CF, el entrenador del equipo de infantiles y otros miembros del área técnica y contra la propia sociedad deportiva como responsable civil por un posible delito de lesiones por imprudencia grave a un menor que formaba parte de sus categorías formativas en el año 2019. La Academia VCF, siempre según el citado medio, sostiene que se ofrecieron todas las alternativas sanitarias posibles a la familia. La primera información sobre este suceso fue aportada por Pedro Morata (entonces jefe de deportes de la Cadena SER) en septiembre de aquel mismo año.
El niño, que tiene ahora 14 años y ha cambiado de escuela deportiva, está poco a poco volviendo a recobrar la ilusión por un fútbol del que no quiso saber nada durante meses después de la traumática experiencia vivida a finales de agosto de 2019, en un torneo (Zed Clubs Cup) que disputó junto a sus compañeros del Infantil de Primer Año en Egipto. La normativa de la Academia permitía que los padres viajasen por su cuenta a tierras egipcias (como así hicieron), pero no entrar en contacto con sus hijos ni interferir con el régimen de disciplina de la expedición.
El 28 de agosto, el chico escribió un mensaje a sus padres para informarles de que se encontraba enfermo y con múltiples síntomas: fiebre, vómitos, diarrea y fuertes dolores en el abdomen. La ausencia de un médico en la expedición dejó al joven a cargo de los cuidados del entrenador del equipo (Vicente Castro), el ATS (José de los Santos) y la administrativa del club (Amparo Banacloy) que habían viajado con los jugadores. Los tres han sido denunciados por los padres, al igual que el director deportivo de la Academia, Marco Otero, y el preparador físico Carles Romero.
El tratamiento con ibuprofeno y antieméticos no funcionó y, al día siguiente, el jugador no podía tenerse en pie en la sesión de entrenamiento vespertina justo antes del arranque del torneo. Los padres, alarmados, acudieron al hotel del equipo tras dos días sin poder ver a su hijo. Allí comprobaron su deterioro físico y pidieron cuidar de él, pero de nuevo las normas internas del club se lo impidieron y quedó a cargo de los cuidados de la administrativa que acompañaba a la expedición. Tras ser avisados de que el suero se había agotado, los padres acudieron con una botella a las once de la noche el 29 de agosto y descubrieron a su hijo en el interior de su habitación del hotel, a solas, con ropa interior manchada por el suelo producto de las diarreas y pasando frío por la climatización de la estancia. Todo esto se recoge en la denuncia tramitada por el Juzgado Central número 3 de Madrid.
Los padres pidieron a los técnicos llevar a su hijo a un hospital, pero se les dijo que no “serviría para nada”, aunque ellos se habían ofrecido a costear el gasto del desplazamiento del menor al centro hospitalario. Además, se insistió en que otros jugadores también mostraban síntomas, así que se achacó a una diarrea pasajera que se remediaría en un par de días. La tensión fue en aumento el día 30 ante el empeoramiento del chico y los intentos de los padres por quedarse con él en su habitación, ya que según su versión el entrenador (siguiendo órdenes de la Academia) les prohibió su presencia en el recinto y que, además, prohibió al menor llamar a su familia.
La tensión estalló a las puertas del hotel, ante acusaciones por parte del director de la Academia de que “estaban exagerando” su preocupación y la insistencia por parte del resto de responsables en que se trataba de una diarrea común. Así las cosas, los padres regresaron al hotel. Al día siguiente, 31 de agosto, las partes regresaron a Valencia en vuelos diferentes.
Los padres vieron de nuevo a su hijo en la puerta de desembarque en la madrugada del 1 de septiembre, “con aspecto cadavérico” tras haber realizado todo el trayecto desplazándose en silla de ruedas y tras llevar días sin comer ni beber. Se lo llevaron de inmediato al hospital de Manises. Primer diagnóstico: “El niño está crítico, que sufre una deshidratación grave y una insuficiencia renal y que hay que llevarlo de urgencia al Hospital la Fe”. Se lo llevaron en ambulancia de inmediato.
A las cinco de la madrugada del 1 de septiembre, el menor tenía los niveles de sodio por los suelos y corría riesgo de “daño cerebral, parada cardíaca, fallo multiorgánico e incluso la muerte”. Fue operado de urgencia por la tarde para resolver una perforación de duodeno. Tras dos semanas en el hospital y ya fuera de peligro inmediato, recibió el alta el 16 de septiembre y el alta de seguimiento tres meses después.
“La perforación del duodeno tuvo lugar como consecuencia de una negligente y grave actuación de los denunciados. Con el inicio de la sintomatología, no se pusieron los medios adecuados para su atención, no hubo control médico específico y se prescribió un tratamiento inadecuado, con administración de medicación lesiva a nivel intestinal, que junto al deterioro ocasionado por la grave deshidratación, produjo finalmente la perforación del duodeno de la que tuvo que ser intervenido con urgencia con riesgo de fallecer”.
En la querella se atribuye a la media docena de denunciados un delito de lesiones por imprudencia grave y se señala al Valencia CF como responsable civil subsidiario.
El Confidencial recabó la versión del Valencia CF en este episodio: “Lo que se realizó en aquel viaje fue correcto y no hubo mala praxis por parte del club. Estamos tranquilos en cuanto a la actuación que hubo. Se ofrecieron todas las alternativas a la familia para realizar la mejor atención al chaval”, indican.
El caso está en manos de la Audiencia Nacional. Mientras, el futbolista recupera poco a poco su ilusión por el fútbol disputando la potente categoría Infantil Autonómica con otro equipo puntero de la provincia de Valencia mientras trata de olvidar una experiencia que le dejó cicatrices en lo físico y en lo emocional.