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opinión pd / OPINIÓN

Orgullo rancio

27/04/2021 - 

VALÈNCIA. A veces nos empeñamos en seguir un camino que no nos lleva a ninguna parte: movidos solo por orgullo, somos capaces de perseverar en nuestra testarudez, creyendo incluso que todos están ciegos y el único que ve las cosas con claridad es aquel que va a contracorriente, sin sentido alguno. Hoy por hoy, en nuestra rabiosa actualidad futbolera, tenemos unos cuantos así: desde el técnico, Javier Gracia, pasando por la propiedad, algunos jugadores y hasta Florentino Pérez si me apuran. Sí, al Ser Supremo también le quiero dar un pequeño regalo, sin pasarme, pero que le sirva como reflexión.

Al técnico del Valencia CF le está pudiendo ese orgullo rancio de quien está incómodo con los zapatos nuevos que se compró y que no le caben, pero sigue y sigue, solo porque aceptar su error le resulta imposible. Ahora mismo, busca soluciones para el equipo poniendo como punto de partida su propia herida emocional: tomar las decisiones las toma, al menos eso parece, con resquemor. De una manera o de otra: los fichajes de invierno ni juegan ni jugarán, porque ponerles a hacerlo y que den resultado lo pondría más en evidencia. Eso sin negar que, como ya dije yo mismo, vendrían fuera de forma y hasta casi mayo (así, así, textual lo escribí) no los tendrías a pleno rendimiento considerando cómo venían. Pues más allá de esta condición física, la ausencia de los jugadores responde a puro enrocamiento emocional y un intento, un tanto infantil ya a estas alturas, de querer señalar a aquellos que le han traicionado. No, Gracia, no: a esos les da lo mismo, créeme, porque están en otra cosa. Es a ti al quien no le debería pasar por alto que tu prestigio, el tuyo personal, está cayendo de una manera muy peligrosa como técnico, y que tras esto te va a costar encontrar un equipo por Europa, quieras o no. No lo ves, porque es tanto el rencor que te sube que no estás viendo de qué modo te están tachando de listas de equipos en busca de técnicos. Y esos réditos no perdonan, créeme, porque algunos hemos cometido a veces actos de puro orgullo y nos han salido muy mal. Lo mismo podría decirte de la ausencia de Kang Inq, o la presencia de otros, etc. No sé en qué medida el míster cree que los resultados avalan sus decisiones, pero la verdad es que es de lo peorcito de la historia del club, y de lo peorcito que yo, en primera persona, he visto en mi vida: defensa horrible, ataque flojo y carente de fluidez y calidad, errores de bulto, disposición táctica pobre, automatismos mal conseguidos ¿sigo? ¿A qué viene tanto orgullo propio si, en lo personal, no estás siendo, querido Gracia, un ejemplo de nada? Has desconectado a toda una plantilla que se sigue devaluando, jornada tras jornada y el que no se devalúa no es porque le has dado herramientas para rendir, sino porque ve la Eurocopa peligrar e intenta tirar de su propio carro. Esta es tu gestión: luego tampoco pidas, en tu casa, que otros, en sus puestos de trabajo correspondientes, dimitan si han hecho algo mal. No creo que lo hagas, pero si lo haces, piensa en estos momentos tuyos. Y sé, porque sé que eres buen tipo, que en unos años vas a lamentar esta actitud tuya.

Otro que está empeñado en perseverar en su orgullo es Maxi, que no está sabiendo gestionar esta malísima racha de juego y rendimiento. Sí es cierto que el trabajo del equipo, lo que se le pide, poco le beneficia en este juego de pelotazo, de estirar torpemente las líneas, de tener que ir él en largas diagonales hasta la bandas, etc. Eso es cierto, pero se ha olvidado que de lo que se trata es de jugar al fútbol y no de discutir hasta con el punto de penalti. Tanto desquicio personal nos lleva al atasco de las piernas, que siempre llegan tarde al remate.: por ejemplo, en el gol de Gayá encontramos un remate suyo, que tampoco era gol, cuando esas eran las que Maxi enchufaba para adentro. Está disuelto en su propio infierno, al calor de unas prestaciones que no puede dar y que se le exigen, pero desde la falta de exigencia propia, quizá porque su viaje, por estas costas, ya ha llegado a su fin y está como loco por embarcar hacia otro destino, más estable.

Y para acabar, el señor presidente de la Superliga…estos días hemos asistido a todo tipo de entrevistas, comentarios, razonamientos y demás intentos por consolidar una muestra más del elitismo capitalista. Pero de entre todas las cosas, yo me quedo con dos comentarios que han pasado un poco de soslayo a pesar de ser auténticas aberraciones: por un lado, ese “hay que salvar el fútbol” ¿incluye el fútbol femenino y el regional? ¿Solo es fútbol aquello que juegan estos equipos y el resto ya es otro deporte practicado por pobres vasallos? Lo digo porque si quiere salvar el fútbol, que pida a LaLiga, o a la Federación o que ruegue ante la UEFA una sustentosa subida presupuestaria (en concepto de ayudas y primas) para el fútbol femenino, que no deja de ser fútbol, exactamente igual ¿o es que su orgullo le hace creer que su equipo es el único que hace espectáculo? ¿o acaso no es interesante y emocionante, también, un Valencia vs Villarreal o un Betis vs Sevilla? Por otro lado, y ya como colmo de la prepotencia, el Señor Pérez, empresario de éxito, se suelta y dice que no ve lógico que un equipo pequeño esté ganando dinero y que el Madrid o el Barcelona lo esté perdiendo. Menos mal que desde Alemania ya le han contestado como toca, pero que alguien diga semejante barbaridad y la gente siga defendiendo la importancia de este proyecto habla muy a las claras de qué principios morales (ninguno) rigen buena parte de estos clubes. Es decir, los equipos modestos, que han sabido gestionarse y  no gastar lo que no tienen, no pueden ganar dinero, pues ese mismo dinero lo deben ganar un Real Madrid o un Barcelona, que pretenden seguir fichando, inflando el mercado (esto al presidente blanco se le olvida que lo ha hecho toda la vida, pagando grandes cantidades por futbolistas de perfil medio, solo para inflar el mercado e imposibilitar que clubes más modestos pudieran reforzarse) con precios y fichas que no pueden pagar. Y para que ese modelo, perverso y soberbio, de elitismo rancio y orgullo zafio siga adelante, es necesario que los de abajo no ganen dinero porque, para que haya ricos, debe haber pobres. Bueno, pues como dijo Mafalda: paren este mundo, que yo me bajo.

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