Hoy es 22 de noviembre
GRUPO PLAZA

La atleta de Ibi representará a España en lanzamiento de peso de la clase F36 Miriam Martínez: “Debutar en unos Juegos Paralímpicos es un baile que no he dejado de intentar nunca”

Miriam Martínez: "Competir en Tokio es un salto mortal en la vida"

28/07/2021 - 

VALÈNCIA. El 1 de septiembre Miriam Martínez saldrá a la pista de atletismo para participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021. En un estadio sin público —debido a la Covid-19— representará a España en lanzamiento de peso de la clase F36 y demostrará, como lo hizo en el Europeo de Atletismo Paralímpico en Bydgoszcz, que las metas se alcanzan con trabajo y dedicación, pero también con esa sonrisa que de forma natural que ilumina su rostro al entrenar. Una fecha también especial para ella pues ese día hará un año que empezó a entrenar esta disciplina deportiva.

Un hito, el de acudir a unos Juegos, que para la propia Miriam era impensable ocho meses atrás, cuando empezó a entrenar y superar cada uno de los obstáculos con los que se fue enfrentando tras sufrir un derrame cerebral por una enfermedad autoinmune neurodegenerativa. “Participar en unos Juegos Olímpicos es algo que sueñas desde pequeña, pero no de esta manera, en hacerlo en unos Juegos Paralímpicos, pero cuando tienes el accidente y la enfermedad, ¿por qué no soñar con lo más grande?”, comenta Miriam.

Un sueño que está a punto de cumplir y que comparte con su padre, que ha sido su gran apoyo en el deporte desde pequeña. “Cuando estaba volviendo a aprender a caminar, dejaba el andador, las muletas o el bastón y no podía avanzar ni 20 metros hasta que mis piernas se arquearan y cayera al suelo. A penas caminaba y ni corría y un día nos miramos y me dijo: ¿te imaginas que un día vas a las Olimpiadas?”, recuerda casi sin hacerse la idea de que en unos días marchará hacia Tokio. “Ha sido un sueño en común porque desde bien pequeñita me sentaba en los pies de mi padre para ver los Juegos Olímpicos pero jamás nos hubiéramos imaginado que un día iba a estar ahí”, explica.

La atleta de Ibi no oculta su tristeza por no poder ver a su familia sentada en las gradas pero, debido a la crisis sanitaria, no es posible. “Cuando me comunicaron que no podía haber público me puse muy triste porque para mí hubiese sido muy importante verles allí conmigo, pero sé que los tendré al otro lado de la televisión apoyándome. Ese 1 de septiembre es la gran recompensa de todo ese dolor que han sufrido ellos también”. De hecho, ese día “va a ser el mejor de mi vida sin diferencia”.

Tanto es así que para ella ir a Tokio es “un triple mortal en la vida, un baile que no he dejado de intentar día tras día y que ese momento va a ser el vals final; un momento apoteósico que al pensarlo tengo mariposas en el estómago”. Pero una vez en la pista y mirando al horizonte para lanzar el peso, Miriam va a recordar todos aquellos momentos que ha pasado para cumplir su sueño y que finalmente le han llevado hasta Japón: “Ahora que estoy en la cima tengo que sentarme con los pies colgando, ver lo que he pasado y sentir ese vértigo lanzándome al vacío y sonriendo. Voy a tener ese carácter competitivo que me caracteriza y voy a subir a ese cajón como sea y, cuando ponga ese pie derecho, que es el que siento, voy a sentir el hormigueo de mi vida”.

El deporte como medicina

El deporte ha sido para Miriam su mejor terapia desde que el 14 de noviembre de 2018 su vida cambiara por completo. Aquel día tuvo lo que ella denomina ‘accidente’: “era la jefa de expansión de una empresa y me encontraba en Bilbao dando una charla pero sentía que algo no iba bien porque tenía el brazo, la pierna y la cara dormida; así que cogí el coche, conduje no sé cómo hasta el hospital, y me quedé inconsciente al llegar”. Lo siguiente que recuerda es que los médicos le dijeron que tenía el cuerpo paralizado y comunicó como pudo a su madre que estaba en el hospital: "Diez horas después vino mi madre y vio como su hija con 28 años recién cumplidos con mitad cuerpo paralizado intentando poner una sonrisa pero sabiendo que la vida le había cambiado por completo”.

Miriam permaneció varios meses en el hospital y estuvo 23 días en la UCI “intentado pelear por salir de la mejor manera y sin muchas secuelas —tiene parestesia en el brazo y la pierna izquierdo y en la cara—”. Fueron meses complicados. Tuvo que volver a aprender a tragar, a caminar y a respirar, pero aún así no se derrumbó e incluso tuvo la fortaleza de levantarse por sí sola cada vez que se caía porque “no quería ser una carga para nadie”. La joven recuerda que “después del accidente me ilusioné por vivir y por seguir adelante y el pensar que volvería a correr fue lo que me mantenía fuerte y con una sonrisa puesta todo el día”.

