VALÈNCIA. El Valencia Basket puso este viernes punto y final a su temporada al caer ante el Barça en el segundo partido de los cuartos de final de la Liga Endesa, una derrota que fue la número 39 de la temporada frente a 32 triunfos, que acentuó el fracaso en ese balance y que acabó con silbidos y con gritos de ‘fuera, fuera’ por parte de la Fonteta, un enfado que confirmó que el club ha naufragado también en la reconexión con su afición.
El doble fracaso llega tras haber puesto en marcha un nuevo proyecto el pasado verano, el primero con Enric Carbonell como nuevo director general, para el que se apostó con un contrato de tres campañas por Álex Mumbrú. Además lo hace de manera paralela al éxito del equipo femenino que ha ganado su primera Liga Femenina.
El cambio en el estilo de juego del equipo que ha tratado de poner en marcha Mumbrú, con mucho menos juego colectivo y más individualidades de los exteriores, no ha cuajado, entre otras cosas porque el equipo ha sido incapaz de defender con solidez de manera constante, según el propio entrenador ha reconocido en muchas ocasiones.
Tras ese último encuentro dijo que tanto él como el club tenían claro qué había fallado pero que no habían tenido margen para reconducir la dinámica. Mumbrú dijo estar decepcionado con él mismo pero descontento también con muchas cosas.
De inicio, al Valencia ya le costó compaginar la Liga Endesa con la Euroliga pero finalmente logró clasificarse para la fase final de la Copa del Rey, aunque tuvo que esperar a la última jornada para hacerlo.
En ese complicado paso de diciembre a enero se multiplicaron las lesiones pero la ausencia de algunos de los jugadores más talentosos obligó al equipo a mejorar en defensa y a compartir la pelota y el equipo firmó las mejores semanas de la campaña. Antes y después ha firmado buenos partidos pero sin ninguna continuidad.
El equipo ya tuvo que esperar a la última jornada de la primera vuelta para clasificarse para la Copa del Rey y cayó en el primer cruce ante el Real Madrid, aunque lo hizo ofreciendo una buena imagen y, de hecho, dispuso de dos tiros para haber cambiado el signo del encuentro.
En la Euroliga, en la que aspiraba a entrar en el ‘top 8’ para animar a la organización a volver a invitarle, trampeó con tenacidad muchos meses y llegó a las últimas cinco jornadas solo a una victoria de distancia del octavo, que era el objetivo. No obstante, en el momento clave sufrió tres derrotas seguidas con una muy mala imagen que le dejaron sin opciones de jugar los cuartos de final y amargaron por completo las sensaciones.
Pese al descanso que suponía no jugar la Euroliga, tuvo que esperar a la última jornada de la fase regular de la competición para clasificarse en la octava posición, la última que daba derecho a disputar estas eliminatorias y lo hizo gracias a que el UCAM Murcia no ganó su partido en esa jornada 34.
Los silbidos que se llevó el equipo en su derrota en ese último partido de la primera fase ante el Breogán se repitieron amplificados este viernes tras la derrota ante el Barça y la eliminación por la vía rápida en el cruce. Fue el triste final de una amarga campaña.