VALÈNCIA. Les voy a escribir un artículo más demandado por mi cabeza que por la triste realidad que se ha apoderado del Valencia de la mano de un Peter Lim que en el fondo es una vergüenza para todos aquellos, como yo, que sienten pasión por un club como el Valencia que ahora está en manos de un botarate que sí se los lleva a su bolsillo.
Y el asunto en sí, lo que de verdad me preocupa en estos momentos, no es si el Valencia va a construir un estadio sin alma y seguramente pobremente construido. Me preocupa, como amante del fútbol y con algunos años a mis espaldas, que estemos a un paso de decir adiós a un coliseo mágico como lo es el entrañable Mestalla, y en su lugar apoyemos la idea de elaborar un nuevo estadio -ojo, si es que el final se construye de verdad, que tengo mis dudas- con dos duros en el bolsillo y con la idea, del todo mentirosa e improbable, de que Lim y Murthy sí se pongan las pilas para construir un nuevo estadio...algo del todo imposible, conociendo la catadura moral de ambos elementos.
Mestalla no es un simple coliseo parido para el mundo del fútbol. Mestalla encierra en su interior un montón de años de vida y un montón de ilusiones enormes alrededor de un equipo de fútbol. El estadio, eso sí, ya tiene sus años e indudablemente si al principio era un coliseo construido en las afueras de la ciudad, en estos momentos tiene su alma abierta directamente casi en el centro de Valencia ciudad. Por eso, decirle adiós a tantos años de historia dejando el futuro de la sociedad en manos de sujetos tan sospechosos como los que están a los mandos del Valencia, provoca una tristeza y un desarraigo tremendo. El futuro pinta de un color gris que pone los pelos de punta. Y yo por eso me centro en el presente y en todos los años de historia del club de nuestros amores.
Les voy a ser sincero. Pienso en el futuro del club que llevo cosido a mi corazón, obviamente les estoy hablando del Valencia, y me da pánico pensar en lo ponzoñoso y marrano que puedan estar pensando Lim y Murthy para un futuro casi inmediato. Que en sus manos y en sus decisiones esté el futuro de una joya como Mestalla me pone los pelos de punta. Decir adiós a tantos años de historia y de sentimientos, dejando el futuro inmediato de la sociedad en manos de sujetos tan impresentables como los actuales responsable del Valencia produce vértigo y un pánico tremendo.
Que Tebas haya logrado un crédito para los clubs importante, pero que ese crédito vaya a parar a manos de unos impresentables como los actuales dirigentes del Valencia, me produce pánico y una pena tremenda. Miren, yo al Valencia lo amo desde muy pequeño, casi desde que nací. Estudié en un colegio de Madrid y era el único valencianista de una clase dominada casi al cien por cien por un sentimiento madridista casi incontrolado. Luego con el paso de los años me di cuenta que mi tío carnal, el doctor Ribes, era el médico oficial del Valencia y que yo mismo, años más tarde, fui parte del Valencia Club de Fútbol de la mano de un señor llamado Arturo Tuzón al cual le tengo reservado un lugar entrañable justo donde anida mi corazón.
Bien, con tantas imágenes archivadas en mi cerebro no puedo evitar sentir pánico por lo que se intuye como un futuro inmediato por parte de los máximos accionistas de esta mercantil. Construir un estadio que parece imposible de construir y hacerlo con poco dinero en el bolsillo da pánico lo mires como lo mires. Si lo construyes creando una 'caquita' de estadio y eso, encima, provoca que el entrañable Mestalla desaparezca del mapa para dar paso a un estadio sin alma y de la mano de Peter Lim, me pone los pelos de punta. El futuro me pone triste y me encantaría decirles que el futuro del Valencia está en buenas manos. Pero no es cierto. El futuro es complicado, la mercantil Valencia Club de Fútbol SAD está tristemente en manos de unos botarates que no ofertan ninguna acción con algo de alma noble en su interior. Pero miren, pase lo que pase, yo seguiré siendo del Valencia... y conmigo siempre tendrá un sitio de honor en mi corazón el entrañable coliseo de Mestalla.