tokio 2020

Ocha, Cocoa e Icon y otras cosas del montón

5/08/2021 - 

VALÈNCIA. Hoy he vuelto a abrir los ojos en Tokyo. Ese sol naciente del que bien presumen los japoneses ha sido el despertador que me ha dejado disfrutar de su fusión con el mar. Un mar próximo, en calma, que llega después de haber sentido muy de cerca la tormenta. Tuve mis dudas de que esto pudiera suceder, ya que el camino hasta aquí ha sido difícil, complicado, cargado de obstáculos. OCHA, COCOA o ICON, se han convertido, para muchos, en casi una obsesión. La incertidumbre y las dudas han sido compañeros de un viaje, que sí, que nos ha llevado a los Juegos Olímpicos, pero con un desgaste gratuito e innecesario. Un cansancio mental que se ha unido, a lo largo de los días en tierras niponas, al acumulado por nuestro físico. Jornadas intensas de autobús, de carreras, de interminables horas en las sedes esperando a los deportistas; los que deberían ser siempre los verdaderos protagonistas de esta fiesta. Mañanas, tardes y noches en la búsqueda de historias que nos metan en la piel de los protagonistas y sus vidas, de lo que les rodea, de lo que sienten, de lo que sufren, de lo que son sus circunstancias Sus triunfos, sus derrotas, sus lágrimas, sus sonrisas; lo verdaderamente importante. Cosas que alguien tiene que abrirle al mundo para su conocimiento, en unos actores que suelen vivir cercanos al anonimato, pero que cada cuatro años; o cinco en esta ocasión, se convierten en el starring de un largometraje de quince días, Pero los productores, realizadores y cámaras de esas películas, no se han bañado en aguas, ríos o mares propias de la época estival, sino en la de un sudor que se deslizaba sin piedad por todas las partes de sus cuerpos, que en algunas ocasiones, se alargaba hasta la extenuación por culpa de retratos indebidos en momentos poco apropiados.

Pero antes de llegar aquí, estos amigos de los nombres confusos sumaron otro para seguir agrandando la familia; el Activity Plan. La llave que todo lo abre, el botón que todo enciende. Un íntimo amigo que se ha resistido en ocasiones, hasta que solo una criptonita denominada Written Pledge, era capaz de contrarrestar su poder.

Aunque en esta guerra compuesta de numerosas batallas se llegaría a una más. El momento de penetrar en su territorio y encontrarse con unos samurais en defensa de su puerta. Duros, valientes, que a base de solicitar papeles varios de manera impertérrita, te mantienen cercados hasta la extenuidad. Un tiempo donde te sientes frustado, donde piensas qué has hecho mal o en qué te has podido equivocar. Donde repasas esos meses de rellenar documentos, de descargar aplicaciones difíciles de entender y del tiempo empleado que ahora parece estéril. Unos días, que ahora, se hacen presentes en los momentos donde todo pide una pausa. Los mismos que llegaron a plantear si dar la vuelta al globo para llegar hasta aquí.

Un periplo cubierto por nubes negras, que como en tantas ocasiones, ha tenido una grieta que ha dejado ver el sol. Por la misma han aparecido Masami y Eduardo, que con su dedicación y empatía, nos han guiado en el camino hacia las coronas de laurel.

Pero como tantas veces, la dificultad saca lo mejor de nosotros mismos. Así, Almudena ha sido Eleonora, que a la vez ha sido Fernando o Nacho. Javi ha sido Natalia, que a la par ha sido David o María. Una unión que se ha convertido en fuerza, la cual nos ha hecho liderar el medallero del compañerismo, antes de haber comenzado la competición. 

No seré yo quien dude de una cultura milenaria, basada en las tradiciones, el respeto y la educación y que tanto me ha aportado personalmente a lo largo de mi vida. Así se han mostrado ante nosotros en todo momento. Pero las cosas, pese a lo que estamos viviendo por culpa de ese virus que aún no conseguimos domesticar, se podían haber hecho mejor.

Los Juegos Olímpicos, casi han finalizado. Las diversas pruebas celebradas han podido terminar, aunque el peso y recuerdo que nos queda a algunos, no sea el que habríamos soñado el día del "À la ville du Tokyo".


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