La España vaciada

VALÈNCIA. No soy de los que acostumbra a sacar excesivas conclusiones en base a unos partidos en los que los equipos no están ‘cocinados’ y la carga del trabajo físico, propio de la pretemporada, incide de manera evidente en el desarrollo del juego. Además, a la hora de escribir esta columna aún no se ha celebrado el amistoso entre Valencia CF y Levante UD pero… sí parece evidente que la pretemporada del Valencia, en lo que a partidos y juego se refiere, está yendo de más a menos. Creo que es justo reconocer que hay cuestiones, y no banales, sobre las que sí cabe extraer conclusiones esperanzadoras aún basándose solamente en la interpretación del lenguaje gestual de un entrenador que mantiene el perfil de exigencia que necesita un equipo como el Valencia y la respuesta positiva de los futbolistas sobre el terreno de juego: Bordalás no permite que nadie dormite en el campo como vimos a más de un jugador hacerlo en tiempos de Celades o Javi Gracia ante la pasividad de un entrenador pusilánime y no es un cambio baladí sino un paso adelante en el camino hacia el ADN extraviado. Pero también parece bastante claro que en una Liga tan competitiva como los es la española, no basta con ‘testiculina’. El talento, la calidad y la compensación de una plantilla equilibrada en todas sus líneas, se antojan como bienes absolutamente necesarios en una plantilla cuya aspiración Vayá más allá que salvar la temporada sin sufrir para no descender de categoría. Y es que… la ‘España vaciada’ no es, ni la provincia de Teruel, ni la de Soria, ni la de Guadalajara. La España vaciada es el centro del campo del Valencia CF y Bordalás lo grita a los cuatro vientos alineando futbolistas en la parte ancha del campo que no están preparados para acometer dicho empeño. Aunque resulte muy triste aceptar que el Valencia CF no sea capaz de contratar un futbolista del Getafe o el de un equipo de la segunda división británica, sí debería contar con una estructura con la que atacar mercados secundarios con garantías y no a golpe del ofrecimiento del representante de turno o porque ‘fulanito’ lo conoce porque lo quiso fichar para el Almería, que es lo que está sucediendo.

No hay fútbol sin futbolistas, pese a que el ‘iluminati’ de Anil Murthy se crea el inventor del nuevo fútbol ante la inoperancia de los pobladores del fútbol tradicional que, ya se sabe… es “gente poco inteligente”. No se engañen… la política deportiva del Valencia no se asienta sobre estrategia alguna. La esperanza de Murthy consiste en que el equipo, con lo que tiene, llegue al cierre de mercado ofreciendo buenas sensaciones para no invertir cargando, una vez más, todo el peso de la temporada en las espaldas del entrenador y la honestidad de una plantilla que, tal como está, no puede hacer milagros.

Tengo Fe en Bordalás, y la tengo incluso antes de que en Valencia fuese un personaje vituperado con burla por llevar al límite a un equipo como el Getafe. Creo en él, creo en su filosofía de fútbol - que, ni muchísimo menos, consiste sólo en defender- y creo en su método. Pero si lo dejan colgado de la brocha esperando que suene la flauta, no sólo no avanzaremos hacia el ADN extraviado sino que nos acercaremos peligrosamente hacia el ADN de Meriton: vacío y enfermizo.