OPINIÓN

Mediocridad

Mediocre está siendo la respuesta del entrenador en este sentido, porque se ha instalado en un razonamiento que él cree que da equilibrio al equipo, pero que no lo hace. Como diría un psicólogo: debe salir de su espacio de confort, porque con ese riesgo conseguirá que una plantilla que se ha vuelto a acomodar salga de su letargo y entienda que hay que ser competitivos siempre.

25/10/2018 - 

VALÈNCIA. Aquello de que en el punto medio está la excelencia lo crearon los estoicos ante la incertidumbre de los extremos, siempre cambiantes y radicales en sus consecuencias. Los modernos quisieron ver en ese mismo punto medio el equilibrio necesario porque la balanza solo marca lo justo cuando logra quedarse en perfecta simetría. Y nosotros hoy vemos un peligro quedarse en el medio porque indica poca implicación en las cosas, o, simplemente, algo anodino: es decir, mediocre. Como diríamos, “ni chica ni llimonà o ni fu ni fa”. Pues eso: empate.

No se me ocurre mejor palabra para definir al actual Valencia CF: necesita romper esa mediocridad de juego y de actitud que está mostrando en todas las líneas, excepto en algunos casos puntuales. El diseño táctico del equipo está siendo (y no es un calificativo despreciativo) mediocre, es decir, ni acaba de defender tan bien como se espera ni acaba construyendo y destruyendo el juego propio y del rival respectivamente, ni es capaz de romper las líneas defensivas de las defensas contrarias. Eso es: se diluye en el centro de todo y a nada alcanza. Mediocre está siendo la respuesta del entrenador en este sentido, porque se ha instalado en un razonamiento que él cree que da equilibrio al equipo, pero que no lo hace. Como diría un psicólogo: debe salir de su espacio de confort, porque con ese riesgo conseguirá que una plantilla que se ha vuelto a acomodar salga de su letargo y entienda que hay que ser competitivos siempre. Marcelino es un buen técnico que juega, por primera vez en su vida, la Champions, es decir, está en su punto medio personal y debe salir de esa medianía para dar un salto más alto, más largo, hacia esa tarima que le encumbre a ser un excelente técnico. Deberá revisar si ese lastre no es, acaso, su incapacidad de renovar constantemente su dibujo táctico: ni juega al toque ni al contrataque.

En la estrategia el Valencia CF debe hacer algo más. Nuevamente estamos ante un equipo que “ni pincha ni corta”, porque ni acaba de defender bien las jugadas a balón parado (el martes te las remataron casi todas) ni acaba por dar resultados su propuesta ofensiva. Me preocupa sobremanera el estado de forma de Parejo: en este sentido parece el perro del hortelano que “ni come ni deja comer”. Ni juega ni hace jugar. Mediocre en sus decisiones permanentemente, a pesar de ser el único capaz de arrojar algo de calidad sobre el campo. Sus desconexiones son graves. Muy graves ¿por qué hay que disfrazarlas o decir que hay que darle continuidad? Parejo tendrá continuidad, sí, claro que sí, con un Valencia hundido: que recupere su forma y su equilibrio en los entrenamientos. Su juego es mediocre porque así lo dicen los números. 

Y lo mismo ocurre con Rodrigo Moreno, al que le pondríamos un lazo en la cabeza para vendérselo ya mismo a cualquier equipo. Es el mismo jugador que era, salvo el oasis del año pasado. Toma decisiones mediocres, sin claridad, controla el balón de manera mediocre y ha tenido alguna actitud dentro del campo, mediocre. No es un futbolista mediocre: además de ser buen chico, es capaz de levantar un estadio. Solo digo que ahora solo destila mediocridad y debe pensar que, si sigue así, no vendrá nadie a por él la próxima vez y tendrá que vivir en esa medianía del “pudo ser y no fue”, así que si tiene aún pajaritos en la cabeza, que los espante de una vez y piense que incluso el resguardo de la Selección ya peligra.

Me parece mediocre el juego de Cheryshev, lo dicen también sus números en conjunto: con un 35 % de acierto en los pases (sean donde sean) y un estado físico siempre en el límite no puede calibrarse de una mejor manera su rendimiento. Un futbolista profesional no puede fallar más de la mitad de sus pases en un partido de una manera sistemática, se llame como se llame. 

Batshuayi y Gameiro están siendo otras dos medianías: el uno por actitud y el otro porque, de momento, no puede tener un acierto del 6 % de tiros a puerta. Viven en su lugar de confort, en ese cubrir el expediente que a ellos mismos les deja contentos, pues tampoco están poniendo más de su parte para cambiar la situación. Son buenos futbolistas (más el galo que el belga, aunque suene raro) que viven aún de su cromo, de lo bien que quedan en la foto con este escudo. Más de la mitad (sin medianías) de nosotros, sin calidad alguna, sudaríamos sangre por jugar un minuto con esa camiseta en el pecho. Más de la mitad, estoy seguro, porque hasta la fecha los únicos que no han sido mediocres en ningún momento, han sido los aficionados, que siempre han estado ahí. 

De momento, son pocos los futbolistas que superan la mediocridad imperante: Neto, Gayá y Coquelin. También Jaume estuvo acertado en su día. Pero son pocos para ir descompensando la balanza hacia el éxito y el triunfo. Se reguló muy bien Gabriel Paulista; y Kondogbia, cuando puede. Los demás están en el lado de lo mediocre y este juego y alternancia hacen que no perdamos, pero también que no seamos capaces de ganar. Pues eso: empate, el punto medio, la medianía que puede acabar transformándose— a ver qué pasa— en algo mediocre.

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