El dramita veraniego que montamos con la venta de Matt Ryan al Brighton & Hove Albion (así, dos en uno). O el debate enconado sobre el regalo de Alves a Brasil...
VALÈNCIA. El dramita veraniego que montamos con la venta de Matt Ryan al Brighton & Hove Albion (así, dos en uno). O el debate enconado sobre el regalo de Alves a Brasil. Me gustan quienes toman decisiones complicadas, difíciles de digerir a la primera. Demuestra la diferencia entre quienes no arriesgan por lo que pueda pasar y los que ven más allá de lo que todos solemos.
Llegó Neto y… no ha pasado nada, o mejor dicho, ha pasado casi todo. Sin aspavientos, fiable y sólido, tanto que su error clamoroso de la temporada pasó sin pena. Entre medias, puntos salvados. El domingo otros más. Actuaciones rectas y determinantes. Si Neto se ve beneficiado por la rotundidad y el orden de la defensa (cómo saber si no ocurre también al revés), cuando la defensa no es rotunda ni ordenada sus manos vienen atajando balones críticos.
Paco Gisbert, el mejor sociólogo procaz del valencianismo, determinó que los brasileños blancos no acababan de resultar e incluso tendían a ser bultos sospechosos. Los hechos avalaban su tesis. Este caso erra el diagnóstico.
Con Neto ocurre que lo ves cuajado como si llevara un par de temporadas, por ese efecto óptico con el que se mira a unos cuantos jugadores del club: ¿es esta la cuarta temporada de Kondogbia?, ¿la quinta de Murillo? Aunque es mucho más sencillo liderar entre aguas calmadas que en plena revuelta, hay en cada palabra del portero una finalidad grupal; conoce con detalle la importancia de formar equipo, se preocupa porque suceda.
Domina la velocidad de sus nervios y ante el exotismo antiguo de ver a los porteros brasileños como un contrasentido, una profesión tan áspera en un cosmos tan festivo, consolida la idea de que algunos de los mejores porteros vienen de Brasil.
Confiaría en Neto un gran secreto. Fallará balones en lo que queda de temporada, cometerá algún error más, pero por esta senda intuyo que será un meta que limpia más que ensucia, que sujeta y no cuelga.
En el deporte cuando no se sabe qué nombre ponerle a las métricas se les llama intangibles. Y un buen chute de ello ha llegado con el portero. Cuando miras a Neto mientras en el resto del campo el juego fluye es inevitable ver a un profesional serio (a pesar de los pantalones con los que se presentó el día de su llegada), alejado de la tontería y la frivolidad, al grano.
Una buena noticia silenciosa que sigue cuajando.