La atleta supo desde el primer momento que debía reinventarse y dejar atrás aquella vida que tuvo antes del accidente, por eso “me aferré totalmente a la posibilidad de vivir de otra manera porque siempre hay que pelear con la vida para que no te pise mucho”. Y esa energía que le animaba a seguir era el deporte, al que Miriam considera como su salvación: “El deporte me ha salvado; siempre ha formado parte de mi vida así que decidí volver a él”.

De hecho, Miriam fue jugadora de fútbol sala semiprofesional e incluso jugó con la selección valenciana durante muchos años. “Desde muy pequeña mi pasión era el fútbol y mi madre me reñía porque siempre tenía un balón en los pies y rompía algo”, dice la joven casi escuchando a su madre. Por eso fue el deporte que probó primero: “el fútbol es algo tan natural a mí que incluso me pareció mucho más fácil que volver a aprender a respirar o tragar. Al ver que a penas podía caminar y estaba corriendo detrás de ese balón mis padres lloraron de la emoción”, comenta recordando cómo soltó las muletas para ir tras un balón.

Esa pasión le ha llevado a conseguir cada una de las metas que se ha propuesto, ahora fijadas en el lanzamiento de pesa. Por eso, aunque también forme parte de la selección de fútbol paralímpico, Miriam centra sus días en perfeccionar la técnica del lanzamiento y superar su marca. Un deporte que siempre le llamó la atención pero fue su padre quien realmente le introdujo en este mundo: “cuando ni siquiera podía correr, mi padre fabricó una jabalina, me trajo una bola de peso y un disco y lanzaba sentada, con gomas o entre sus brazos”. Aquello hizo que Miriam tuviera una sonrisa de oreja a oreja y que su familia fuera feliz al verla. “El lanzamiento era lo que me permitía sentirme muy viva, era como volver a ser la persona de antes y me quedé con la modalidad que más me hacía sentir viva, que era el lanzamiento de peso”, detalle.

Una trayectoria meteórica

Su deseo de alcanzar sus metas deportivas le llevó a trasladarse a Gandia para entrenar junto a Ainhoa Martínez. Además, en el grupo de entrenamiento del Club de Correr El Garbí entrena junto a Kim López, Héctor Cabrera y Juanvi. “Cuando empecé ya en serio, en septiembre, siempre confiaron en mí, me dieron consejos y me dijeron que tenía mucho potencial pero que debía tener los pies en la tierra", reconoce. Allí demuestra cada día su alma luchadora pues en alguna ocasión ha terminado del entrenamiento con las piernas tan cansadas que Ainhoa ha tenido que llevarla a caballito o no ha podido subir las escaleras de su casa: “es un sacrificio que estoy dispuesta a hacer”.

El camino de Miriam Martínez en el mundo del atletismo adaptado ha sido meteórico pero no exento de sacrificio. Además, tiene que lidiar con el daño cerebral que sufre: “He de aprender a bailar con mi enfermedad y sé que al ser degenerativa voy a ir a menos; pero que ese menos no me reste”. Además, tiene que lidiar con el estrés, tanto mental o físico porque sino puede tener un brote, como el que tuvo cinco días de volar a Polonia, que le paralizó las piernas y tuvo que medicarse. “Es una consecuencia que siempre he tenido en mente y que hay días muy malos pero al final siempre pienso positivo; en que tengo una oportunidad al día siguiente”, comenta.

No solo se levantó de ese traspiés sino que consiguió un oro en el Europeo de Atletismo Paralímpico en Bydgoszcz (Polonia). Un tesón que también le ha llevado a consechar grandes triunfos, el último en el Grand Prix de Atletismo de Dubái donde, además de lograr la marca mínima B para los Juegos Paralímpicos de Tokio, se llevó la medalla de oro en la prueba de lanzamiento de peso de la clase F36 y estableció un nuevo récord de España. La atleta realizó su mejor lanzamiento con un registro de 9,09 metros, superando los 8,99 metros exigidos como marca mínima B para Tokio, que da derecho a acudir a los Juegos — la mínima A está fijada en 9,97 metros—.

Ahora, está a pocos días de concentrarse con las selección española en el CAR de Sant Cugat del Vallès y marchar para Tokio. Un sueño, el de participar en unos Juegos Olímpicos, que está a punto de cumplir y cuyo tesón puede llevarla a subir a ese cajón de las medallas. Porque, como ella misma recuerda: “mientras quede un poco de esperanza queda un mundo por recorrer”.

Noticias relacionadas

next

Conecta con nosotros

Valencia Plaza, desde cualquier medio

Suscríbete al boletín VP

Todos los días a primera hora en tu email