VALÈNCIA. Pepe Bordalás confirmó en rueda de prensa lo que hacía mucho tiempo que todos sabíamos. El Valencia está obligado a vender jugadores por un valor de, entre 70 y 75 millones de euros, antes de acabar la presente temporada. Es decir, que la continuidad de futbolistas como Carlos Soler, Gayà o Guedes, por poner los ejemplos más relevantes, está en el aire. A día de hoy, estos tres jugadores son los únicos de la actual plantilla que tienen buen cartel. El club podría sacar algún beneficio en el caso de que, como todo parece indicar, sean traspasados. A Bordalás ya le han dibujado un panorama lleno de negros nubarrones. Y por ello, el entrenador no ha dudado un segundo en anunciarlo a los cuatro vientos para que nadie se llame a engaños.
El futuro deportivo del Valencia no pinta bien. Nada bien. La plantilla se debilita cada temporada que pasa. La próxima será la tercera consecutiva que el vestuario vea los partidos europeos por la tele. Este año, además, parece que el retroceso cualitativo será todavía aún mayor que el del curso pasado. Porque el club está tieso y Peter Lim no está por la labor de auxiliarlo. Miren como están las cosas que Bordalás, además de desvelar públicamente la que se nos viene encima, ya ha comenzado a ponerse la venda antes de la herida. “Si hay salidas tiene que haber llegadas. Entiendo que se tenga que vender, pero el club tiene que reforzarse para estar arriba. La Liga española no perdona. Obviamente, como se dice, milagros a Lourdes”, sentenció el técnico antes del partido contra el Celta.
Bordalás no lo ve claro. Nada claro. Quiere continuar en Mestalla pero sabe que la próxima será una temporada para sufrir. Europa suena a quimera. Porque, entre otras cosas, el entrenador es consciente de que el club no está por la labor de realizar un esfuerzo en fichajes para cubrir las vacantes de jugadores importantes. Por eso, y ante la falta de parné con el que ir de compras, lo único que puede salvar al Valencia en lo futbolístico es una gestión diligente: una buena dirección deportiva, libertad acción y rapidez de reflejos. Pero de eso también andamos huérfanos. El club siempre llega tarde a todas partes. Si no se trabaja con celeridad, como llevan haciendo desde hace mucho tiempo otros equipos de menor enjundia, los mirlos blancos acaban volando hacia otros destinos.
En temporadas de crisis económica, como la que se atraviesa en Mestalla, la historia de este club centenario siempre nos dice que hay que mirar a la cantera. Porque de Paterna siempre han salido futbolistas que, tras dar el salto al primer equipo, han logrado asentarse. Algunos de ellos, incluso, han llegado a ser leyenda viva del Valencia. Pero la Academia parece que tampoco anda sobrada de futuras estrellas. Porque el entrenador ha preferido tirar del juvenil antes que hacerlo del filial cuando ha necesitado completar la convocatoria. Y eso es muy sintomático. Por este motivo, y tras todo lo expuesto anteriormente, creo que le voy a hacer caso a Bordalás. Ya tengo hecha la maleta para ir a Lourdes…