VALÈNCIA. Aún me cuesta creer que el mismo Felipe Miñambres que el curso pasado apostó por Natfi, armó con mucho dinero una plantilla desequilibrada y que no reaccionó en la ventana invernal, haya sido capaz de vender bien (con variables y porcentajes futuros) y regenerar el vestuario, mejorando la plantilla. Y sobre todo, que haya cambiado el chip de futbolistas y cuerpo técnico.
Pensábamos que la vida seguía igual. La pretemporada no cuenta pero ante el Amorebieta (pese a la injusticia de no sacar tres puntos) Calleja mostró los síntomas del curso anterior: cambios tarde y mal, falta de ambición, se especuló con el marcador y se empató ante un rival muy inferior.
Todo cambió, sin embargo en el estreno en Orriols. Lo cierto es que, con un poco de fortuna, el Burgos pudo haberse llevado un 7-3. Son los jugadores, sin duda, pero sobre todo es el relato. Si tienes equipo para ser superior a cualquiera y para jugar bien a fútbol y te lo crees, te matas por demostrarlo. Esa mentalidad viene del banco. El sábado, por momentos, el Llevant recordó los repartos de golpes de los partidos de Paco López.
Con García y Valle surfeando las bandas y una medular robusta y creativa, con Lozano entre líneas y Cantero y Bouldini motivados arriba, el Llevant puede destrozar a cualquier rival de la categoría. Más aún con el fondo de armario que tiene. En Segunda la diferencia la marca, cada partido, la capacidad ofensiva, el gol. Liderados por la creatividad de Lozano el Llevant tiene más hambre y más dinamita arriba que el curso anterior. El de Nazaret, levantino desde niño, se emocionó con su gol en el templo, y nosotros con su fútbol.
No se puede tener todo, pero los desajustes defensivos son achacables, en parte, al mal partido de Vezo que quizá tenga que ver con que su cabeza no está en Orriols (y por eso se le busca salida): pérdida de marcas, balones horizontales de riesgo, imprecisiones…
Parece que durante el verano, mientras asistíamos al vodevil social del club, Miñambres ponía orden en la faceta deportiva y Calleja limpiaba la mente y se planteaba una nueva forma de encarar el fútbol, más ambiciosa y más atrevida. Justo lo que Orriols necesitaba para recuperar la ilusión. Cartagonova nos dirá si fue un espejismo.
••• Cantero. Ya sabemos cómo es Orriols (aún) con los canteranos y muchos no confían en Cantero, en la casa desde 2016. No ha tenido suerte de cara a gol desde aquel 4-2 contra el Madrid que se estrelló en el palo y se quedó en un 3-3 final. Eso siempre ensucia la mente de un delantero. Recuerda al primer Roger, sin fortuna de cara a puerta, pero los futbolistas que tienen el olfato para estar donde se cuece el gol, los que generan una y otra ocasión aunque no marquen, acaban encontrándose con él. Su partido ante el Burgos fue de diez: pidió el penalti, lo lanzó al palo y no se hundió. Y falló un uno contra uno. Luego marcó un golazo en un momento clave y dio la asistencia del 3-1, pero sobre todo fue una pesadilla permanente para los castellanos. Cuando empiecen a entrarle, no parará. Al tiempo.
••• Granotes. El departamento de comunicación del club insiste en granotas , aunque nos leen, religiosamente, cada semana. Pocas cosas tan sabias en esta vida como corregir los errores.