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¿El gato caza ratones?

14/06/2020 - 

El fútbol volvió a Mestalla tres meses después. Lo hizo igual que se marchó: con un clamoroso fallo de Diakhaby que privó al Valencia de lograr una victoria decisiva. Parece que nada ha cambiado después de tanto tiempo huérfanos de balón. Que todo sigue igual. Porque Celades, pese al tiempo que ha tenido para darle vueltas al “coco”, no ha logrado cortar la sangría defensiva de su equipo. El Valencia muere por su eje central. En caliente, el dedo acusador señala a Diakhaby. Sí, lo del francés no es de recibo. Sus errores son groseros. Ante el Levante, cometió dos fallos imperdonables. Primero comete una falta innecesaria sin que el delantero rival tenga opciones y, a renglón seguido, hace una llave de judo a Vezo dentro del área que acaba en penalti. Dos fallos en cadena. Igualito que el día de la Atalanta hace tres meses. Si había una oferta de 40 millones por el central, que lo dudo, ¿dónde se esconde ahora el responsable de no haberla aceptado?

Lo de Diakhaby es terrible. Pero, superado el calentón, el análisis frío de la situación te lleva a señalar con el dedo acusador hacia otro lado. Esto es algo de lo que ya hemos escrito en esta misma tribuna hace mucho tiempo. La planificación deportiva, con la ruina de los centrales como botón de muestra, ha sido penosa. Duele más todavía viendo a Garay, un central de jerarquía, sentado en la grada y más fuera que dentro de la entidad. Aquí, la responsabilidad comienza en Diakhaby, que es quien comete los fallos y continúa en Celades porque no ha logrado encontrar soluciones al problema. Pero sin duda que la máxima responsabilidad es de la dirección deportiva del club. Si es que la hay, claro. Porque en este caso es el propietario, Peter Lim, y el presidente circunstancial del club, Anil Murthy, quienes cosen y descosen a su antojo.

Me cuentan que César Sánchez, al que todavía no han presentado como director deportivo, todavía desconoce si va a disfrutar de la libertad necesaria en la toma de decisiones sobre el fichaje de futbolistas. Si es así, que no lo dudo conociendo cómo se las gastan desde Singapur, el panorama me parece desolador. Es muy posible que quizás a César no le hagan mucho caso, pero el consuelo que me queda es que, al menos, sabe mucho más de fútbol que Lim, Murthy, Sean Bai y toda esa corte de reverentes aduladores a lo  oriental que viven demasiado bien a costa del Valencia. Si el día de la Atalanta, o el del Levante, hubiera habido público en la grada…. Aparte de a Diakhaby, estoy seguro que los pitos de la afición también se los habría escuchado Celades y, sobre todo, Murthy. Peter Lim los evitará. Como siempre. Porque el propietario sigue y seguirá sin aparecer por Mestalla.

Lo que ocurrió el viernes en Mestalla no es un hecho aislado. No es algo que sucediera ante el Levante ante el asombro generalizado. También ocurrió contra la Atalanta y se ha ido repitiendo a lo largo de la temporada cada vez que Garay o Paulista han faltado a su cita con el fútbol. Ni Mangala ni Diakhaby están para ser titulares en el Valencia. Y, lo peor de todo, es que el club renunció a zanjar el problema cuando se abrió la ventana de fichajes de invierno. La dirección deportiva tomó la decisión de dar la patada hacia delante al problema. Ahora, se sufren las consecuencias. Y llegan los lamentos. Porque el hecho de no lograr la clasificación para la próxima Champions, puede convertir al Valencia en un equipo mediocre de mitad de la tabla. Algo a lo que los exquisitos paladares de la grada, sobre todo los más jóvenes de la hinchada, no están tan acostumbrados como los que hemos visto al Valencia pasar apuros y penurias económicas y deportivas.

Mientras Diakhaby se empeñaba en darle emoción al regreso del fútbol en Mestalla, Hugo Guillamón callaba muchas bocas con una brillante actuación. Sobre todo las de esos neófitos técnicos expertos en fútbol, tan de moda ahora, que querían jubilarlo a su temprana edad de 20 años por bajito. Alguno ya lo quiso hacer años ha con Silva, por ejemplo. Por no ir a lo fácil y hablar de Maradona o de Messi. Ni de la generación de oro del fútbol español con los Xavi, Iniesta y compañía. A esas lumbreras de la Academia del Valencia, a esos iluminados del fútbol, les recordaré sin ir muy lejos nombres como los de Diakhaby, Aderllan Santos, Abdennour, Orban, Stankevicius o Senderos, que eran más altos que Guillamón pero no mejores jugadores. Si miramos hacia atrás, a Mestalla ha llegado cada “castaña” de central, que hablar ahora de si Guillamón es bajito o no, me parece demasiado frívolo. Como dijo un día Luis Aragonés cuando le preguntaron por un fichaje: “A mí me da igual que el gato sea blanco o negro. Lo que me importa es si caza o no ratones”.