Cuando hablamos de si Voro o Setién, de si Marcelino o Berizzo o Karanka (bueno, no, de Karanka no hablamos lo cual lo hace más candidatable)... ¿cuál es la idea?
VALÈNCIA. Deberían prohibirnos a los columnistas especular sobre el futuro de Voro. Por respeto institucional. Como bien indica Mateu Alemany (o Mateo, que hay gente a la que le da cosa llamarle Mateu) hasta que no acabe la temporada no se debe anunciar ninguna decisión. Insisto, es por respeto institucional y por los muchos frentes deportivos en los que el equipo está inmerso de aquí a que acabe el curso. Aunque yo creo que Mateu, o Mateo, lo hace por una maquiavélica inteligencia: como señuelo. Mientras el pueblo habla de futuro de Voro no habla de otras cosas.
La profesión de delegado es imprevisible. Siendo delegado puedes acabar de cualquier cosa. O bien te conviertes en entrenador de élite o bien acabas enajenado en El Chiringuito (un programa de la tele profunda, creo), como Cristóbal Soria, el que era del Sevilla. Hemos tenido suerte con Voro.
Lo que nos está pasando con él es lógico. El meritonismo, en su afán generoso, puso el listón de los entrenadores tan bajo que de repente Voro en la competición con los iniciáticos Nuno, Neville o Ayestarán sale agigantado, en parte porque es tan circunspecto y rígido en sus declaraciones que apenas comete errores no forzados. ¡Qué bien nos iría en la vida siendo más Voro y menos bocazas! Lo que pasa, el pequeño problema, es que el Valencia igual-talvez-quizá-alomejor debería elegir entrenador en función de sus ambiciones, en función de una idea.
Esta semana -qué snob queda decir lo que voy a decir- leí una entrevista al director técnico del Bayern Michael Reschke en El País. A los que somos de pueblo respuestas como las suyas nos deslumbraban. Sobre todo cuando se refirió al crecimiento de Atlético y Sevilla y soltó de bolea: “son modelos en los que no prevalecen las apuestas: prevalecen las ideas”. Qué bonito. ¿Pero las ideas?, ¿qué ideas?
Cuando hablamos de si Voro o Setién, de si Marcelino o Berizzo o Karanka (bueno, no, de Karanka no hablamos lo cual lo hace más candidatable)... ¿cuál es la idea? Qué exótico el alemán del Bayern hablando de ideas. Como insinuando que si hay una idea clara y la toma de decisiones se basa en ella las cosas funcionan e incluso las jóvenes promesas empiezan a carburar en mitad de un escenario favorable.
En los últimos meses el meritonismo se ha puesto a construir una dirección deportiva a la marcha después de desmantelar hace ya cerca de dos años la que había. No sé cómo han podido percatarse de que necesitaban una estructura deportiva, a saber qué les ha hecho pensar que era mejor tener una que, como durante todo este tiempo, no tenerla.
La cuestión es que en este nuevo reseteado del club brota otra oportunidad para, en lugar de seguir haciendo apuestas y dedicarse a la ocurrencia, fabricar un club deportivo con una idea cuya elección de entrenador, cuya elección de jugadores, derive de ella. De verdad, qué exigente es la afición del Valencia -pensarán en Singapur-, con lo fácil que era que Lim sometiera a un examen de inglés a un par de entrenadores candidatos y lo eligiera en base a su slides del Power Point. Ahora, albricias, las cosas están cambiando. ¿Porque están cambiando, no?
Antes de elegir a Voro o Marcelino, dígame usted la idea.