Hay victorias que perduran para siempre, con mucho significado, por momentos inexplicables, que se saborean de una manera especial y que generan un aluvión de felicitaciones. Menudo subidón es derrotar al Real Madrid, revitaliza a cualquiera y vuelve a demostrar que este equipo es capaz de todo. Y me da rabia porque sigo creyendo que el Levante puede estar más arriba y me acuerdo de las derrotas en el Ciutat ante Espanyol y Alavés (ambas 0-1), que Eibar (0-0) y Osasuna (1-1) se llevaran un punto, o ese 2-0 que se fue al traste contra el Valencia. “Es mejor que no le des vueltas para comprenderlo, simplemente disfruta de este triunfo”, me respondía un buen amigo cuando le exponía mis lamentos. También entiendo a los que me dicen que no me olvide que en junio no había dirección deportiva, aunque había un trabajo de campo realizado y el esqueleto estaba conformado y había que pulir detalles, sobre todo en forma de salidas. He repetido hasta resultar cansino que hay mimbres de sobra para dejar atrás la autocomplacencia, dar un paso adelante y ambicionar. Es que hasta los propios jugadores, en entrevistas a otros colegas de profesión, abogan por este discurso en grande cuando se cumplen 110 años de historia. Esa montaña rusa de emociones que está siendo la temporada convierte mi argumentación por momentos en una misión imposible hasta que llega una noche mágica como la del sábado. Otra más con Paco López, que ya es el entrenador con más victorias en Primera División (29) superando las 28 de Juan Ignacio Martínez en los ejercicios 2011/2012 y 2012/2013.
“El fútbol tiene límites. El esfuerzo, la fe y la convicción no”, reclamaba Paco con rotundidad a sus jugadores antes de saltar al césped. Un grito que se hizo viral en redes sociales. Desde ahí se labró otro episodio del ‘matagigantes’. Por primera vez, el Levante ha ganado en Liga de local a Barcelona y Real Madrid. El último que lo había conseguido fue el Sevilla de Unai Emery en la campaña 2015/2016. Además dejó de ser el peor equipo de 2020. Compartía esta posición con el Athletic, ambos con tres puntos, pero los leones perdieron en Vitoria y ya acumulan diez jornadas sin ganar. Orriols sonríe en la décima posición, ahora más cerca de Europa (8 puntos, los 40 de la Real Sociedad) que de la zona de descenso (10), donde Leganés y Espanyol perdieron y el Mallorca rescató un empate del Benito Villamarín. “Hay que tener más fe en este equipo. La tenemos, pero como somos tan sufridores a veces ese sufrimiento nos hace ser negativos. Este equipo demuestra que puede hacer cosas como las de hoy”, respondía Paco en la primera respuesta de la rueda de prensa posterior al alegrón. Por supuesto que sí, pero el vestuario debe frenar esos volantazos, encontrar la estabilidad y esa fórmula, con matices según el rival y el escenario en cuestión de cada fin de semana, para que la sonrisa no desaparezca tan rápido. Que del frenesí a la contrariedad hay una línea muy fina.
Ante un buen Madrid pero sin pegada, el Levante menos Paco López, más alejado a su ADN atrevido y descarado, completó un ejercicio de resistencia para encumbrar. Me gustó incluso más que en el triunfo ante el Barcelona. Líneas muy juntas, sacrificio defensivo, concentración durante todo el partido, supo sufrir, se agarró al cara a cara hasta el extremo y esperó su oportunidad para asestar el golpe de gracia ante el equipo menos goleado y más realizador a domicilio. De esas lecciones que enamoran, que olvidan los sinsabores y que obtienen recompensa desde la grada. Porque la comunión fue total, con más de 23.000 espectadores, la mejor entrada de la temporada, que jugaron su papel. Alucino con los que aún piensan que el Ciutat está plagado de madridistas. A esos ignorantes les recomendaría que se pasaran el año que viene cuando unos y otros vuelvan a verse las caras para comprobarlo. Además estoy convencido de que querrán repetir.
