La imprevisibilidad del Valencia, su capacidad para engañar al prójimo y hacer una temporada excelente cuando solo esperábamos una temporada de reconstrucción trae abruptas reacciones...
VALÈNCIA. La imprevisibilidad del Valencia, su capacidad para engañar al prójimo y hacer una temporada excelente cuando solo esperábamos una temporada de reconstrucción trae abruptas reacciones. De comenzar la campaña medio escépticos, preguntándonos quién era Guedes, si acaso otro atajo de Mendes, a sin solución de continuidad corroborar que había un equipo al borde de la invencibilidad, cabalgado por un jugador candidato a hacer la mejor primera y última temporada de la historia del equipo.
Bien, sorpresa, hemos descubierto que el tercer clasificado de la Liga hispanosaudita y al tiempo el semifinalista de la Copa tiene limitaciones. Serias limitaciones, lagunas, agujeros oscuros por los que la competitividad se cuela como por el sumidero. Un problema. ¿Cómo reaccionar a la evidencia? La dificultad para etiquetar al grupo genera confusión impropia. Nosotros que siempre tenemos tan claras todas las opiniones…
Ay, spoiler, esta plantilla es limitada y sin embargo un equipo competitivo. El arranque fulgurante, unido al efecto Guedes, colaboró a crear la entelequia, a confundir competitividad con talento puro. El Valencia tiene un buen engranaje, tiene individualidades más potentes que en los últimos cursos, tiene una motivación extra, un amplio puñado de futbolistas conectados. Pero también tener recursos muy justos, algunos que no bordean el nivel para jugar en el equipo, más promesas que están por hornear.
Nos estamos pasando los dos últimos meses exigiendo interiormente un rendimiento de once de gala a una alineación repleta de boquetes. Por un lado pezqueñines con falta de recorrido como Maksimovic, Vidal o Gil. Por otro piezas que venían de no servir en las etapas precedentes como Mina o Paulista, incluso Coquelin, inédito en un el último y decadente Arsenal. Defensas inservibles ayer, como Vezo, Montoya.
Nos hemos encontrado que con la llegada de las lesiones, de la presión de partidos, de las sanciones, una plantilla corta como la del Valencia nos acababa pareciendo justo eso. Y el alto rendimiento de un once ideal ya no coincide con el de la plantilla al unísono. Un grupo atascado, que necesita reincorporaciones, replantear su ruta inmediata, sufriendo hasta rehacerse.
Qué sensación. Encontrar las carencias en cada esquina de un equipo semifinalista de Copa, tercero en Liga… O vivimos de renta o planteamos cómo salir de este atasco.