VALÈNCIA. Luis Suárez Miramontes fue considerado uno de los mejores jugadores del Siglo XX. Ganó el Balón de Oro en 1960, siendo el único jugador español distinguido con este galardón, además de Campeón de Europa en 1964. Una leyenda. Otro, Luis Alberto Suárez Díaz es el máximo goleador histórico de la selección de Uruguay. Está considerado uno de los mejores delanteros del mundo. Fue Bota de Oro. El carácter del mejor socio de Messi, fue decisivo para que el Barça lograra el triplete en 2015. Y por último, Luis Javier Suárez Charris es un desconocido comparado con los dos primeros. Su trayectoria todavía está a años luz de ambos. En lo único que coincide con esas dos grandes estrellas del panorama futbolístico mundial es en el nombre. Pero el delantero hispano colombiano del Zaragoza no lo hace nada mal. A sus 22 años, tiene todo el futuro por delante.
Luis Suárez Charris es un futbolista con un tremendo potencial. Sus 17 goles en 29 partidos no han pasado desapercibidos para la dirección deportiva del Valencia, que ya tiene al delantero en su agenda. La conexión aragonesa de Mestalla, Celades, César Sánchez, Corona, ha acortado los tiempos con los que se circula por la A23. 309 kilómetros son un paseo y parece que València está cada vez más cerca de Zaragoza. A La Romareda se va de pesca. Allí el trio dominante de Paterna se siente como en casa. Porque, además de Suárez, ya han centrado el tiro en futbolistas como un chico que lleva el número 14 y se llama Raúl Gutiérrez, el otro Guti.
Luis Suárez ya sabe que el Valencia ansía su fichaje. El futbolista está al corriente de que el club de Mestalla le ha manifestado su interés al Watford inglés, club que lo cedió primero al Valladolid, luego al Nàstic y al Zaragoza después. Y quizás por ello, el propio futbolista ya ha puesto fecha de caducidad a su estancia en tierras aragonesas. Lo quiere hacer con el ascenso del equipo a Primera división. Su ambición no tiene límites.
Siempre con el 26 a la espalda, Luis Suárez es un toro. Es un delantero de los que embisten. Es pura potencia. Un jugador voraz y competitivo. Lo primero que me llamó la atención del futbolista del Zaragoza es una cualidad que hoy en día parece en desuso: no da un balón por perdido. Lo pelea todo. Es el clásico delantero al que ningún defensa quiere ver ni en pintura. Desgasta a cualquier central. Siempre va al choque, se pega sin miedos, y afronta cada duelo como si fuera el último de su vida.
El Toro Suárez tiene calle. En Antioquía debió sacarse las castañas del fuego. Todo lo que hace en un partido tiene su sentido. Es puro talento ofensivo. Sabe que no es un virtuosista del balón, la calidad técnica no es su principal virtud, y por eso no pierde el tiempo en fruslerías. Hay voces que desaconsejan su contratación porque en el equipo ya está Maxi Gómez. La pregunta es: ¿Luis Suárez podría acompañar a Maxi si el equipo jugara con dos puntas en un 4-4-2?. De sobra que sí. Luis Suárez no le tiene miedo a caer a banda. Es un futbolista de equipo. Asociativo y de sacrificio por el colectivo. ¿Es bueno al contragolpe?. Sí. Suárez es un jugador de carrera profunda y determinante al espacio. No resuelve con florituras, pero tiene acierto en el remate y suele elegir la mejor opción.
En junio de 2005, Javier Subirats fichaba para el Valencia procedente del Zaragoza a uno de los mejores futbolistas de su historia: David Villa. Se pagaron 12 millones por un jugador que ofreció un rendimiento espectacular. Todavía resuenan en mis oídos las radiofónicas voces críticas de aquella incorporación. ¡Baros! ¡Kalou! ¡Castelen!, gritaban indignados ante tal atropello. “Villa llega en su punto. Es el momento”, me dijo entonces el bueno de Subi. El tiempo le dio la razón. Como casi siempre. Quince años después, los dos exzaragozistas, tienen un punto de encuentro. El hambre es su nexo común. ¿Ha llegado el momento de fichar a Luis Suárez?. Los técnicos tienen la palabra.