VALÈNCIA. La cita es brutal e imprescindible y yo no la quiero archivar en el camino del olvido o en una forma de pensar en el Valencia que no me lleve a ninguna parte. Nací con un rat penat grabado en el pecho para siempre jamás y ahora toca, con educación y saber estar, alzar la voz y unirse contra el estafador de Singapur y esa cita vital e interesantísima comienza a dar sus primeros pasos en esa manifestación de mañana que debería ser casi de una obligación absoluta para todo aquel que siente que por sus venas la magia del valencianismo.
Tengo la pierna en periodo de recuperación y esa recuperación sí me dice que tengo que estar en la manifestación, pero que a estas alturas de la vida ya se entiende que físicamente no podré acudir a esa cita antológica pero sí que puedo escribir estas líneas para quedarme contento con mi colaboración y confianza con todos aquellos que persiguen y sueñan con un Valencia mucho más cerca de su pura esencia y de su forma de entender un deporte que en realidad nos pertenece a muchos, pero que nadie puede comprar jamás por un puñadito de dólares.
No lo puedo evitar y pienso esforzarme en que mi escrito sea positivo y que de alguna forma sirva para dar un empujón más a este Valencia y a todos sus fieles escuderos. Sin embargo, no dejo de pensar en dos personas que se empeñaron que la ya inexistente Bankia se decantara por la oferta del tipo de Singapur. Me estoy refiriendo a Salvo y a ese señor del puerto de Valencia, el señor Aurelio, y en el empeño casi brutal que tomaron en este tema para que el tipo e Singapur al final se hiciera con el dominio del club. Y Peter Lim siempre cumplió bien con sus pagos a Bankia pero nunca estuvo decente con los aficionados del Valencia que asisten atónitos a lo que parece una muerte anunciada. Esa jugada, la de Salvo y Aurelio, fue una canallada para todos los que tenemos el Valencia en nuestro corazón.
Bueno, vuelvo al principio y me esfuerzo por ver la cara buena de esta protesta. Miro a los ojos a los valencianistas, leo sus notas, y se nota un cansancio que es francamente llamativo. Pero con estar cansados ya no vale. Lo que sí vale -y repito que yo me uno al cien por cien con esta iniciativa- es alzar la voz y procurar por activa y por pasiva la recuperación de un club que siempre ha tenido los mismos dueños: ustedes los valencianistas.
Se lo ruego. No se queden por el camino. El Valencia en el fondo es nuestro, es de todos, y tiene un corazón blanquinegre imposible de olvidar. Este sábado es importante. Ya basta de jugar un poquito y no hacer nada que sí llame la atención. El sábado por la noche espero acostarme con una sonrisa en la cara. Eso es lo que mejor cura.