VALÈNCIA. Bajo el influjo de las tres maravillosas horas que el viernes nos obsequió el maestro Carlos Goñi en su concierto del Palau de Les Arts, me siento ante el teclado con la asombrosa descripción que del actual estado del Valencia CF -sin él pretenderlo- se desprende de la letra del tema de su último disco "Adictos a la euforia" y que se llama "Al infierno sin papeles". Cuando iba escuchando el tema me cuadraba todo con la realidad actual del club y del panorama que se dibuja -un año más- en el horizonte.
De entrada, porque ahí es dónde Meriton tiene al Valencia CF, en el infierno y sin papeles. Pero es mucho más descriptivo en lo que han convertido estos tipos al Valencia CF. Gente que negocia con los sentimientos y a quienes los resultados les tienen sin cuidado mientras explotan sin escrúpulos la vertiente mercantil que ofrece el mundo del fútbol actual. Por eso ganar, como parte de los resultados deportivos, no es prioritario mientras el bolsillo del propietario salga ganando:
"Porque cuando ganar se convierte en alivio
En vez de satisfacción
Reír rima con ordinario
Y el diablo se juega los cuartos con Dios"
Oigan, si lo hace adrede, no atina más. Pero aún es mucho más sorprendente pensar en las promesas que le habrán hecho al Pipo para renovarle el contrato. Ahí estará el director técnico, Míguel Ángel García Pérez-Roldán, el mismo que le mintió y engañó a Gracia, a Bordalás y a Gattuso. El que dijo que el equipo no cojeaba en ninguna posición, y que el debate del mediocentro estaba superado. El que tuvo las santas gónadas de decir que no se había reforzado el equipo en enero porque no había nada en el mercado que pudiera mejorar la plantilla (y que luego corrió a filtrarle a los que le compran la burra que tenía apalabrados a Maroto y al de la moto, pero que Peter Lim le tumbó los fichajes. Eso sí, de dimitir por dignidad, verdes las han segado). Así que si volvemos a la letra del tema ya referido encontraremos tanto la negociación que se está llevando a cabo, como el hecho de que al Pipo le acabarán dejando con el culo al aire.
Y desgraciadamente la sentencia que canta la letra de la melodía es que quien cae en las garras de Meriton acaba tocado. Miren si no, las carreras de los entrenadores que han pasado desde 2019 por el Valencia, la continuidad que han tenido. Porque Meriton (que admite abiertamente que engaña a los técnicos que contrata) no tendrá ninguna duda en "socarrar" otra leyenda más para seguir huyendo hacia adelante mientras aseguran que han aprendido de los errores y que van a cambiar para ofrecer un futuro exitoso cuando la realidad es que se siguen apagando incendios con gasolina:
"Déjame que te cuente al oído
Si esto del honor te resbala y no entiendes
Del infierno con las dos alas limpias
Nadie escapa, nadie vuelve
Máster en apagar fuegos con gasolina
Sastre del desastre propio
Y mi casa sin barrer"
En una semana de post-temporada hemos asistido a un comunicado de los de todos los veranos (juntos blablabla, tomamos nota blablabla, futuro brillante blablabla, propiedad implicada blablabla), el fichaje de un nuevo director de comunicación, el refuerzo en sui cargo de la figura del peor director técnico de la historia del club, una presidenta que se marcha en plena negociación de renovación del entrenador (en teoría) deseado, y al incomprensible gasto de 5 millones de euros en un central que fue suplente en el tramo decisivo de la temporada con el técnico al que quieres renovar, con dos centrales en las divisiones inferiores con mucha más proyección de la demostrada por Cenk Ozkaçar, suplente en uno de los peores equipos de la historia del Valencia CF.
Toma nota, Pipo por muy leyenda que seas (que lo eres, y encima has agrandado merecidamente ese status después de haber revivido el muerto del que te hiciste cargo en febrero), nadie sale vivo del desastre de Meriton. Del infierno con las dos alas limpias, nadie escapa, nadie vuelve.
PD: lo dicho, ni haciendo una letra adrede, se hubiera acoplado tanto a la realidad del Valencia CF, Carlos Goñi como lo ha hecho. Es lo que tienen los genios, que lo son hasta sin proponérselo.