Como se suele decir en estos casos ‘cada maestrillo tiene su librillo’ y este es el ‘librillo’ de Marcelino. Tenía muy claro el asturiano que poco se podría hacer con este Valencia acomodado en el fracaso desde la prepotencia de ‘elementos’ como Alves, Enzo Pérez o Nani...
VALÈNCIA. Al margen del análisis que cada uno podamos hacer el hilo de lo acontecido en la temporada que acaba de finalizar , el tener la oportunidad –como la que tuvimos esta semana en Sillas Gol- de intercambiar impresiones con quien lo ha vivido todo desde dentro y con un papel protagonista, te otorga una visión más contrastada. Marcelino se explica extraordinariamente bien y tras la conversación – más allá de los titulares más impactantes- me quedo, sin ningún lugar a dudas, con una reflexión en voz alta que para un servidor ya constituía uno de los cimientos del éxito cosechado este año y con mayor motivo me lo parece después de escucharlo en boca del propio técnico.
Vaya por delante que siempre he pensado que entre la justicia y la eficacia, cuando hablamos de un entrenador, lo segundo debe ser siempre lo primero. Entiendo que lo que un Club pretende de su entrenador es que sea eficaz y… seguramente lo entiendo así porque así lo aprendí del entrenador que con mayor fuerza ha influido en mi manera de ver el fútbol desde que me dedico a esto. Aprendí de mis muchas y largas charlas con el gran Luís Aragonés que en la búsqueda del éxito en el fútbol no existen las curvas. Sólo existe la línea recta que te lleva directo a la victoria porque en el fútbol la victoria no es lo más importante. Es… lo único que, de verdad, importa. Aquel mensaje de ganar, ganar y volver a ganar vivía en su interior a modo de un mecanismo casi obsesivo. Un mecanismo que se convierte en herramienta de trabajo y que hace pocas concesiones a otro tipo de vericuetos más o menos estéticos que no tengan que ver con esa terca búsqueda de la victoria. Y no quiere decir con ello que a Aragonés le importase un pito ser más o menos justo con cada uno de sus futbolistas pero sí que para él la búsqueda de dicha justicia no suponía , ni mucho menos, una prioridad.
Sin embargo , al comprobar la importancia que Marcelino otorga a esos ‘códigos’ que en su día le llevaron a defender acaloradamente a futbolistas como Vietto o Pereira, con independencia de ingrato pago recibido por parte de este último que ha huido de Valencia como si le persiguiese la Guardia Civil, y al escuchar que –como yo imaginaba y el propio Marcelino confirmó en nuestra charla- que el trabajo realizado en los meses previos al arrancar la temporada fue tan importante o más que el que vino con posterioridad, tengo cada vez más claro que el técnico asturiano fundamenta su proyecto en la calidad humana del vestuario que dirige.
Como se suele decir en estos casos ‘cada maestrillo tiene su librillo’ y este es el ‘librillo’ de Marcelino. Tenía muy claro el asturiano que poco se podría hacer con este Valencia acomodado en el fracaso desde la prepotencia de ‘elementos’ como Alves, Enzo Pérez o Nani y, posiblemente, fueron aquellas drásticas decisiones las que cimentaron todo lo que más tarde llegó. Marcelino no quiere ‘rock and roll stars’ y sí currantes que se anuden el pañuelo a la cabeza y que estén dispuestos a meterse en barro hasta los tobillos. Que lo hagan con humildad y sin pasar factura a nadie. Hasta ahí, pocas diferencias con el ‘sabio de Hortaleza’. Pero Marcelino entiende que una vez el ‘soldado’ demuestra esos valores en la Ciudad deportiva queda protegido por esos ‘códigos’ que lo igualan en oportunidades o incluso en minutos al resto de la plantilla. Aragonés, si tenía que ’fumarse el código’ para ganar tardaba 20 segundos en sacar el mechero. Sin embargo Marcelino entiende ese principio de ‘Justicia Grupal’ como una herramienta indispensable para alcanzar el éxito.
Seguramente todos son métodos válidos cuando el trabajo está bien hecho y, claro está, que este negocio ha cambiado mucho. La aplastante personalidad del técnico de Hortaleza, seguramente, le permitía no tener que detenerse en según qué consideraciones y… sus códigos quedaban grabados a fuego en la retina de sus futbolistas con una sola mirada. Eran otros tiempos y, obviamente, hay otros caminos para llegar a la meta. Marcelino los ha encontrado este año.