VALÈNCIA. Marcelino está en ese momento desconcertante de la vida en el que sus principales defensores pueden, sin solución de continuidad, ser sus principales adversarios. Si además, en el peor trance, le ganas al Manchester United, la traición emocional no hay quien la salve.
Ya no es la confusión semántica que planteó entre si es responsable máximo, responsable compartido o responsable de grado dos (con ello de paso Marcelino abrió la grieta de la debilidad), es que el entrenador del Valencia se ha quedado en la fase del diagnóstico. Marcelino supera a cualquier analista u opinólogo de este nuestro entorno. Analiza mejor, concreta más, hace un uso más ágil de las estadísticas. No para de contarnos lo que tiene el Valencia. ¿Que por qué le ganamos al United? Porque veníamos haciendo lo de toda la temporada, podrá contestar. Y la razón estará con él.
Marcelino (antes Marce) refleja como nadie una realidad: este equipo defiende como pocos en la Liga, recibe pocos goles, pierde poco y, sin embargo, está en un abismo, anota menos que nadie. Cuando él lo suelta, parece ajeno, parece ver al Valencia por satélite.
El entrenador también pretende socializar el error bajo el argumento de que todos creíamos que era un acierto traer a Batshuayi y Gameiro. Si fuera así, importaría poco. Quienes deben acertar son ellos, gestores, y no la sociedad.
El entrenador asturiano, a quien considero (¿consideraba?) el idóneo para encabezar un proyecto estable, nos deja patidifusos con su gusto por el inmovilismo. Tan persistente en la idea, que solo podrá acabar muy bien… o en la calle. Pareciera que todo le ha pillado por sorpresa y que su guión se circunscribe a que las cosas vayan bien.
Pero las cosas van mal. Hace demasiado tiempo que van mal. Ante ello el entrenador no solo supo no avanzar que el equipo se estaba torciendo, sino que estando torcido por completo no ha mostrado ninguna receta para transformarlo.
Como si en una de esas, como ante el Manchester, ganaras haciendo lo que siempr. La trampa de las pocas derrotas y los pocos goles encajados: como el equipo no cayó a la lona repentino, sino que fue aguantando a duras penas, disimuló los indicios. Cronificó el problema. Ganaste al United en casa… y fue una victoria numéricamente estéril.
Además de la perplejidad, además del estado perpetuo de diagnóstico, es ahora cuando deseamos a un Marcelino ofreciendo más que alegatos voluntaristas. Tras la última noche de Champions podremos seguir volcados en los actos de fe, esperando a que haciendo lo de siempre volveremos a ganar como contra el United. Será tomar la senda directa al desastre.