VALÈNCIA. Rafael Nadal se acercó este jueves a la recta de meta del torneo de Madrid al superar en octavos de final a David Goffin por 6-3, 5-7 y 7-6 (9), pero el belga le sometió a una exigencia física cuyas consecuencias, después de seis semanas de baja por una fisura de costilla, deberán calibrarse en sus próximos partidos.
La primera prueba después de las tres horas y nueve minutos de partido de hoy será este viernes en cuartos de final, ronda en la que su rival puede ser otro español, Carlos Alcaraz, la gran revelación del circuito, si gana en octavos al británico Cameron Norrie.
Cinco veces ganador en Madrid, derrotado en la edición de 2021 en cuartos de final por el alemán Alexander Zverev, Nadal salió vivo de un choque en el que tuvo cuatro bolas de partido en contra y necesitó otras cuatro para cerrar el encuentro.
Aunque el ex número uno mundial empezó sin indicios de sus reciente dolencias, terminó ofreciendo algunas dudas, que quedarán resueltas en sus próximos compromisos.
Nada más salir a la central se dio un buen baño de autoconfianza, con dos 'aces' y un primer juego en el que Goffin no consiguió meter un resto en pista. Pero el choque aún iba a dar muchas vueltas.
Dos dobles faltas en el quinto juego pusieron un paréntesis en lo que hasta entonces había sido una presentación sin fisuras del balear. Cuando se había recuperado de la desventaja con dos derechazos y un mate, una llamada de atención del juez de silla por agotar el tiempo de saque enfadó al ganador de 21 Grand Slams, que acabó por ceder su servicio (2-3).
Lo recuperó al instante. No solo eso: pese a volver a verse con un punto de 'break' en contra, sumó cuatro juegos consecutivos y cerró el set con la sensación de que su autoridad iba a más.
Goffin mantuvo a duras penas su primer servicio del segundo set. Los dos juegos en blanco que Nadal firmó a continuación, en los que regaló a una Caja Mágica entusiasmada esos golpes imposibles que se reserva para los grandes momentos, parecían la última curva antes de la recta final.
Pero el juego estéticamente impecable del belga comenzó también a hacer daño. Tenía todo en contra: el rival, el ránking, el público, los antecedentes... y aun así no se vino abajo. Había ganado a Nadal en dos ocasiones, en 2017 y 2020. Llegó a ser el número 7 del mundo y ahora está relegado al puesto 60; comenzó su concurso en Madrid por la fase previa, pero hoy demostró que no ha perdido su clase.
Nadal tuvo un punto de partido que se le fue largo; tuvo que esperar a su siguiente turno de saque para tener otro y volver a perderlo: el belga cruzó una bola preciosa pegada a la red que hizo inútil la carrera de su rival.
Se creció Goffin y Nadal cayó en el error. Con 6-5, frente a su única oportunidad de igualar e ir al 'tie-break', cedió a su contrario dos puntos de set que este no dejó pasar.
Un juego en blanco que Goffin ganó para 2-1 vino acompañado por gestos de molestia y desagrado de Nadal. Las malas sensaciones se trasladaron a su juego. Pero Goffin le había encontrado los puntos débiles: las dejadas, los tiros rasos y esquinados, todo lo que exigiera un esfuerzo físico adicional. Tampoco estuvo inspirado Nadal al resto, mucho menos que en las mangas anteriores.
Ninguno encontró continuidad en el tramo final del tercer set. Goffin tan pronto limpiaba la línea con directos imparables como subía a la red de forma precipitada; Nadal encadenaba un bote pronto de manual con un golpe que se le iba por un metro.
El desempate era la solución más lógica. Y si algo demostró Nadal en el 'tie-break' es que su capacidad de reacción sigue intacta. Se adelantó 4-1 y vio luego cómo Goffin se anotaba cinco puntos seguidos y tenía dos bolas de partido. Nadal salvo la primera con un 'ace' y el belga perdió la segunda con un golpe a la red. Otra bola larga de Nadal le puso al borde de la eliminación y esta vez la solucionó con una dejada, el mismo golpe al que recurrió para eludir la cuarta.
Goffin, un Juan sin miedo dispuesto a jugarse la victoria en cada punto, no resistió la tensión ante el cuarto punto de victoria de Nadal y envió la pelota fuera.
Si Nadal ganó fácil en su primer partido a un joven en progresión, el serbio Miomir Kecmanovic, 6-1 y 7-6 (4), sufrió mucho más ante un experto en mil batallas como Goffin. Nada mal para haber llegado a Madrid tras seis semanas de baja por una fisura de costilla, una lesión invalidante como pocas, que impide cualquier tipo de esfuerzo físico.
El público de Madrid ya se frota las manos con la posibilidad de un cruce en cuartos de final entre Rafael Nadal y Carlos Alcaraz. Cameron Norrie es el único que puede acabar con esa ilusión.