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Menuda ruina

24/11/2020 - 

Mala señal es esa de que un delantero tenga miedo al gol, que la portería se le haga siempre pequeña, que ya no sepa qué hacer cuando encara al portero y mire, desesperadamente, a los lados a ver si hay una ayuda salvadora que asuma el riesgo de meterla para adentro. No vale eso de moverse bien al espacio, porque la movilidad de un delantero no solo debe hacer que la segunda línea tenga un carril de acceso al área contraria, sino que debe propiciar la finalización también para él. Y Gameiro, a los treinta y tres (casi cuatro) años de edad, tiene ese mismo miedo y esa misma cuartada para permanecer en el campo y hacerse diminuto.

Un futbolista profesional, de calidad, no puede fallar las que está fallando el francés desde hace ya bastante tiempo (no nos centremos en este último partido). No puede ser que ni tan siquiera logre dirigirla entre los tres palos en el noventa y dos por cien de sus disparos a portería con bastante ventaja en un alto porcentaje de los mismos. Prefiere pasarla y así se libra del estropicio al que nos ha acostumbrado: no es generosidad, ya que no ha sido un asistente habitual, sino temor, falta de confianza, descenso de calidad. Se mueve, sí, pero ¿es productiva su movilidad? La cantidad de balones perdidos o ni tan siquiera bien controlados es llamativa, pero tampoco es su peor faceta. Lo malo es lo del gol: se pagaron 16 millones de euros por un jugador de treinta años que venía de marcar 11 goles en treinta y seis partidos con un Atlético que pujaba por el campeonato nacional. Fueron mucho mejores los números en el Sevilla. Pero desde que marcó los 29 tantos con los hispalenses todo ha sido un progresivo descenso de prestaciones a pesar de jugar el mismo número de partidos en muchos casos. El primer año como che jugó nada más y nada menos que 47 partidos, marcando nueve goles tan solo: tener una media de 0.19 goles por partido es terrible para un delantero de élite. Y si lo llevamos a su coste y a su salario ya lo vemos todavía peor: el francés recibe del Valencia CF un montante de 7,5 millones de euros brutos por temporada entre unas cosas y otras. Lleva tres años aquí, así que resulta fácil hacer números: en ficha, en bruto, poco más de 22 millones (para redondear) a los que cabe sumar los 16 que costó, así que 38 millones en total, dividido ahora entre las temporadas sale a poco más de 12 millones y medio su coste. El primer año marcó nueve goles de tal modo que cada gol le costó al Valencia CF 1,4 millones de euros esa primera temporada. En la segunda, marcó, en 38 partidos disputados, un total de 8 goles, haciendo una media de 0.21 goles por partido, así que cada gol, en una temporada tan terrible como la anterior, donde el equipo ni se clasificó para Europa, cada gol le costó al Valencia 1,6 millones de euros aproximadamente. Un negocio redondo. Este año, de momento, lleva cero goles en seis partidos, así que, de momento, en su parte proporcional, todo son pérdidas, pues si hacemos balance del primer trimestre, el jugador le cuesta al Valencia CF un total de 4,2 millones de euros para un equivalente de cero goles, fíjate si este año ya sale caro el asunto. Sinceramente, una ruina y en esta situación tan crítica, en la que el club está señalado por el dedo mortal de Lim y sus antigestores, no se puede permitir un rendimiento así. Claro, las cuentas cambian si Gameiro sigue en el club, pues los años de amortización se flexibilizan, pero lo cierto es que hoy estos son los números y cada gol siempre será caro.

Pero vayamos más allá: si a lo de Gameiro juntas los 6 millones brutos que te viene a costar Mangala (quizá un poco menos), los 2 millones brutos de Sobrino y los 3 millones brutos de Cheryshev, tenemos la escandalosa cantidad de 18,5 millones brutos en cuatro futbolistas de pésimo rendimiento y nivel. Y si hablamos del coste de contratación, pues serían 29 millones de euros los cuatro. Sumemos. Un lujo auténtico que te lastra, más allá de otras fichas, algo más modestas, como las de Correia, por ejemplo. Lo de Cillesen también es terrible se mire por donde se mire. El problema es que empobreces económica y deportivamente al equipo así. Sobrino, por ejemplo, costó 5 millones (operación que mi admirado Alemany debería explicar porque resulta inconcebible), más su salario de 2 millones: el año pasado marcó 1 gol en 16 partidos, haciendo un media de 0.06 goles por partido, aunque rara vez era titular o jugaba mucho más de treinta minutos. Ese año el gol de Sobrino costó 3,5 millones en total. Este año no ha marcado ninguno y no tiene pinta de hacerlo, así que marque uno o no marque, le volverá a costar lo mismo al Valencia CF. Estas cifras las tienen muy pocos goleadores en el mundo, por no decirte que ninguno: por ejemplo, Lukaku le está costando al Inter unos 1.9 millones de euros por gol aproximadamente y este sí los marca y hace que su equipo gane. Con negocios así, no hay empresa, deportiva o no deportiva, que salga adelante.

Si Peter Lim se ha quedado los derechos federativos de cuatro futbolistas a cambio de uno de sus préstamos, ojala que sean estos y se los cobre, porque ni en lo futbolístico (ojo, Cheryshev es honesto y luchador como una bestia, pero es que es muy torpón el pobre chico, elige mal casi siempre) ni en lo económico suman nada. Que se los llevase sería una buena noticia para el club, un saneamiento correcto, un poquito de imaginación y benevolencia, aunque tampoco sepan lo que es. Lo dicho: menuda ruina.

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