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opinión pd / OPINIÓN

No es opinión: son datos

30/06/2020 - 

VALÈNCIA. Ahora que estamos a un pequeño paso de que se nos eche la culpa al entorno y toda esa parafernalia que ya sabemos, cabría analizar algunos datos de este esplendoroso proyecto de la factoría Lim. Vayamos con uno que es inapelable: de los siete últimos equipos de la clasificación actual (Valladolid, Eibar, Alavés, Celta, Mallorca, Leganés y Español, como colista) el Valencia CF, cuando ha jugado como visitante, ha conseguido (a falta del partido contra el Leganés en su estadio) la dignísima cantidad de 5 puntos sobre los 18 posibles ¡en casa de los siete últimos de la liga! Y no solo eso: ha recibido, en seis partidos, 9 goles en contra (algo más de un gol por partido) y ha marcado la espeluznante cifra de 4 goles a favor, es decir, menos de un gol por partido en casa de los siete últimos clasificados. Con estos números no se va a ningún sitio, porque además, esto se traduce en tres derrotas, dos empates y una única victoria, en casa del último y fue de aquella manera. Ante estos equipos solo te has hecho fuerte en casa, donde has sacado un total de 13 puntos de los 15 posibles, con el curioso balance de siete goles a favor (poco más de un gol por partido) y dos goles en contra, ganando hasta un total de tres partidos por la mínima (1-0, 1-0, 2-1).

Si esto lo comparo con el Atlético de Madrid y el Sevilla, que son los equipos con los que compites (o ya podríamos decir: competías) en objetivos, tendríamos: que el Atlético de Madrid ha ganado 14 puntos de los 18 posibles en su casa, con un balance de nueve goles a favor y cuatro goles en contra; pero fuera de su estadio el Atlético ha conseguido 9 puntos de los 18 posibles (la mitad) con un balance de cinco goles a favor (hay que recordar que estamos ante uno de los peores registros colchoneros en su historia cara a puerta) y cuatro en contra. Tengamos en cuenta que el Atlético ha sabido dejar su portería a cero fuera de casa en tres partidos (la mitad de los jugados), mientras que el Valencia ha encajado gol en todos los suyos. Vamos al Sevilla: su marcha irregular en casa se traduce con un total de 7 puntos sobre 15 posibles, con una única victoria y cuatro empates, recibiendo un total de 5 goles en contra y 6 a favor, dejando su portería a cero en una sola ocasión y ganando por la mínima (1-0) en su única victoria. Los datos se transforman cuando sale fuera, donde ha sumado un total de 12 puntos (más del doble que el Valencia) de los 18 posibles, con un balance interesante: cuatro victorias y dos derrotas, con 9 goles a favor  y cinco en contra, casi números a la inversa que el equipo valencianista. Lo curioso es que tanto Valencia, como Atlético y Sevilla han pinchado en casa del Eibar, y que Sevilla y Valencia también lo han hecho en casa del Celta (el Atlético aún no ha jugado allí). En total, sale que el Valencia CF ha conseguido, de sus 33 puntos posibles contra estos siete rivales un total de 18 puntos (¡y demos gracias de los partidos en Mestalla!), mientras que un irregular Atlético de Madrid, de sus 36 posibles ha conseguido un total de 25 puntos; y el Sevilla, de sus 33 posibles ha obtenido hasta 19 puntos, viendo que el diferencial con el Valencia del equipo hispalense lo tiene contra equipos de la media tabla, donde han sido superiores en líneas generales. A poco que el Sevilla hubiese estado más acertado en su estadio hubiese dejado más en evidencia los datos del conjunto valencianista.

Pues sí, esa es la realidad de este equipo con tan altas aspiraciones deportivas y económicas, al que cabría añadir otros datos, que se pueden comprobar pero no discutir: el Valencia ha sido el único equipo en encadenar dos partidos seguidos con cero disparos a portería (entre los tres palos, claro); que eres uno de los equipos con mayor número de centros y aproximaciones al área rival sin acabar con disparo a portería o remate, con un porcentaje del 11% de los casos (de cada 100 llegadas rematas 11);  que no tienes a ningún jugador entre los quince primeros goleadores de la liga pero sí tienes a un jugador (Kang In) en segundo lugar en tarjetas rojas, solo escoltado por defensas de otros equipos; que solo Rodrigo (8) y Wass (6) están entre los veinte jugadores con más asistencias de gol; que Maxi es el tercer jugador de la liga que más veces cae en fuera de juego; que Aitor Fernández, portero del Levante, para más del doble que Cillesen llevando los mismos goles en contra y jugando la mitad de partidos el portero holandés; que junto a Español (colista) y Betis (a la deriva) eres el equipo con más tarjetas rojas de la liga (7); que llevas los mismos goles a favor que Atlético de Madrid y el equipo madrileño te saca 12 puntos nada más ni nada menos; o que el Sevilla tiene tres goles más que tú y te saca 8 puntos; o que el Villarreal, con todos los problemas que ha tenido, ha marcado 11 goles más que tú y ha recibido 6 goles menos. 

Y si me pongo más exquisito aún duele más: el Valencia no está entre los cinco primeros equipos de la liga en, por ejemplo, posesión (que no vale para mucho, pero parece ser que es dogma de fe de Celades, con lo que convierte esto en más irónico si cabe), ni en precisión de pase, ni en duelos aéreos ganados, ni en tiros por partido (a nadie le sorprende), ni en balones recuperados y así hasta darnos de narices con la única realidad: este equipo no vale nada, no tiene identidad, ni programa, ni proyecto futbolístico (no digo que Lim no tenga su proyecto propio), ni está bien dirigido por ningún lado o no dejan dirigirlo correctamente a quienes están, pero carecen de voz y mando. Lo único que veo en esta tediosa vuelta al campeonato es que no rematas ni una jugada a balón parado y a ti te las rematan todas (por favor, comprueben las estadísticas de los dos últimos partidos), que los jugadores van andando, asqueados de ver que no hay líneas juntas, que media un abismo entre una defensa terriblemente hundida para adentro y un centro del campo que no puede soportar la tensión de unir los hilos entre esa defensa y la delantera sin matarse a correr sin cabeza alguna. Lo que veo es un equipo roto en lo físico, lento en todo, con una deficiente preparación de los partidos, con lesiones musculares a toda hora, con guerra internas, con futbolistas que se encaran a su entrenador sin pudor alguno, con otros que apelan al orgullo (¡Qué mal síntoma es ese en el fútbol, cuando tu único argumento es apelar a lo emocional y a la dignidad de cada uno!) para sacar la situación, con un presidente que deambula por las calles valencianas sin entender nada de nuestra cultura ni querer hacerlo; con un modelo de club marcado por el absentismo de su propietario y las sinrazones que le mueven; por una hecatombe que ya vemos venir en lo económico y que dará con varios jugadores interesantes (cuyo rendimiento ahora es malo, todo hay que decirlo) fuera del club y reformulación de objetivos más modestitos, tales como intentar clasificarse para la Europa League y esas cosas… y no acabaría, porque estoy escribiendo todo esto y se me está partiendo el alma y la voz, no porque estemos ante una temporada floja, que todo equipo puede tener, sino porque esto es nuestra única y verdadera realidad, nuestra vieja normalidad, nuestro signo como club. Y no es opinión, no: esto son datos. Fríos, tristes e incuestionables datos.

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