VALÈNCIA. Escribo este artículo el jueves por la mañana y lo primero que se agolpa en mi cabeza futbolera es el doble partido de Champions que tuvimos el placer de disfrutar el pasado miércoles. El fútbol de altura me gusta, me entretiene y me hace viajar en el tiempo de forma sibilina y francamente triste a la vez. Les explico.
Ese Valencia de Champions...
Y sí, veo estos cuartos de final de Champions y mi cabeza, cabezona que sin duda lo es, me traslada a ese Valencia que jugó dos finales de ese torneo. y cerca estuvo de ganar uno que perdió por lanzamientos desde el punto de penalti. En esa final lloró Cañizares y lloramos todos los que sentimos un murciélago anudado en nuestro corazón blanquinegre. Y eso sucedió. Y ahora, justo es reconocerlo, ya ha pasado el tiempo, y tristemente también ha pasado la sensación de que ese equipo que llevamos en el corazón está viviendo sus momentos más tristes y más duros. La Champions, esa competición del Villarreal o del Real Madrid, queda absolutamente lejísimos y solo nos queda observar desde fuera hacia donde camina el fútbol español. El Valencia sí fue un club grande. Pero ahora la verdad es que no. Meriton nos la ha clavado doblada.
El presente
Y el presente del Valencia es caprichoso y algo ruinoso. De ser un equipo puntero en la Liga española y tener siempre una merecida plaza de Champions hemos pasado a ser una escuadra que languidece en la Liga y que tiene el objetivo de Europa como a mil kilómetros de distancia. Pero nuestro equipo es el mismo, nuestro corazón anida junto al rat penat, y pese a que vivimos con una impostura a los mandos de nuestro entrañable Valencia... nuestro corazón siempre acompañará al equipo de nuestro corazón.
La final de Copa
Y ahora tenemos una atractiva final de Copa donde la propiedad lo único que hace es tirarse piedras contra su propio tejado y no para de hacer el ridículo en todos los observatorios de nuestro querido fútbol patrio. Convoca la Federación una reunión en Madrid para hablar de las condiciones de la final...y no asiste nadie del Valencia. La Federación distribuye las entradas de esa final y el propio club, el propio Valencia, se queda muchas más de las que se queda el Betis robándoselas a los aficionados que sí se merecen que su club de toda la vida les ofrezca una pequeña alegría.
Y pese a todo
Miren, yo lo tengo claro. Meriton no se merece una final de Copa ni lo van a saber valorar. No descarten, incluso, que el Murthy ese que no para de manchar el escudo de nuestro equipo sea capaz de cargarse a Bordalás como sí que hizo con Marcelino nada más acabe esa final. Bien, pese a todo eso, voy a ser sincero con todos ustedes. Esa final de Copa, merecida o inmerecida, me da igual, la van a jugar todos ustedes con ese corazón valencianista que nunca les abandono. Y? Pues les voy a ser sincero. Si ganamos la final me alegraré a lo bestia por todos ustedes. Pero si la perdemos me alegraré también por sentir que el valencianismo de verdad ha vuelto a vibrar un poco con su fútbol...y eso ya es mucho. Muchísimo.