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/ OPINIÓN

Un cambio necesario

29/01/2023 - 

VALÈNCIA. El punto de encuentro entre los entrenadores a los que les gusta el fútbol ofensivo y los técnicos que apuestan por un juego más conservador, es que ambos quieren ganar.  Pueden discrepar en todo lo demás. Pero ahí siempre hay acuerdo. Ganar es el objetivo. Por este motivo, siempre que se logre la victoria, el estilo y el sistema de juego quedan en el ámbito de lo secundario. No conozco ningún Menotista al que no le guste saborear las mieles del triunfo. Siempre hay alguna excepción, pero la meta de todos los equipos es lograr la victoria.

El problema llega cuando no se gana. En este caso, la mayoría de entrenadores, jugadores y aficionados prefieren perder tras realizar un partido plagado de acciones vistosas, antes que caer derrotado después de haber defendido como un jabato o con el equipo colgado del larguero. Porque hay veces que, pese a perder un encuentro o una final de empaque, queda el recuerdo de lo que bien que jugó ese conjunto o esa selección. Ya sea la Holanda del año 74 liderada por Johan Cruyff, que no ganó el Mundial pese a su fútbol total, o aquel Valencia de Guus Hiddink que no levantó ningún trofeo pese a su estilo preciosista.

Entre una y otra idea la palabra clave es equilibrio. Tanto en defensa como en ataque. El equipo tiene que saber lo que hay que hacer en todo momento, mientras que el futbolista debe elegir bien. Tomar la mejor decisión posible y ejecutarla con precisión es el factor diferencial en el mundo del fútbol. Esta afirmación es válida tanto si apuestas por el tiki-taka como si te metes atrás para sorprender al rival en un contragolpe. Porque en el fútbol no puedes renunciar a nada. Ni a pegar un pelotazo en situación de máximo riesgo cerca de tu área, ni a ser atrevido en el uno contra uno en el área contraria. Al final, optes por el estilo que optes, insisto en que lo importante es ganar.

Esto de lo que hablo es algo que le sucede al Valencia de Gattuso. La eliminación de la Copa ante el Athletic ha sacado a relucir todas sus vergüenzas. Es un equipo afilado, que trata de jugar el balón con criterio. Disfruta de un marcado cariz ofensivo. Pero no gana. Su fútbol gusta a la afición. Pero la hinchada muestra su descontento porque los resultados no son todo lo buenos que se esperaba. A día de hoy, el Valencia de Gattuso se ha quedado a medio camino. Con el grave peligro que supone ir hacia abajo.

Pese a que el italiano insiste en que no puede cambiar la idea cinco meses después de su llegada a Mestalla, insistir en el error supone cometer un doble error. La conclusión que sacamos de todo esto es que es necesario darle un giro de timón a la nave. Porque el puerto al que el Valencia debe ahora dirigirse es el de sumar cuarenta puntos cuanto antes. Y si para ello hay que empezar desde el principio, primero el uno y luego el dos, pues manos a la obra cuanto antes. Y, sobre todo, mejor que este cambio obligado lo haga Gattuso y no Peter Lim. Porque como Lim tire un “caño” en área propia…

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