Ni me extraña, ni le extraño

VALÈNCIA. Se está dedicando a sacar la lengua a pasear estos días Anil Murthy. Como es normal, lo está haciendo en medios de su país, que al igual que los paniaguados que tenía aquí (ni tan siquiera en el raje del adiós los ha tenido en cuenta) ni replican, ni analizan la veracidad de los hechos; preguntan y subliman al personaje.

Si quieren que les diga la verdad, me lo esperaba. No me extraña nada el proceder de un elemento tóxico, ya que del mismo sólo se pueden esperar actuaciones tóxicas. Y el individuo en sí es venenoso a más no poder. Me esperaba la tourneé en la prensa de su país y me esperaba las andanadas a todo y a todos.

Y para serles sincero, les diré que no me importa ni lo más mínimo lo que diga un individuo que no le dice la verdad ni al médico. Porque además de no tener constancia de a qué hora del día respondió a las citadas entrevistas, alguien que que entre risas se repartía con su coleguita Joey quién iba a comunicarle el despido a los empleados del club a los que iban a echar a la calle al día siguiente en una larga sobremesa en la pizzería Xingú, te demuestra hasta qué punto de ruindad puede llegar a descender el ser humano.

Ponerme a contestar a la sarta de sandeces que va echando el cazador cazado por esa boca es perder un tiempo del que no dispongo, y aún si dispusiera de él hace tiempo que aprendí a no malgastarlo. Por eso hay personajes que por más que ladren aprendí con el tiempo a no hacerles una publicidad que no merecen. Yo voy tranquilo por mi camino, y tanta paz lleven como gloria dejan ellos en el suyo.

Una cosa sí le voy a reconocer al Luzbel de Peter Lim, poner de acuerdo a toda una ciudad (clase política incluida) en su contra tiene mérito. Si se quiere el mérito construido a partir de la mezquindad y de la torpeza elevada a la máxima potencia, pero mérito tiene. 

Y sobre todo, su paso por Valencia ha dejado con el trasero al ras a los miembros (internos y externos) de su Stasi particular. No hay nada como alimentar a un mediocre para que se autoseñale en su anhelo de ser el más pelota a la hora de acumular galones ante Don gato escaldado.

Cuánto antes olvidemos al personaje y dejemos de hacerle caso, más nos centraremos en poner el foco en los objetivos que valgan la pena a la hora de salvarle la vida a un club que, pese al maquillaje de los últimos días, sigue en manos de quien no debe estar.

Eso sí, para saber dónde estamos cada uno cabe destacar que si es cierto que Murthy dimitió y no fue fulminado, el supuesto cambio de estilo en el Valencia CF es una pamema de tamaño sideral que nace de una mentira. Es decir que, por si había alguna duda, la credibilidad sigue siendo la misma; maquillaje y poco más. Los mismos perros con distintos collares. A ladrar se ha dicho.