Que tipos como Marchena supieron entender a la perfección lo que significa vestir esta camiseta y a los díscolos o creciditos les cantaban las verdades del barquero sin necesidad de haber mamado valencianismo...
VALENCIA. Fútbol, fichajes y recuerdos del pasado. Así podríamos resumir en pocas palabras la semana valencianista. Todavía escocidos por la derrota con puntuación a empate del domingo pasado, el club se mueve lentamente para intentar dar normalidad a la parcela más anormal de todas, la deportiva. Con JGP estrenando silla y devolviendo pelotazos en forma de la amenaza de la sanción FIFA, no ha tenido tiempo de relajarse ni lo más mínimo. Y Neville a la suya, manteniendo el discurso de la validez de la plantilla, menospreciando cualquier fichaje que pueda venir. Que como estrategia y aspecto psicológico está muy bien, pero los que vemos esto desde fuera, creemos que es necesario algún movimiento.
Y más tras la filtración, o fuente 'off the record', de lo que sucedió en el descanso. La famosa frase acerca del merecimiento de llevar la camiseta blanca con el murciélago en el pecho. Si damos por hecho que la frase es cosa de Angulo, constataría la necesidad de un cambio, al menos, de actitud. Puede que los dardos vayan destinados a jugadores que piensan que están de Erasmus, al sol y la playa, sin otra obligación que las dos horitas semanales de rigor y pasando de lo que dice el viejo este, que aparte, no se le entiende. Y quizá no tanto a los señalados de siempre, Parejo y compañía, que con sus hordas de haters hacen entrañable cualquier mañana insípida de invierno.
Lo bien cierto es que la verbalización de Angulo -demos por sentado que fue él-, denota un problema. Problema de no saber en que club están los jugadores. Que si, que son mercenarios, o profesionales, y poco les importa quienes han vestido antes la zamarra y cuantas cosas han conseguido los jugadores que antes han pisado el vestuario local. Pero eso es un problema. Alguien les tiene que explicar que están en uno de los clubes más laureados de España. Que vive horas bajas, si quieres, pero con historia, con leyendas y con tíos respetados por los compañeros de profesión. Recuerdo que Otamendi dijo, o quizá fue Mustafi, que el fichaje por el Valencia tuvo su punto de inflexión a favor cuando fue Ayala quien habló con él. Esa es la cuestión. Hacer ver que este equipo es algo más que el primer club de una ciudad que vibra, donde se vive de puta madre y casi nunca es invierno. Y si hace falta explicarlo, se explica. Con una colleja, si hace falta. Que el talento en los pies no viene complementado siempre por una cabeza bien amueblada. Y hoy en día, donde los jugadores se tatúan el brazo entero con el primer sueldo de sus contratos como profesional, es conveniente explicarles cosas. Decirles que significa el Valencia Club de Fútbol. Que para la gente de la antigua General de Pie o Grada Descubierta, el fútbol no entiende de propietarios, sino de verdades. Que han de jugar por el respeto a la gente, como cuando nosotros, en la era, jugábamos a muerte para que la niña con coletas se fijara en nosotros. Que tipos como Marchena supieron entender a la perfección lo que significa vestir esta camiseta y a los díscolos o creciditos les cantaban las verdades del barquero sin necesidad de haber mamado valencianismo. Quiero pensar que gracias al Kaiser, entre otros, la autogestión venció a la cuadrícula de Koeman en la final de copa de 2008 y pudimos emborracharnos de alegría en aquel año que no estábamos para muchas resacas alegres.
Y si Marchena ("Los libros, incluso, me han hecho mejor futbolista") nos queda lejos, que en una de esas sesiones de vídeo les pongan a estos futbolistas carne de reality el excelente reportaje que en su día hizo Paco Lloret en Canal 9 de Ricardo Arias, cuando cumplió 15 años en el primer equipo y que este mes ha rescatado The Barraca en su canal de Vimeo para entender que es esto, que significa ese trozo de tela blanca y el escudo que luce.
Y pongo fuera de esto al entrenador porque él entiende lo mismo que nosotros con el United y el discurso es más sencillo. Pero si quiere ponerse al final de clase, no le hará ningún mal.