la folgatinha / OPINIÓN

Matrimonio blanco

5/04/2024 - 

VALÈNCIA. Rubén Baraja quiere continuar sentado en el banquillo de Mestalla pese a ser consciente de que en cualquier momento puede sentarse en el sillón de la barbería de la calle Fleet donde Sweeney Todd puede afeitarle el gaznate con su afilada hoja.

Es la conclusión que extraigo de su comentada rueda de prensa del miércoles, más allá de que el foco se ponga en alguna frase -que las hubo muy interesantes, de acuerdo- y en su 'calentón', que tampoco fue tal para los que lo recordamos como jugador en varias de sus comparecencias frente a los medios. Porque el técnico está comedido, mide mejor que cuando era futbolista y suele ser prudente. Además, me consta que está bien asesorado, a nivel externo, para fintar las preguntas de los periodistas. Así que, pese a alguna frase grave que puede interpretarse como un ataque a la propiedad, como, por ejemplo, esta: "Nunca me he quejado de nada y han pasado cosas", el entrenador es táctico en sus manifestaciones y, sobre todo, es un tipo pragmático. 

Baraja sabe desde que firmó que iba a moverse a veces en un terreno embarrado a veces en un campo de minas a veces en un desierto sin una gota de agua en la cantimplora. Y, aunque también es consciente de que el entorno, prensa y afición, lo sabe, aprovecha cualquier pregunta, de tanto en tanto, para recordar que, ¡un momento!, lo que está haciendo en Paterna, él, su cuerpo técnico y su muchachada pese a los grilletes de la propiedad, es una pasada. Y estoy muy de acuerdo, pero el Pipo, que conoce el club y el entorno al dedillo, no quiere que caiga en el olvido que, una vez alcanzado, con creces, el objetivo de la temporada, el curso sea un éxito aunque no se pise Europa la 2024-25. Hacerlo, y está en el rail, sería como si una gimnasta ejecutase un doble mortal con triple tirabuzón vestido con un traje de buzo en una pista de fútbol sala. La temporada hay que ponerla en valor ya. 

Y, por supuesto, tampoco quiere ser el portavoz del club, algo que le irrita y que ya dejó claro cuando decidió su continuidad en junio del año pasado. Por cierto, declaraciones como las de Corona, echándose confeti a sí mismo sin mencionar al entrenador sobre los éxitos de la plantilla, son bastante patéticas. 

Baraja seguirá, excepto giro dramático de los acontecimientos en cuanto el mercado decida qué piezas se lleva del vestuario, y salvo que haya un expolio en el vestuario con el plácet del máximo accionista que lo enfurezca... que todo puede suceder con Peter Lim o su hijo al volante. A corto plazo no tengo dudas. Siente que ha puesto en pie un edificio firme asentado sobre arenas movedizas y quiere mantenerse como jefe de obra.

Pero si constata que seguir es entrar en un bucle de ventas de talento y descapitalización que lo obliga a exprimir la ubre de Paterna, decidirá marcharse. Y a eso, desgraciadamente, vamos, porque el club está en manos del mercado y de los Lim.

Es cierto que el técnico ha decidido aceptar las reglas del juego del banquillo al que juega Peter Lim desde Singapur, un divertimento que, según los trompeteros del club, pasa a manos de su hijo Kiat. Pero lo hace por pragmatismo e interés personal, y una carga importante de cariño hacia el escudo que llevó en el pecho durante 362 partidos y lo encumbró como leyenda del murciélago. Por eso se muerde la lengua y no rocía de gasolina la sala de prensa de Paterna, aunque le tiendan el mechero y el bidón de combustible.

Meriton sale beneficiado del comportamiento de su entrenador que, además de no ser hostil como todos sus predecesores porque prefiere ser estratega aunque tenga los mismos motivos para dinamitarlo todo, ha hecho una gesta deportiva este curso que no sé si el club la pondera lo suficiente. La séptima plaza que alcanzó en Granada es un prodigio.

El matrimonio Meriton & Baraja es uno de conveniencia. Un casamiento para obtener beneficios, deportivos en este caso, también económicos, en el que no hay más vínculos. Solo el cariño del entrenador hacia el escudo, hacia la entidad. Es un matrimonio blanco, no hay consumación carnal. A largo plazo acaba en divorcio.

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