Como avisaba Paco en la previa, para ganar estos encuentros tiene que salir todo redondo y aprovechar los pocos instantes que un adversario de esta envergadura te permite. Era un duelo para sufrir y el esfuerzo tiene que ser máximo. Fue un triunfo con muchos nombres propios. Por encima de todos, el del ‘Comandante’ Morales, que no marcaba desde el 31 de agosto ante el Real Valladolid y había perdido la titularidad en las dos últimas jornadas frente al Leganés y en Villarreal. El dato puramente numérico es lo de lo menos. No sé si necesitaba más ese golazo él o el equipo. Su grito de rabia será una de las imágenes de la temporada.
"Entiendo que el Morales que nos tenía acostumbrados no es fácil. Es un jugador con una implicación y compromiso por este equipo y este club que hay que tener confianza en él aunque no hubiera hecho gol. Hay que verlo entrenar. Es un jugador muy importante para este equipo", ensalzaba Paco López al capitán. Se unieron todos los astros para que fuera su día. Hasta su maravilla había currado como el resto de sus compañeros, casi actuando más de lateral que de extremo. Fue su segundo tanto de la temporada y ya lleva 34 en Primera División, el que más, y tiene a Roger Martí a siete (27). Era su última contribución. Iba a ser reemplazado y se sacó un zurdazo de primeras que pegó con el alma. Se echaba de menos su celebración. El míster no esperó y se apresuró para que levantaran el cartelón. El ‘36’ de Pablo Martínez por el ‘11’ del capitán. Ovación tremenda del Ciutat a un futbolista cien por cien comprometido, que perdurará para siempre.
Por todo lo que supone dentro y fuera del campo, Morales acaparó los principales titulares, pero brillaron más protagonistas. Mucho se ha cuestionado la estructura defensiva y hay que ensalzar que por segunda jornada seguida en casa se pudo dejar la portería de Aitor Fernández a cero. Para esa tarea, Bruno ha irrumpido en el once para quedarse. Con Vezo fuera de la convocatoria por decisión técnica, el ex del Getafe fue la apuesta junto a Postigo y silenció a los que ponían en duda su fichaje solamente para la segunda parte del curso. Lo reconozco, me incluyo entre esos escépticos. El central de las Galletas fue el primero en dejar claro en su presentación que iba a ser un profesional “como la copa de un pino” por mucho que tenga una salida pactada al extranjero a final de temporada, aunque veremos luego lo que sucede. Pese a su inactividad de minutos, ya que en Liga no participaba desde el 28 de septiembre en la derrota en el Coliseum contra el Barcelona, el ‘18’ ha aterrizado físicamente espectacular. El ‘régimen espartano’ de Bordalás minimiza su falta de continuidad como azulón. Un debut que le consagra. Un escudero de lujo de un Postigo que también fue un cerrojo. Atentos, rápidos y energéticos. Sin empequeñecerse ante un Real Madrid que se dejó el liderato. Golazo de Morales, infranqueables los centrales e imperial Vukcevic, que ha aprovechado la lesión de Radoja para silenciar a sus detractores y, sobre todo, ganarse la confianza del entrenador. Que nadie pase por alto que el 1-0 nació de las botas del montenegrino. Una asistencia que fue la guinda a su partidazo.
Después de dos triunfos seguidos en casa, de muy poco serviría la última machada si el equipo vuelve a las andadas en Ipurua (sábado 29, 13 horas). Esa guarida infranqueable ante Leganés y Madrid, de visitante es otra historia ya que son 28 partidos sin conseguirlo y ojalá se pueda cortar en el regreso del ‘Comandante’ a la que fue su casa, el paso previo a su salto al primer equipo granota y donde fue figura clave en el histórico ascenso armero en la 13/14. Además, ya en el Levante estrenó allí su cuenta realizador en la élite en el 3-3 del 4 de octubre de 2014. En total, el ‘11’ le ha marcado cinco goles, dos en Orriols y tres en tierras vascas.