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opinión

Pakolandia y su idea de fútbol

Nos gusta un equipo más rústico cargado de cicatrices y hambre, empezando por el principio: la defensa, punto cardinal desde el que se cosieron la mayoría de buenos ‘valencias’. Rebelarse ante eso, querer ser otra cosa, tiene mucho de ejercicio iconoclasta...

1/07/2016 - 

VALENCIA. Como el Valencia apenas ejerce el lícito derecho de explicarse por sí mismo, casi siempre son los demás los que lo explican. Ocurre desde la gestión más elevada de las cosas hasta la gestión de las cosas pequeñas. Tal vez es que no todo tiene una explicación. Ocurre también con el futuro táctico del equipo de Pako Ayestarán, entrenador como un melón, a expensas de abrirlo para decidir qué será de nosotros con él. Eso ya es una temeridad para un club necesitado de decisiones conservadoras que estabilicen el proyecto, no de riesgos a lo loco. Pero eso no es responsabilidad de Pako.

De Pako se baraja, casi como amenaza, la posibilidad de que su estilo de juego pretendido sea el de la alegría constante. Segunda parte del Bernabéu en el último partido. Oleadas ofensivas, laterales en fase creciente. Reminiscencias del 4-4 en Bremen. El emerysmo más ultraortodoxo. Pako y Paco Jémez se parecerían en demasiadas cosas. Las sospechas recaen en su manera de ver el fútbol, en sus microexperiencias como técnico principal.

A mí me tiembla el cuerpo de pensar que quieren que el equipo sea un verso libre dedicado a convertir cada partido en machada ofensiva, tal que si el Valencia fuera un sobrecillo de azúcar que blandir con alegría. 

Nos gusta un equipo más rústico cargado de cicatrices y hambre, empezando por el principio: la defensa, punto cardinal desde el que se cosieron la mayoría de buenos ‘valencias’. Rebelarse ante eso, querer ser otra cosa, tiene mucho de ejercicio iconoclasta. Si Pako se las da de entrenador ofensivo porque es para lo que mejor sirve su equipo, quizá es el momento de construir un equipo distinto.

Es extraño, sintomático, que los primeros movimientos de mercado vayan dirigidos a buenos hombres de ataque (Kostic, Nani…) en lugar de a buenos hombres de defensa. Del Valencia de Nuno de la primera temporada a la segunda la única variación decisiva en la plantilla fue el descalabro defensivo (con apellido: Otamendi). A partir de eso se descompuso todo lo demás.

Decidir si se quiere un equipo volcado al ataque o si se quiere uno organizado en torno a la defensa es para el club una decisión tan peliaguda cómo elegir entre remain y brexit. Yo desde luego voto defensa. Siempre desde ahí fue desde donde mejor atacó el Valencia.

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