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opinión pd / OPINIÓN

No eran tan malos… 

14/01/2021 - 

VALÈNCIA. Todavía con el corazón en un puño tras el cabezazo al palo de Sergi Guardiola y casi sin querer mirar, el valencianismo, por fin, respiró. Lo hizo aliviado al ver que, por primera vez en ocho jornadas, la suerte no le era esquiva a los suyos y el equipo sumaba tres puntos más en su casillero. Me atrevería a decir, incluso, que una victoria permite que aquellos que tenemos la sangre blanquinegra afrontemos la semana de una manera diferente. Con más entusiasmo, con más ganas. Y todo es tan simple como que una pelota se estrelle en la madera y el poste la escupa para fuera. Así es el fútbol, como también lo es la vida. Una cuestión de detalles.  

Estos son precisamente los que marcan la diferencia. De empatar a ganar, de fruncir el ceño a sonreír…y a abrazarse. Porque la piña en la que se fundieron los futbolistas al acabar el partido refleja a las mil maravillas la situación del vestuario. Un grupo de gente joven y sana, sin vicios adquiridos, consciente de sus limitaciones a la que no les terminan de salir las cosas. Porque ellos saben –y entiéndame la expresión- que no son tan malos como dice la clasificación. Así lo piensan y así lo creo yo también. No habrá plantilla para pelear por la Champions, tal vez ni siquiera por Europa a pesar de ser el séptimo presupuesto de La Liga, pero sí como para no pasarse mes y medio sin ganar a nadie. Y la primera mitad en Pucela lo dejó patente. Ante el Valladolid, el Valencia generaba juego, llegaba al área con efectivos y apenas sufría en defensa. Repito, ante el Valladolid que no es el Bayern de Múnich, pero que a la su vez es el mismo conjunto que siete días antes había derrotado al Getafe en el Coliseum. Que siempre tendemos a infravalorar cualquier logro. 

Un triunfo que, como en el guion de una película con final feliz, llegó gol de Carlos Soler tras una asistencia de Gayá. Los líderes indiscutibles. Valencianos y valencianistas, un pecado en época de bonanza criticado por una parte de la afición y un factor diferencial cuando vienen mal dadas. Yo soy de los que siempre ha defendido la importancia de contar con jugadores que sientan el murciélago en el escudo. Que hayan sido hinchas antes de vestirse de corto y que hoy disfruten del sueño de pisar el césped de Mestalla cada domingo. Porque este perfil de futbolistas son los que cohesionan un grupo, los que se miran más allá del ombligo –no quiero decir que todos los demás lo hagan-. Porque cuando tú eres de un equipo, en tu casa, con tus amigos o en el barrio te toca dar la cara por él. No estás de paso. No juegas hoy aquí y el año que viene te vas a otro club y adiós. Este, en el caso que nos pertoca el Valencia, siempre será el equipo de Gayá y el de Soler. Y el de Jaume, el de Hugo…y en las malas a mí esto, me tranquiliza. 

Y lo haría todavía más si el club fuese capaz de encontrar un centrocampista en el mercado pese a sus muchas dificultades económicas. Un pivote que acompañe a Carlos Soler y que dé un respiro a un Racic que ha sorprendido para bien. Con él, y puestos a pedir con otro lateral derecho, el Valencia ganaría en solidez, aspecto para mí capital, si el equipo quiere volver a ser competitivo y no sufrir en exceso. Cortando la sangría de goles en contra, la dinámica será diferente, las victorias llegarán de manera continuada y conseguiremos, por fin, dejar de mirar hacia abajo en la tabla. Este periódico ya se ha hecho eco de los últimos nombres que se han ido vinculando a la entidad de Mestalla y muchos de ellos -Marc Roca, Torreria...- le darían un salto de calidad. Movimiento hay. Ojalá caiga alguno y ojalá 2021 haga olvidar a un ya maldito por siempre 2020. De momento, no ha arrancado del todo mal. Que ya es un paso...  


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