VALÈNCIA. Ya queda menos para encontrarnos con la última de Meriton en el Valencia CF: así de ridículo y de absurdo suena el asunto. Supongo que será esto lo que piensen los de fuera del valencianismo, frotándose las manos con este circo que nos han montado aquí. Ojalá la opinión internacional (la nacional ya lo tiene claro y lo único que hace es pitorrearse cuando puede) acabe por dar una imagen real del auténtico fracaso que es Peter Lim como empresario, pues ha demostrado no tener nivel como gestor, ni tampoco capacidad para escoger a un buen equipo alrededor. Pierde y pierde y pierde: esa sí es la verdad de Lim, y el mercado financiero ya se ha dado cuenta del carácter perdedor de este inversor, torpe y poco ávido a la hora de generar beneficio. Eso sí es hacer el ridículo de la manera más notoria que se puede hacer. Enhorabuena Lim’s Team, porque es imposible hacerlo peor, así que si alguien tiene en mente hacer negocios con ustedes, pues muy pronto sabrá la auténtica calidad que tienen.
Más allá de esto, el Valencia CF se ha dado un descanso con esto del parón de selecciones: ha pasado el huracán Gracia, que se quedó finalmente en tormenta tropical; ha pasado también el mercado de fichajes, que parecía traer un nubarrón sin más y al final se ha convertido en un auténtico huracán. Los papeles invertidos, pero con una única realidad: esto tiene pinta de ser la calma que antecede a la tormenta perfecta. No sé, algo me huele así ¿a vosotros y vosotras no? Este club ya me hace pensar siempre que lo peor está por llegar, y nos espera a la vuelta de la siguiente esquina. Es la única verdad tras tantos años de mentiras o de Meriton, que son lo mismo.
No puedo decir, en este caso, que la plantilla debe hablar en el campo, porque tiene lo que tiene: eso sí, le da para quedarse entre el que hace nueve y el que hace doce, que es el paraíso del propietario. A esto aspiramos realmente, porque ir un paso más allá es mentirse: no hay bloque, no hay estructura, no hay paciencia y no hay honestidad. Solo tienes a un técnico que se queda muy a su pesar y a unos jugadores que sé que lo van a dar todo en la mayoría de los casos, aunque no en todos. Seguirás con la irregularidad permanente de Cheryshev, la indolencia y la pólvora mojada de Gameiro, la fragilidad de Mangala, el vacío de Guedes, las carencias de Correia, las torpezas de Diakhaby o la nula aportación de Sobrino: todo esto hace ciento diez millones de euros gastados en fichajes de rendimiento pobre, unido a las dieciocho millones de euros aproximadamente en fichas que cobran. No está mal tener casi ciento treinta millones de euros tirados a la basura por rendimiento, calidad y regularidad. El negocio es redondo, para cualquier inútil, claro. Esto sí es pensar mal una plantilla. Fijémonos en un detalle: Marc Roca se ha ido al Bayern por diez millones de euros, y a ti Correia te costó quince. Fichajazo. Ahí está lo ridículo de todo esto. Luego hemos ido regalando jugadores, porque se ve que el Valencia CF es el único afectado por el virus, ya que a ti no te han regalado ni un vaso de agua, nadie. Supongo que las operaciones en las que no esté Mendes no valen.
Esto se agitará tan pronto se vuelva a poner el balón en marcha y sea muy visible la lamentable planificación deportiva que ha confeccionado el club en su totalidad, porque el Mestalla y el Valencia CF Femenino es otro capítulo lamentable de cómo están dejando que los profesionales vinculados trabajen: más improvisación y palos entre las ruedas no pueden poner.
Seguramente esto suene a liquidación. Ojalá, porque el río ya suena y la gente no es tan estúpida de hablar sin saber. Algo se está cociendo, y quizá en unos meses tengamos sobre la mesa la posibilidad real de acabar con esta pesadilla. O quizá no, porque Lim, el fracasado gestor, pida lo que este club ya no vale desde que se hizo cargo Meriton. El valor del Valencia CF es muy elevado: la masa social valencianista es incansable, fiel, incondicional. Inviertan, quienes tengan que venir, en ella, porque la gestión de Lim lo único que hizo fue separarla, darle la espalda, acordarse de la afición solo cuando había que pagar por cualquier cosa. Y lo digo otra vez: cualquier cosa. Han sido usureros, no cómplices. La prepotencia de los máximos accionistas les ha dejado solos al frente de un club de fútbol que no saben gestionar. En cambio, el Valencia CF no está (ni ha estado) solo nunca. Quien venga, que lo tenga claro. Pero que venga de una vez, porque si los valencianistas tenemos que esperar a que no haya fútbol para estar un poco más felices, entonces es que esta es la peor de las pesadillas que un aficionado puede vivir en sus carnes. Yo, de momento, ya me espero otro show de la cuadrilla de Lim antes de que nos den las doce.