VALÈNCIA. El problema es de fondo. La confección de la plantilla realizada por el Valencia CF conlleva bajones puntuales como el de Javi Guerra. Y digo confección porque al final que la primera temporada de un canterano, que da un salto de tres categorías tenga altibajos más o menos prolongados es absolutamente normal.
El problema está en el vacío que te genera cuando uno de tus jugadores se lesiona o simplemente se 'funde' con el desgaste de la competición. Al final, el Valencia dispone de una plantilla corta que ha tenido que adaptarse a la exigencia de la élite en todos sus ámbitos a una velocidad inusual. Es decir, de jugar en Segunda Federación a ocupar todos los focos por acaparar el protagonismo de un 'primer espada' a quemarropa y con pocas alternativas en el fondo de armario.
En el caso de Javi Guerra, se puede hablar de posición, bajón físico y/o falta de confianza. Este último es el que más encaja con las actuaciones del '8' valencianista. Por eso, con Javi lo que hay que tener es paciencia. Ni antes era el mejor, ni ahora está desinflándose. Condiciones extraordinarias, las tiene. Baraja lo sabe y lo más complicado es saber marcar los tiempos en la gestión de los nanos.
De hecho, el ejemplo de Javi Guerra quizá es el más prolongado recientemente, pero no es el único. El pasado mes de noviembre vimos a un Diego López que perdió algo de frescura fruto de los minutos acumulados en las piernas y luego recuperó la 'chispa' hasta su lesión. Fran Pérez también ha perdido algo de alegría en su desborde en comparación con el inicio de temporada, pero el problema es que no hay excesivas alternativas para que puedan descansar al tener que lidiar también con la enfermería. Paciencia porque lo raro era que no bajasen un ápice su rendimiento, están en un proceso formativo acelerado. Y Javi lo recuperará, es cuestión de tiempo.