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Cementerio de héroes

8/12/2020 - 

Al Valencia CF le falta un héroe y andamos buscando uno, desesperadamente, que pueda armonizar lo que ocurre dentro del campo y lo que viene sucediendo fuera de él. Alguien que nos represente, claro y que sepamos que no saldrá huyendo, colina abajo, a las primeras de cambio o que, en algún momento, se acabará vendiendo a alguna oferta tentadora, que le dé más poder, en alguna de sus múltiples formas. Lo malo es que el club se ha convertido, a día de hoy, en un cementerio de voces críticas, pues cuando sale alguien queriendo revertir la situación, entonces se le recuerdan los muchos muertos que dejó en el pasado. Y así no puede ser, no vamos a ningún lado, porque al final, el que se muere es el club y se llevará por delante a unos y otros; a los que fueron y a los que podrían ser.

Hace falta un héroe que ayude a poner a Tebas, por ejemplo, en su sitio: tan defensor, como es, de la causa oscura de Lim, supongo que ahora, ante la inminente ruina del Barcelona, dirá aquello de que deben vender a Messi porque eso sería un modelo ejemplar de gestión ¿O eso no le interesa? Supongo que estará de acuerdo en que vendan otros muchos jugadores más, igual que su Real Madrid, cuya deuda también es acuciante. Lo malo es que entonces dirá que estos equipos, que él dopa con el dinero mal repartido de los derechos televisivos, suben el caché de La Liga. Bueno, que no se olvide del Atlético, que creo que está haciendo las cosas mucho mejor que esos dos equipos juntos. Cierto es que su gestión ya ha devaluado la competición, reduciéndola a un formato escocés y la imaginación para hacerla competitiva a ojos del telespectador extranjero es escasa, entre otras cosas porque ven que en España las habas siempre están contadas, no como en Inglaterra, donde el reparto es mayor y mejor. Pues eso: necesitamos a alguien que ponga firme a un presidente de la Liga de Fútbol Profesional, que no deja de meter sus narices en este club, con cierta ligereza y atribuyendo títulos ligueros inexistentes a Ranieri (¡imagínense lo que sabe este hombre de fútbol!), pero que pasa laxo en sus palabras cuando se trata del club de sus amores merengues, el club de su juguetito culé o el de su hijo, el Fuenlabrada, por poner ejemplos de ciertas relajación en su oratoria. Pero aquí nadie le frena los pies y le pide respeto: claro, ¿cómo se lo vamos a decir si todo lo que suelta son lim-dezas para el máximo accionista, vítores, aplausos a la gestión? Aquí nadie dice nada no vaya a ser que el héroe vaya pronto a la tumba. Por eso ni tan siquiera Mateu Alemany abrió la boca en su día ante ciertos comentarios.

Alguien tendría que decirle a Manuel Llorente que no es tampoco tiempo de actitudes engoladas, sobreactuadas, porque si Martín Queralt tiene algún que otro muerto en el armario del pasado, él también y, sin embargo, tuvo una buena gestión. No hace falta que recordemos que, gracias a él, el Valencia CF no entró en concurso de acreedores (esa sí era una buena solución en su día) y consiguió una ampliación de capital, que fue la puerta de entrada de Lim. Lo hizo Llorente, con la Fundación y con el empujón de Bankia, que no quería ese concurso de acreedores ni en pintura. Yo creo que aquello se hizo pensando en lo mejor para el club, aunque no haya resultado muy bien. Por eso, pienso que Llorente actuó siempre con inteligencia, ahora bien: puesto a recriminarnos cosas, todos tienen mucho que callar y así no vamos bien. Los gestores valencianos las han hecho de todos los colores en este club, pero ¿no podemos dejar de recordarnos las miserias por una vez y tratar de unir fuerzas ante lo que se vislumbra como una debacle histórica? ¿de verdad Llorente no es capaz de dejar a un lado su resentimiento y su ego y apoyar una causa que, a la corta, salvaguardará su propia inversión en acciones? ¿No ve que si se hunde el Valencia ese patrimonio accionarial no valdrá para nada? Otra cosa es que quiera restituir su lugar entre los vivos, ahora que parece ya muerto para el valencianismo: es decir, que pretenda acercarse a Lim porque más vale una victoria segura en los despachos que una guerra incierta en la calle. O que, sin embargo, la oposición al máximo accionista le declare su héroe vitalicio, por poderes, por decreto histórico y por sus bemoles. Todo me suena triste en esta balada valencianista, mientras la marcha militar singapurense sigue su ritmo, con sus abanderados, como Tebas y sus picadores de tambor, como Murthy. Mientras el mundo está descubriendo el poder terrible de Lim y la opresión al club, aquí los héroes están más pendientes de no unirse, porque queda mejor la foto cuando el trabajo sucio lo hacen otros y yo solo estoy para las medallas. Un Tuzón, un Pedro Cortés o un Jaume Ortí, por carisma, vendrían muy bien, pero el fútbol es tan ingrato que solo se acuerda de sus héroes cuando ya no los tiene.

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