VALÈNCIA. El Sevilla nos ganó bien en el último partido de Liga. Su victoria fue merecida. Evidenció ser un equipo superior. Luego, se pasó por el forro a un gigante de Europa como el Manchester United, en una de esas noches mágicas europeas que me recordaban a aquellas épicas jornadas de la Champions en Mestalla. Qué lejos me parece ya todo aquello. Que envidia ver un estadio lleno vibrando con su equipo. El himno, las bufandas, las pancartas, el añorado tifo… Espectacular, vaya.
Hasta llegar a la situación actual, la temporada del Sevilla no ha sido un paseo en lancha. A principio de curso, el equipo no carburaba. Monchi, en un ejercicio de responsabilidad que le honra, reconoció errores de forma pública y se puso manos a la obra para solventar la crisis. Aprovechó el mercado de invierno para reforzar la plantilla con futbolistas de nivel como Badé, Pape Gueyé, Ocampos o Bryan Gil. Estos jugadores, unidos a veteranos como los Rakitic, Navas y compañía, además del fichaje de un entrenador experimentado como Mendilibar, le han permitido recuperar el pulso competitivo.
Hasta hace nada, el Valencia y el Sevilla aún eran rivales. Pero a día de hoy, Nervión supera a Mestalla. El Sevilla, ya fuera del peligro, juega en otra Liga distinta a la del Valencia. No es solo una cuestión futbolística, sino también a nivel de club. En los últimos veinte años, mientras el Valencia ganaba Ligas y asombraba a Europa, el Sevilla sufría dos descensos. Sin embargo, desde entonces, las trayectorias de ambos clubes han sido bien distintas. El Sevilla ha crecido hasta lograr coronarse de forma continuada en las competiciones continentales, mientras que el Valencia lucha por no caer en el pozo de la Segunda división.
Una de las claves de estas odiosas comparaciones, del éxito y el fracaso, es contar con profesionales cualificados en la entidad. Mientras que en Sevilla Monchi trabaja con criterio cuando vienen mal dadas, en el Valencia no llegan refuerzos en el mercado de invierno. El equipo de Baraja tiene muchas carencias, lo del centro del campo es sangrante, pero no se firma ningún futbolista porque Corona asegura que tenemos una plantilla de fábula. Mientras Monchi busca y rebusca en el mercado, Solis y Corona organizan reuniones furtivas para culpar a la pandemia, al Ayuntamiento o a Gattuso de la desfeta del Valencia. A eso es lo único que se dedica esta gente. Meriton jamás hace autocrítica. Ni tampoco soluciona los problemas, que es aún peor.
Es cierto que el responsable final de todo lo que sucede en el Valencia es Peter Lim y que a esa diana es a la que hay que apuntar. Pero también es cierto que los empleados del club son gestores de lo que acontece en el día a día de una sociedad que no deja de ser un club de fútbol y cuya obligación es ganar partidos. Como hace el Sevilla. Allí celebran triunfos europeos. Aquí Lie Hoon, Solis, Corona y compañía se jalan tres paellas para celebrar el adiós de Gattuso o montan un Consejo de administración telemático plagado de singapurense que miran el ordenador sin entender nada. Todo muy triste.