/ OPINIÓN

Maxi, ¿olvidaste que eres delantero?

4/01/2022 - 

VALÈNCIA. Llevo tiempo queriendo hacer una reflexión sobre Maxi Gómez y sus prestaciones dentro del terreno de juego. Y, la verdad, es que he tardado porque siempre me da una de cal y otra de arena… es como si nunca llegase a saber cuál es el auténtico Maxi cuando está en el campo: si es imprescindible por lo mucho que aporta o si es totalmente prescindible, por lo poco que suma.

Se trata de un futbolista importante: de eso no hay duda alguna. Es una apuesta fuerte, que vino de la mano de Mateu Alemany, y que sacó a Santi Mina y bastante dinero, del club valencianista. Esperábamos un goleador nato, un cazagoles contrastado, a pesar de su juventud. Pero la realidad es otra bien distinta ya que el promedio goleador es realmente bajo en los años que lleva aquí: no es letal dentro del área, pero tampoco lo es fuera de la misma. Ciertamente, no sé dónde es letal este delantero.

Carece de velocidad como para ser un referente en el contraataque. No tiene uno contra uno, ni destaca por su visión de juego: suele llegar tarde al desmarque, suele meterse por detrás de los defensas esperando el remate y tiende a caer, en diagonal, a la banda derecha, excesivamente escorado. La virtud de este delantero pasa por ser un incordio para los defensas: convierte el uno contra uno es un codo contra codo y la velocidad la suple con una manera de colocar el cuerpo para que le dé ventaja en el movimiento rotativo y así ganar la posición. La visión de juego se transforma en astucia extrema y en acalorados ademanes cada vez que siente el contacto. Todo eso está bien, pero tampoco me vale.

No voy a negar la valentía del delantero charrúa y su mucha calidad, cuando quiere, en los dos casos. Tampoco voy a negarle que llega a ser desquiciante su marcaje, por esa capacidad de incomodar, por encima de todo. Pero esto va de jugar al fútbol, de meter más balones que el rival en una portería, de dar juego al resto de compañeros, de moverse como una serpiente dentro del área pequeña, de ir siempre un paso más rápido que el defensa. Esto va de todas estas cosas y no de dejarse caer, partido sí y partido también, de buscar el penalti a toda costa, aunque tenga la portería enfrente y la posición ganada ante el defensor. Esto va de rematar con convicción y con precisión. Esto va de ser letal cada vez que te llega un balón por alto (por cierto, yo no sé quién dijo alguna vez que Maxi era un delantero especialista en el remate de cabeza: basta con que revise sus últimos treinta remates por alto y compruebe los números y la forma de hacerlos de sus pocos goles).

Raúl de Tomás visitó Mestalla el pasado día 31 de diciembre. No marcó y, es más, falló una ocasión clara, pero dio una lección de movilidad, de juego, de aperturas a banda, de gestión del ritmo, de salidas bien dirigidas al contraataque, etc. Maxi no: luchó, sí; falló su ocasión con un remate fallido, sí; pocas veces supo gestionar su posesión de balón y no ofreció movilidad que provocara espacios por los que entrar Guedes o la segunda línea, sí. Eso es así, y negarse a verlo condiciona la manera de entender qué se le puede exigir al delantero titular del Valencia CF.

Maxi Gómez tiene muchas virtudes, sin duda; pero dentro de ese abanico de cosas que puede aportar también está el jugar algo más al fútbol y el olvidarse del choque, del engaño o de la falta provocada en medio campo. El Valencia necesita que su delantero centro titular haga, como mínimo, quince goles y Maxi está muy lejos de alcanzar esa cifra este año; y lo estuvo también, en los años pasados. Por eso, cuando el club valencianista lo fichó, su valor de mercado rondaba los 40 millones y hoy, tres temporadas más tarde, vale justo la mitad. El caso es que lleva cinco amarillas y una roja por doble amonestación, es decir, más del doble de sanciones que de goles (solo 2 en liga). Véase que, además, uno de sus dos goles resultó intrascendente, en la victoria contra Osasuna, por 1-4. Y en copa, contra dos rivales de muy inferior categoría, jugó un total de 150 minutos marcando cero goles.

El balance es pobre: de momento, en liga, ha marcado con el Valencia CF un total de 18 goles en 79 partidos, lo que hace una media de 0,2 goles por partido, así que necesita cinco partidos para marcar un gol y unos nueve remates para conseguir su objetivo anotador. La media nos da unos seis goles por temporada, aunque lo normal es que esto se modifique y mejore, pues aún estamos con una temporada en marcha. El primer año de Maxi en Vigo metió 18 goles y el segundo 13 goles, añadiendo, además, 11 asistencias en los dos años. Desde que está en el Valencia la faceta de asistente también se ha relajado un poco: en tres años, nueve asistencias. Creo que el declive es importante, notorio y evidente.

También en las lesiones: en sus dos años en el Celta solo se perdió dos partidos por una lesión de tobillo. En los tres años en el Valencia CF acumula nueve partidos ausente por lesiones varias, que hubiesen sido más si no se hubiese cancelado la Liga en plena pandemia, cuando el futbolista padeció una fractura metatarsiana. Es decir, por aquí también hay una involución y cabe preguntarse a qué se debe tanto problema muscular en las dos últimas temporadas.

Me preocupa el bajo rendimiento futbolístico del excelente delantero charrúa. No se trata de criticar, sino de mostrar cierta preocupación por unas prestaciones que veo muy lejanas de lo que se esperaba de él. Debe cambiar ya ese hábito de guerrero sin causa, porque se trata de jugar al fútbol, de mover un baloncito con criterio, de rematarlo con la precisión adecuada para que acabe entre los tres palos y no dé en un defensa o se marche fuera, por mucho, además. Se trata de que espabile de verdad, porque, si no es así, el único perjudicado será el Valencia CF, que no tendrá rendimiento fuera ni dentro del campo, y eso sí me preocupa.

Maxi, querido, despierta. Si conseguimos que sumes mucho más (y estás sobradamente capacitado para ello) te harás grande y nos harás más grandes a nosotros. Ya sé que sumas otras muchas cosas, pero, al final, son insuficientes o no llegan a cubrir todas las carencias que tenemos. Ahora mismo estás en un bajo nivel futbolístico: piensa el motivo sin mirar a los compañeros y reflexiona si, cara a portería y con el balón en los pies, estás fino. Eres delantero, nunca lo olvides.

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