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El divorcio de Lim

19/05/2021 - 

VALÈNCIA. Iba a hablar de fútbol en el día de hoy, pero es que me he quedado flipado viendo la cantidad de gente que ha dejado de quererse últimamente. Personas que, en un momento determinado, sentían amor, devoción o predilección por la otra y, ahora mismo, se sienten cuanto menos engañadas y rompen su vínculo relacional.

Así que os voy a hablar de divorcios. Lo primero que os tengo que decir es que debemos normalizar el cambio de opinión. Sé que es complicado de entender, pero yo, con el tiempo, lo voy asumiendo. Sobre todo cuando hace años era capaz de llevar pantalones anchos con bolsillos a los lados, collar de coco y camisa de lino blanca con cuello mao –todo a la vez-. Ahora no me gusta, desde luego.

Por ello, entiendo perfectamente que cambien las sensaciones, los gustos, las percepciones y, sobre todo, te sientas desilusionado con el paso del tiempo si no cumplen con las expectativas. ¿A quién no le ha pasado alguna vez?

Esto es como cuando empiezas una relación con una nueva pareja y estás ilusionado.  Al principio todo pinta bien, pero luego te das cuenta que pasan cosas raras porque tontea con otras personas o te dice alguna trola. No obstante, sigues confiando en esa persona porque de vez en cuando te da una alegría en forma de detalle o gesto cariñoso. Se porta bien durante un tiempo y planeas cosas: comprar una casa, formar una familia, proyectos de futuro… pero nada de eso llega. Lo que aparecen –por egoísmo o falta de empatía- son faltas el respeto, intolerancia y mosqueos. No solo no cumple lo que te prometió sino que no atiende a razones y planea hacer todo lo contrario. Te enfadas, no entiendes nada y te sientes engañado. Quieres dejar a esa persona y romper el vínculo. Te quejas, se lo dices y buscas acabar con la relación. Pero te casaste con ella hace unos años cuando creías estar enamorado. Ya no lo estás. Solo queda la separación y el divorcio.

Es un poco lo que pasa con la situación del Valencia CF. Lim nos creó ilusiones en su llegada y prometió cosas maravillosas. Todo parecía fenomenal: iba a acabar el estadio, finiquitar toda la deuda, una gran cantera y hacer un gran equipo para pelear por todo. Sea como fuere, fue fichando e invirtiendo dinero pero con ciertos matices que aún a día de hoy no conocemos con certeza. Tanto es así que ya empezamos a ver cosas raras como lo de Nuno en lugar de Pizzi; la llegada de Rodrigo Caio; la salida de Rufete, Ayala y Salvo: o rarezas como traer a Gary Neville de entrenador. Muy al estilo de esa pareja que tontea con otras personas a las primeras de cambio e incluso te hace desplantes en tus morros. Te promete cosas que luego no cumple pero, de vez en cuando, sí que hace otras que permiten que la relación no se rompa de manera inminente. Como pagar a los bancos o fichar. Aguantas y confías. Incluso nos da una alegría con la contratación de Mateu y Marcelino llegando a la consecución de la Copa del Rey, a pesar de no invertir apenas en el Centenario. Como cuando tu pareja te promete que ya no te volverá a poner los cuernos. Tú confías pero vuelve a caer en la tentación. Y es que al final la cabra tira para el monte, y vuelven a las andadas con una mala gestión que provoca que se destruya una estructura, no se cumplan los compromisos adquiridos y la afición se sienta engañada, estafada y desilusionada.

Por eso creo que solo queda el divorcio, porque parece muy difícil reconducir esta relación. Poco tiene que ver lo deportivo, por muchos gestos que haya a futuro, se han pasado líneas que parecen insalvables a tenor de los últimos hitos. No cabe milagro. Por ello, es el momento de acabar de la forma más inteligente posible.

Como casi todo divorcio será lento y tormentoso. No nos engañemos, las tensiones están a la orden del día, pero siempre debemos buscar que no dañen lo que más queremos: nuestro Valencia CF. Porque, como si de nuestro hijo se tratara, solo queremos que no lo maltraten más hasta que nos den la custodia a nosotros o a alguien que sea capaz de cuidarlo como merece.

Por ello, generar odio no es una opción. Entiendo y comparto el enfado, pero no podemos odiarnos ni matarnos entre todos los que queremos lo mejor para el Valencia CF. Los periodistas somos los primeros que debemos tomar nota de esto. No entiendo –por ejemplo- el conflicto de esta semana entre los que van y no van a Mestalla. Es tan respetable acudir al partido a explicarle a la cara a Anil Murthy lo mala que es la gestión como no ir en señal de protesta ante la misma. No es ni más, ni menos valencianista una cosa o la otra.  Dimos ejemplo en la manifestación, repitámoslo.

De la misma manera que no entiendo el insulto gratuito. Mirad, se podrá estar más o menos de acuerdo con ellos, pero Martin Queralt y Sandra Gómez, por ejemplo, han demostrado –igual que la mayoría de gente- estar en contra de la gestión de Meriton y no he escuchado ni un insulto por su parte a la propiedad ni a gente que difiera de su forma de hacer las cosas; y no por ello son menos contundentes en sus declaraciones o su cometido. En un momento de calentón nos puede pasar a todos, pero no podemos normalizar las faltas de respeto porque nos convertiremos en aquello que tanto criticamos.

Sea como fuere, lo que está claro es que ni un milagro salva una relación que parece estar condenada a entenderse por lo judicial o lo comercial. Empieza el divorcio de Lim.

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