GANTE. Sin soluciones. Sin argumentos. Sin ideas. Sin intensidad y sin nada. Se podrían escribir cientos de aptitudes que le faltan a este Valencia CF pero además, habría que añadirle que también le falta actitud. El equipo de Nuno hizo otro ridículo esta temporada en la que ya coleccionaba varios pero ninguno tan sonrojante como el de la noche del miércoles en Gante.
Ver celebrar la victoria a los belgas como si fuera un título contrastaba con el tímido y avergonzado saludo de los valencianistas que acudieron, y aguantaron estoicamente, al Ghelamco Arena. Estos volvieron a entonar el clásico 'Nuno vete ya' en varias ocasiones viendo el encuentro tan pobre que había hecho su equipo.
El partido olió mal desde el inicio. Nuno prescindió de André Gomes y volvió a colocar a Mina en la banda izquierda. Cargar las tintas contra el gallego sería demasiado injusto cuando todos los futbolistas estuvieron a un nivel muy inferior del que se esperaba de ellos en una cita de Champions frente a un equipo a priori inferior.
Los belgas parecieron por momentos un equipo dominante de una gran Liga europea. Desarbolaron al Valencia CF. Le atropellaron, le pasaron por encima y no se fueron delante en el marcador al descanso porque son inocentes y les cuesta un mundo hacer un gol. De lo contrario, los de Mestalla hubieran salido goleados de Bélgica.
El equipo no funcionó, no ha funcionado en toda la temporada, y los locales encontraron agujeros por todos sitios. Los laterales no llegaban y los centrales eran superados por el gigante Depoitre. El centro del campo fue inexistente y los de arriba, evidentemente, ni existieron. Fue el partido en el que el aficionado puede dudar del compromiso del equipo. Ese partido que entran las dudas sobre el vestuario. Eso fue lo que se vio en Gante.
En el banquillo hay un entrenador superado, bloqueado, casi sin apoyos donde debe tenerlos, en la caseta, y que empieza a ver irreversible la situación por mucho que públicamente de apariencia de tener argumentos para salir adelante y de controlar la situación. Nuno se marchó hundido del estadio belga y lo hizo sabiendo que su crédito se agota. Por mucho que sea el entrenador de Lim, el fútbol no respeta los malos resultados.
Mestalla lleva semanas pronunciándose y rara es la vez que el aficionado valencianista se ha quejado tanto y no ha habido un cambio. Sólo un cambio drástico, una reacción inmediata, en el que nadie cree, quizá ni el propio Lim, podrían darle aire al técnico.
El asiático ha invertido mucho dinero en el Valencia CF como para hipotecar todo su proyecto a un entrenador. Los malos resultados del equipo están provocando una merma en la ilusión de la gente e incluso una merma del aficionado en la confianza depositada sobre el proyecto del empresario singapurense. Si esta dinámica persiste y no hay una toma de decisiones el próximo señalado será el asiático por mantener un error. Empieza a ser el momento del máximo accionista del club. Él debe dar un paso adelante. Aunque ese paso sea reforzar al entrenador. Lim necesita un golpe de efecto para hacer virar el rumbo de un barco que ahora mismo navega sin frenos hacia el naufragio.