Muy de Carlos Soler

VALÈNCIA. ¿Cuánto tiempo tardó Parejo en destacar? ¿Cuántas temporadas buenas hizo Rodrigo? Con ambos futbolistas hubo debate en Mestalla. Aficionados a favor y en contra. Fueron muchos años de discusión. Sin embargo, cuando el Valencia conquistó la Copa del Rey en Sevilla, todo el valencianismo se deshizo en elogios hacia ambos jugadores. “Son de los nuestros”, dijeron. Incluso luego, más tarde, más de uno lloró su marcha del club cuando Peter Lim decidió darles boleto la pasada temporada. 

¿Por qué digo esto? Porque, por desgracia, se ha abierto un debate en torno a la figura de Carlos Soler. Ha sido fallar un penalti, no despuntar en un par de partidos, y comenzar a lloverle críticas injustas al centrocampista valenciano. No tenemos paciencia. Y menos con un jugador que a la temprana edad de 24 años se ha convertido en uno de los líderes del vestuario. Carlos Soler es un referente. Un modelo a seguir para los niños de la Academia y para muchos jóvenes aficionados del Valencia. Así de claro.

Yo soy muy de Carlos Soler. No soy muy imparcial. Lo reconozco. Tuve la oportunidad de verlo jugar con asiduidad en su etapa de juvenil. Me llamó poderosamente la atención cuando Baraja lo situó de medio centro defensivo. Me sorprendió porque me daba la sensación de que al chico le faltaba campo. Estaba a todas. Parecía llamarle a gritos llegar a la portería rival en busca del gol, algo habitual cuando jugaba en categorías inferiores, pero que se contenía. La verdad es que imprimía carácter al equipo y no se arrugaba fuera cual fuera el rival. Resultó sorprendente lo fácil que se adaptó a esa nueva posición para él porque, como ya he dicho, en las categorías inferiores jugaba de delantero y se hinchaba a marcar goles. Un amante de la estadística me cuenta que anotó más de 800 tantos. Una burrada, la verdad.

Recuerdo haber presenciado años ha un partido de Copa en Paterna contra el juvenil del Madrid. Lo hice junto a uno de los agentes de futbolistas más de moda en la actualidad. Le hablé de las virtudes de Carlos Soler. Ese día perdió el Valencia. Pero Soler jugó un auténtico partidazo. Fue el único valencianista que se salvó de la quema. Tras el partido, el representante me dijo que Soler jamás llegaría a jugar en Primera división. Yo estaba tan en desacuerdo con su afirmación, que incluso hicimos una apuesta. Le dije que no solo iba a jugar en Primera, sino que además no tardaría mucho tiempo en hacerlo. Porque el chaval jugaba a una velocidad por encima del resto de sus compañeros de quinta. Que con esa personalidad que tenía el centrocampista, nadie podría frenar su progresión. Evidentemente gané yo la apuesta. Y él nunca la pagó. Creo que ni la pagará. Pero me da igual. Me quedo con la satisfacción que da el hecho de tener razón.

Como ya he dicho, Carlos Soler ha tenido que asumir galones muy pronto en el Valencia. El desgobierno de la entidad y la falta de carisma de un entrenador que quiso marcharse del club, han obligado a futbolistas como el propio Soler, Gayà o Jaume, a tener que llevar la bandera. Eso no lo hace todo el mundo. Y ya es un hecho plausible. Solo por ese motivo, me tendría ganado. Pero es que, además, pienso que es un jugador fundamental en el equipo. Soler no tiene la culpa de que el Valencia no juegue a nada. Tampoco es responsable de que el once de Gracia no trasmita nada. A mí me gustaría verlo jugar junto a Oliva. Que el uruguayo se quedara de ancla en el centro del campo y que Soler pudiera tener más libertad de llegar al área rival en busca del gol. Igual, si el entrenador se anima a ello, podremos ver la verdadera dimensión de un futbolista que está llamado a marcar época en Mestalla.