Hoy es 6 de octubre
VALÈNCIA. Disculpe usted este capricho distópico de, a estas horas, con la que está cayendo, ponerme a recordar aquel día -de la semana pasada- en que Juan Cruz, en el AS, tildó de circo romano a Mestalla, un circo romano inhumano y por civilizar, entendimos.
Cada uno tiene propósitos concretos, o debería, en el año del Centenario. Manías. La mía, creo, pasa por poner un empeño granítico en desenpolvarnos de tópicos con los que otros nos etiquetan tal que a una res.
Cruz, Juan Cruz, elaboró en el diario un paralelismo a propósito de la expulsión de Cristiano en Mestalla y la reacción del público. Frases como “el graderío valencianista vociferaba a favor de la desgracia de Cristiano”. O “lo que pasó en Mestalla me produjo una infinita vergüenza por el género humano apiñado en la grada”. Y también: “Mientras Cristiano reclamaba al árbitro y lloraba, los gestos de regocijo y de burla convirtieron el momento que se vio por televisión, y que se vivió en el campo, en un espectáculo parecido al del circo romano".
Ajá. Recapitulemos… Vergüenza. Género humano apiñado. Regocijo y burla. Circo romano.
Es inevitable, para empezar, no sentir ese síndrome de extranjería que muchas veces los analistas de centro confieren a clubes, hinchadas, que aún siendo de un mismo país parecen muy lejanas. Las palabras de Cruz emanan comprensión y proximidad con Ronaldo, abstracción y lejanía con Mestalla.
Se le suma el desdén, la identificación del público mestallero como ogros acabados de destetar. Cansémonos de digerirlo, de aceptar imaginarios que no son.
Juan Cruz decide, no gratuitamente, victimizar a Cristiano y dotar al valencianismo de la categoría de verdugo. Y es así cuando se monta su particular circo romano. El circo está en sus mirada de las cosas, en la asimetría con la que ve a unos y a otros. Habla de “la desgracia de Ronaldo”. ¿Desgracia?, ¿qué desgracia? ¿Por qué individualizar en él la suerte y no fijarse en que el rival también participaba? Quien convierte el espectáculo en un circo romano es aquel que falsea la condición de Cristiano, ocultando un lance natural en el que se enfrentó -levantado- a un defensa que estaba en el suelo. ¿Quién es la víctima entonces?
Quizá Mestalla debió reaccionar con silencio, disfrazándose de plañideros y acompañando el fatal desenlace del portugués con gesto compungido, sorteando la lógica de sentirse beneficiado por la expulsión de un rival poderoso.
O eso o que el querido analista se quite de encima los prejuicios y la mirada descompensada para que deje de ver circos romanos en el ojo ajeno.