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Una conjura narrativa: en Champions así no basta

Hay una conjura narrativa que comienzan a repetir los jugadores (esto es, Rodrigo) y Marcelino. Ey, que la Champions solo es el principio; ey, que con esto no es suficiente. Es un aviso a navegantes ante el peligro de creer que ya todo está hecho...

19/04/2018 - 

VALÈNCIA. En semanas de tránsito final hacia la Champions (el Valencia se ha metido en un corredor sin vuelta atrás, casi un limbo) la sensación en el cuerpo de estar recuperando una normalidad que se quedó descarriada, y entonces girar la vista y ver que hace diez años estábamos ganando una Copa para permitirnos no celebrarla (y para torpedear los designios del Rey). Provoca el vértigo del tiempo y un ‘joder cuánto hace que no ganamos nada’. 

Ver las fotos de Mata y de Alexis, de Moretti y Morientes, ver que toda una generación de por medio se ha quedado a secas en un club que acostumbra a levantar metal incluso en las décadas peores, es todo un antídoto contra tanta ínfula de grandeza impostada. Acierta mucho Marcelino con la perogrullada de que “el Valencia hoy no está entre los clubs top de Europa”. Es una advertencia en dos direcciones: evita que nos creamos lo que (ya) no somos al tiempo que pone el ingente reto de recuperar un estatus perdido. Marcelino, desde hace unos días, da mensajes hasta en sus alineaciones. La alineación contra el Getafe iba cifrada hacia la propiedad.

Hay una conjura narrativa que comienzan a repetir los jugadores (esto es, Rodrigo) y Marcelino. Ey, que la Champions solo es el principio; ey, que con esto no es suficiente. Es un aviso a navegantes ante el peligro de creer que ya todo está hecho, que llegar a la nueva vieja Copa de Europa es el final de etapa en lugar de un apeadero para seguir el viaje. La visión de tomar la entrada a Champions como un acto burocrático en lugar de como un estímulo de crecimiento acabó haciendo rutinario y aburrido quedar entre los cuatro primeros. 

Los diez años desde que en la plaza de toros se repartían camisetas de ‘Juan, gracias por todo’ nos enseñaron (además de desconfiar de chalados con ansia de mucho poder) que el Valencia avanza mejor cuando lo persigue que cuando lo logra. 

La conjura narrativa a orillas de la Champions es un mensaje potente para quienes aspiren a creer que aquí está la constatación del éxito de un modelo. No, solo es la recuperación del buen camino hacia la normalidad del club. 

Marcelino y los jugadores (Rodrigo) insinúan con franqueza sus propias debilidades: si a este grupo le seguimos reclamando sobreesfuerzos por encima de sus posibilidades (¡que durante un buen tajo de temporada Maksimovic y Vezo han sido pilares urgentes!), corre peligro de colapsarse. Hasta la alineación frente al Getafe, cargada de segundas unidades, parecía un acto de exhibición de las carencias propias. Es la Champions el camino para fortalecerse, no el final de la senda.

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