VALÈNCIA. Voy a serles muy sincero. No tengo ni idea qué escribir. Es mi primer artículo de opinión y ya me he quedado en blanco. No por blanquear -que esa movida la contaré otro día- sino porque el Valencia CF va y le da por ganar en San Sebastián. ¡Qué alegría, qué locura, qué falta nos hacía!
Mientras le doy vueltas al llegar a casa –con una sonrisa de oreja a oreja-, me pongo de fondo la Isla de las Tentaciones al sentarme frente al ordenador. Un programa que me gusta y me divierte pero que me enfada a partes iguales.
Algo parecido me pasa últimamente con el Valencia CF. Que me gusta y me apasiona pero me enfada a partes iguales en muchas ocasiones.
Y lo hace porque pienso en cómo jugó el equipo ante el Huesca, lo comparo ante la Real Sociedad y no entiendo nada. Si bien es cierto que con la victoria ante la Real Sociedad sabe mejor el amargo punto ante el equipo oscense, también es verdad, que el otro día el Valencia CF era más de Celades que de Javi Gracia. Sin espíritu, sin estilo, sin garra. No era el Valencia CF que hoy nos ha emocionado y hecho vibrar.
Un equipo, el de Mestalla, que ha conseguido superar ese taboo inicial de querer hacer o tener un estilo que no posee; el de intentar generar cosas que no sabe o competen; el jugar de una manera que no comprende con la plantilla que alberga. “Son los que son y hay que aprovecharlos” me decía el otro día una persona del club. Está en lo cierto, pero también hay que darle mimbres en forma de fichajes. Pero hasta que eso llegue –esperemos que así sea- hay que jugar fácil, sencillo y con corazón. Sin miedo a ver que hay otras plantillas que pueden ser iguales o mejores hombre por hombre.
Puede ser por eso, estaba Javi Gracia la semana pasada tan abatido ante el pobre espíritu y la ausencia de refuerzos como aquel que está suponiendo, barruntando e intuyendo que le van a poner los cuernos. Como quien ve que no van a cumplir las promesas hechas antes de iniciar la aventura pero debe sacar esa fuerza de voluntad y empuje necesario para finalizarla. Pero aunque pienses que todo está mal, a veces, debes recordar qué te hace ser del Valencia CF o, en su caso, por qué ha llegado a entrenar a este centenario y honroso club. Como el que en el momento del ataque de celos recuerda por qué la quiere o le ha costado llegar a conquistarla.
Es lo que hicieron nuestros jugadores en San Sebastián. Muchos de ellos me contaban antes del partido que iba a cambiar la cosa, que confiáramos en el grupo porque estaban preparados anímica y mentalmente para superar el duelo. Que se aferraban a lo que amaban éste club y lo que a otros les había costado llegar hasta él. Mira, como lo que se dijeron el Guardia Civil y su novia en la edición del año pasado. Volviendo al tema, podría personalizar en muchos de ellos como el buen centro de Gayà en el gol, el gran remate de Maxi a ese centro; la clase magistral de Kondogbia y Wass en el eje de la medular; o el buen partido de un venido a más Correia; pero no es mérito de uno u otro, es triunfo del conjunto, como en las parejas que salen juntas del reality. Es cuestión de confianza.
Y es que el Valencia CF es capaz de lo mejor o de lo peor pero es nuestro sentimiento, el de nuestros padres, el de nuestros abuelos… Es ese equipo que te lo da todo un día y te lo quita al siguiente. El que te hace reír, llorar, amar y odiar a partes iguales pero que, a la postre, te da la vida. Porque ¿qué sería la vida sin amor? ¿Qué sería la vida sin nuestro Valencia CF? ¿Renunciarías a lo que más quieres solo por no sufrir? En la Isla de las Tentaciones no lo hacen y yo tampoco –por muy buenas que estén las tentadoras-. Confío en el equipo, no quiero ponerme en lo peor nunca y prefiero animar y confiar hasta el final.
Que sí, que a todos nos gusta más Mónica Naranjo que Sandra Barneda dirigiendo el reality, -evidentemente- igual que nos gusta mucho más Mateo Alemany que Anil Murthy llevando todo lo que se puede llevar en el club pero, ahora mismo (a corto plazo por lo menos), salvo mostrar nuestro descontento y vigilar de cerca lo que puedan hacer, es perder un tiempo que podemos invertir en apoyar al equipo y hacer ver lo grande que es el Valencia CF. Y ojo que tampoco estoy diciendo que hagamos como Andrea –y miremos para otro lado-, que nos conocemos…
Vale, para los más pesimistas, que dicen también hemos tenido suerte en última instancia con el VAR pero, ¿quién no ha conocido de casualidad a su media naranja? ¿Quién no ha salvado una tentación por casualidad y ha salido victorioso? Desde luego Estefanía no, pero porque no es del Valencia CF. Vale ya paro.
Así que disfrutemos de estas victorias, estas pequeñas alegrías y animemos a nuestro Valencia CF. No pensemos en lo negativo antes de tiempo como aquel que piensan que le van a poner los “tochos” antes siquiera de hablar con su amada pareja. Porque el fútbol es tan impredecible como el amor. Tan imponderable como la confianza. Tan fuerte como la pasión.
Eso sí, debemos estar preparados para lo que sea, no porque el Valencia CF sea una histórica e histriónica montaña rusa –que también-, sino porque con Meriton ya sabemos lo que pasa, que cuando menos te lo esperas te dicen aquello de….
“Hay más imágenes para ti...”
Y ahora que ha acabado el programa, ¿de qué iba a escribir yo esta columna?