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opinión pd / OPINIÓN

Miseria y compañía

20/04/2021 - 

VALÈNCIA. Hay trenes en la vida que pasan y no vuelven, porque sus destinos cambian, o no te esperan que llegues, o, simplemente, ya no son para ti. La famosa y asquerosa súperliga europea (que pongo en minúscula premeditadamente) es uno de esos trenes que uno sabe que pierde, porque el Valencia CF está jugando en la segunda división europea, ninguneado en todos los frentes y sin visos de mejorar. La cuestión es que la degeneración del club te lleva a que ni estés ni se te espere dentro de ese cónclave, bochornoso, articulado por buena parte de los patriotísimos y de los insurrectos separatistas. Lo que la política aún no ha conseguido en este país, sí lo ha hecho el fútbol: mostrar todavía más de qué manera mezquina el dinero ya lo es todo para mucha gente. Así que ahora ve y dile a un niño o niña que juegue para divertirse y que sea cooperativo y solidario. Y que sus escuelas de fútbol hablen de valores…

La lección moral de toda esta macabra acción de los poderosos es tan baja que solo consigue justificarse por lo presupuestario: el Barcelona ve una solución a sus lamentables cuentas; el Madrid, igual; y el Atlético se quita así la presión de tener que ganar el campeonato con lo que invierte, pasando a ser, de nuevo, aquel equipo del partido a partido con la humildad por delante. Cada cual a su naturaleza: los blancos urden el plan desde la prepotencia; los culés desde la urgencia y los atléticos desde la perplejidad que le da el estar en el momento adecuado en el lugar justo.

El Valencia CF de Peter Lim no alcanza al nivel de ese estatus futbolístico y apela al egoísmo: una actitud egoísta que ve bien de puertas para adentro pero no de puerta para afuera. Hay que ser coherentes: si el equipo de Lim hubiese sido invitado a participar, entonces no habría problema alguno, porque el negocio es el negocio y esto, en principio, parece asegurarlo. La cuestión es que todo esto solo refleja la miseria profunda del rango del equipo, su podredumbre interna: casi mejor que no te inviten, porque entonces solo veríamos derrotas y derrotas, analizando las prestaciones de este equipo y de sus máximos dirigentes en los puestos claves.

Otra cosa es que lo poco bueno que tienes aquí decida irse al paraíso de las estrellas en constelación florentinesca: entonces se te queda un equipo apañado de mitad tabla en ese devaluado campeonato liguero, con tan pocas cosas en juego. No ven, o no quieren ver, aquellos que defienden el formato atendiendo a la supuesta generosidad de esos adalides de la honradez (fantoches con máscara de bondadosos), que será muy complicado invitar a un equipo, con nivel competitivo, cuando a poco que destaque un jugador vengan estos, llenos de anabolizantes económicos, y se lo lleven por las buenas o por las malas. Nadie querrá competir en esa liga de promoción personal, en la que los contratos irán a la baja, necesariamente. No: es mucho mejor hablar de compensaciones económicas, de invitaciones y demás cuando lo único que se está aquí planteando es lo de siempre: que los ricos sean más ricos aún. Hay que ser ruin y embustero para hacernos colar que hay una legítima voluntad de querer ganar más sin decir a costa de qué y de quién, claro. Porque esa es otra: yo ya sé que el Barcelona no, pero ¿los jugadores del Madrid y del Atlético se darán golpecitos en el pecho cuando defiendan los colores de España? ¿se pondrá el Madrid como espacio común de esos españolitos del mundo? Tanta hipocresía da vértigo y horroriza a quienes vemos que hay estructuras que no se pueden resquebrajar por que sí. Se compara con la Euroliga de Básquet, sin atender que los presupuestos que manejaban estos clubes (por cierto, de nuevo Madrid y Barcelona en la escisión) eran ridículos si los comparamos con los que mueve el fútbol y que era normal buscar una fortificación de las estructuras de cara a hacerse competitivos frente a la NBA. ¿Hay algo más competitivo que Europa?

La cuestión, como decía, es que al Valencia CF le viene grande, enorme, todo esto. No tiene altura competitiva y tendrá menos aún si avanza, sobre todo por errores propios, pero también porque fue votando y dejando que aquellos que ahora lanzan el grito al cielo en contra de esta rebelión, estuvieran alimentando a las bestias en la sombra, pues cabía hacer que Madrid y Barcelona arrasaran aquí y compitiesen fuera. Luego se le unió el Atlético, para que no pudiésemos decir aquello de liga escocesa. Pues ya está: ya está aquí el parte de defunción del fútbol que conocíamos y del Valencia CF que siempre nos estuvo cuidando. Mientras aquí seguimos moviendo papelitos con intenciones, moviendo dinero del Monopoly, otros están jugando con billetes de verdad y rasgando las texturas de este deporte. Me da mucho asco todo esto, porque dicen querer equipararse a la NBA, pero no aplican ese modelo que equipara equipos con el tiempo que sí tiene la competición norteamericana y que vehicula a través del Draft. Se quedan con lo que quieren, con lo que les da la gana, como hace la mafia, como hacen los bandoleros por los caminos. A esta ruindad hemos llegado. Y el Valencia no es ya ni caravana: simple jinete, sin norte ni destino, que sabe que perdió su tren y que elegir ya no es una opción. Si ellos son tan pobres que solo tienen dinero, el Valencia CF abunda en la miseria, pues ya no nos queda ni el capitalismo para agarrarnos.

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